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Un día con Ignacio Villaverde, candidato a Rector: se activa a las cinco de la mañana, sale a correr y llama a todas las puertas

El aspirante visita durante tres horas el campus del Cristo, reparte portamascarillas con su programa y se muestra cercano y bromista

Ignacio Villaverde saliendo del área de Derecho Constitucional junto a un mupi de su campaña

A las diez y media de la mañana, Ignacio Villaverde Menéndez ya está como una moto. Lleva cinco horas funcionando y dos o tres cafés –bien cargados y sin azúcar– encima. Las elecciones al rectorado admite que le han quitado el sueño: “Me acuesto a la hora de siempre, a las doce o doce y media de la noche; pero a las cinco de madrugada tengo los ojos como platos. Es como si mi cuerpo dijese: ‘Venga, no pierdas más el tiempo que hay mucho que hacer’”.

El catedrático de Derecho Constitucional empieza siempre los días sin lluvia con una carrera por el Muro de Gijón. Ayer, que lució el sol, tocó el recorrido “fácil” hasta Las Chaponas. “Lo mío es trote cochinero. Atrás quedaron los años en los que corría diez kilómetros diarios”, cuenta con tono jocoso sentado en su despacho, en la Facultad de Economía y Empresa. Desde allí inicia un recorrido de más de tres horas por el campus del Cristo.

–Vamos, vamos ya– avisa el gijonés a dos de los integrantes del núcleo duro de su campaña: el químico Humberto R. Solla y el informático Secundino González.

El candidato entrega el programa a la decana de Economía y Empresa, Carmen Benavides. Luisma Murias

Villaverde traspasa la puerta de su área, la de Constitucional, dejando a su paso un mupi de dos metros con su imagen y el eslogan “Queremos Universidad”. “Todavía no me acostumbré a él. Me impacta cada vez que lo veo”, dice. El candidato a rector pone el turbo y, utilizando atajos, llega al decanato de Economía y Empresa. Allí hace entrega a la decana, Carmen Benavides, de una pequeña bolsa de tela con su programa electoral en el interior. “Estas bolsas quedaron un poco raquíticas, son de mi tamaño. El programa –de 123 páginas– ya no...”, bromea el constitucionalista.

Su siguiente parada es administración. Villaverde escucha las peticiones del personal, les traslada sus promesas y les obsequia uno por uno con un boli y un portamascarillas que contiene cuatro dípticos con el “resumen” de su proyecto. El aspirante es de enrollarse fácilmente y de no tener prisa, así que ahí están Humberto y Secundino vigilando el reloj. “Lo siento, pero tenemos que irnos Nacho”, le advierten una y otra vez. El recorrido continúa por la biblioteca, la Escuela de Enfermería y la Facultad de Derecho, su “casa”.

Villaverde entrega un portamascarillas a una trabajadora de administración y servicios. Luisma Murias

–Hola decano, venimos a entregarte el programa electoral– afirma Villaverde dirigiéndose a Javier Fernández Teruelo, presidente de la Junta Electoral Central además de decano– Si quieres te digo dónde está el corta y pega.

El gijonés vuelve a tirar de ironía y es él mismo el que saca la polémica del corta y pega, que afecta a “757 palabras de un texto formado por 44.753”. El catedrático, no obstante, reconoce el “fallo” que cometió al no haberle dado una vuelta a la redacción de las propuestas de otras universidades en las que se inspiró.

Tiene que haber un poco de miga, hombre– le dicen los profesores quitándole hierro al asunto en un campus prácticamente desierto por las restricciones del covid y en el que el equipo de Villaverde percibe ganas de “cambio”.

Ignacio Villaverde hablando por teléfono Luisma Murias

“El ambiente es muy bueno”, asegura el jefe de campaña, Humberto R. Solla, mientras el candidato a rector atiende una llamada telefónica. Estos días, más que nunca, el teléfono está que arde. Durante las tardes, solo el propio Villaverde puede hacer del orden de “veinte o treinta llamadas”. “Las campañas son intensas y nuestro planteamiento es llegar a muchos sitios y hablar con mucha gente. En ello llevamos casi dos años”, comenta el constitucionalista. Su equipo de campaña está formado por unas cuarenta personas, a los que se suman grupos de apoyo en casi todos los departamentos (38). Cumpliendo todas las medidas de seguridad, Villaverde no renuncia al contacto físico.

Así, de Derecho va a Biología. De Biología a Química. Y de Química a Medicina. A quien se encuentra a su paso –son pocos por la pandemia– lo saluda, le entrega un portamascarillas y charla durante unos breves minutos. El aspirante conoce a todo el mundo. Hasta a quien le sirve un café –otro más– y un trozo de bizcocho en la Facultad de Química: “Isma”.

El constitucionalista contempla, en la Facultad de Medicina, una portada de LA NUEVA ESPAÑA en compañía del decano Alfonso López y sus compañeros de campaña, Humberto R. Solla y Secundino González. Luisma Murias

A pesar de que su estilo –siempre con americana, corbata y pañuelo asomando en el bolsillo– puede dar una imagen de hombre recto y serio, Villaverde es todo lo contrario en las distancias cortas. Es cercano y se hace querer en todos los centros. Alfonso López, decano de la Facultad de Medicina, le recibe con los brazos abiertos en su despacho y con muchas ganas de charlar. Pero el tiempo apremia y no hay tiempo para mucho.

Villaverde aún tiene que comer de tapper –arroz con una lata de bonito y una manzana– antes de dar dos clases de Derecho Constitucional. La primera empieza a las tres de la tarde y la segunda, a las seis. “Son 51 alumnos y, al ser telemáticas, asisten todos y son muy participativos. Estoy realmente contento”, señala. A las ocho, el Villaverde profesor dará paso de nuevo al Villaverde candidato. Se reunirá con su equipo para preparar el debate de mañana organizado por la Coordinadora de ONG del Principado (Codopa). Y hacia las nueve de la noche apagará la luz del flexo de la mesa de su despacho hasta la mañana siguiente.

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