La misma incidencia de infectados de coronavirus que a mediados del pasado noviembre, pero 342 hospitalizados menos. Esta cifra marca la diferencia entre lo que fue el pico de la segunda ola de la pandemia y la situación que hoy vive Asturias. ¿Por qué muchos menos ingresados? No hay explicaciones oficiales. Pero cabe aventurar una hipótesis lleva días muy presente en las conversaciones de los responsables sanitarios, pese a lo cual nadie quiere verbalizarla para no pecar de optimismo. Esa hipótesis se llama vacuna. Los gestores de la sanidad consideran que la vacuna del covid-19 ya está ejerciendo un efecto protector relevante entre los residentes de los geriátricos. Y que esto se traduce en que hay menos infectados mayores de 65 años y en que, entre los que sí se contagian, son menos los que sufren síntomas graves que obligan a hospitalizarlos.
Una segunda hipótesis, que solo con el tiempo será refrendada o refutada: la subida de la curva epidémica en esta tercera ola ha sido tan fulgurante –ha ascendido en la mitad de días que la segunda– que cabe la posibilidad de que muchos de los contagiados aún no hayan “tenido tiempo” de desarrollar síntomas graves que requieran hospitalización y posteriormente ingreso en UCI.
Los números son significativos, pero nadie debe engañarse: la batalla no está ganada. Los hospitales asturianos asisten con la respiración contenida a la fase crítica de la tercera ola del coronavirus, que desde anteayer iguala el pico de incidencia de la segunda onda. Esta se registró el 18 de noviembre del año pasado. Hablamos de 650 contagiados por cada 100.000 asturianos en los 14 días anteriores. En términos absolutos, 6.638 infectados en las dos últimas semanas.
Y, sin embargo, pese a ser casi idénticas las tasas de incidencias de ambos momentos, los panoramas hospitalarios son muy distintos. El pasado 18 de noviembre estaban ingresados en los hospitales de la región 868 infectados de covid en planta y 150 en las unidades de cuidados intensivos (UCI). Y anteayer había 574 en planta y 102 en UCI (globalmente, 342 menos). En los centros no sanitarios (Credine de Langreo, H144 de la Feria de Muestras...) la cifra de pacientes con síntomas leves o asintomáticos es muy similar (115 a mediados de noviembre, 121 anteayer).
Si en noviembre las tasas de ocupación de plantas y UCI en Asturias por pacientes covid eran de las más altas de España, ahora están por debajo de la media nacional.
Pero conviene subrayar de nuevo que la situación de los hospitales asturianos es hoy muy apurada. La tasa de ocupación global es muy elevada, incluso superior a la de mediados de noviembre (300 pacientes más que entonces). Pero en esta ocasión el lleno casi total se debe en gran medida a los enfermos con patologías ajenas al covid, que eran mucho menos numerosos en el pico del 18 de noviembre.
Por eso las autoridades sanitarias se muestran muy preocupadas ante la presión creciente en los centros asistenciales. Las autoridades sanitarias se previenen contra lo que seguramente les espera en las próximas semanas de resultas de un ritmo de ascenso de los contagios. Ya están ocupadas tres de cada cuatro camas reservadas a enfermos covid en Asturias, con presiones próximas al límite en los hospitales del centro de la región –particularmente en Avilés y Mieres– y con razones fundadas para temer nuevos repuntes que afecten a los cerca de 2.000 pacientes ingresados con patologías ajenas a la pandemia.
La explicación del desfase entre ambas olas, o al menos una parte de la diferencia, puede encontrarse en el peso sensiblemente menor que está teniendo en este embate invernal la población mayor de 65 años. Son ellos los que determinan en mayor medida la presión sobre los hospitales, y ellos, desgraciados protagonistas absolutos de las primeras oleadas del coronavirus, han rebajado su presencia esta tercera. Y mientras la tasa de incidencia del conjunto de la población ha igualado ya el pico del otoño, la de los mayores está más lejos: en torno a 560 casos por 100.000 habitantes en 14 días frente a los 736 que llegaron a notificarse en noviembre.
La rebaja de la incidencia en mayores como hecho diferencial de esta ola de invierno ha tenido también su reflejo en el protagonismo decreciente de los usuarios de residencias geriátricas en la evolución de la pandemia. Según los datos recogidos por el Observatorio de Salud en Asturias, los casos positivos confirmados en geriátricos han pasado de representar casi uno de cada tres positivos totales en la primera ola a un doce por ciento en la segunda y a un residual cinco de lo que va de la tercera. Podría decirse además que apenas ha habido tercera oleada de fallecidos en las residencias, o que la proporción de muertes en geriátricos se ha invertido entre la primera y la tercera: si en la fase inicial de la epidemia dos de cada tres decesos se generaron en los centros de mayores, en esta tercera, hasta ahora, sólo uno de cada tres tienen esta procedencia.
