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Ser padres en el año con menos niños: “Nunca es el momento de tener hijos, nos lanzamos y ya”

Los progenitores de los “pandemials” observan factores sociales y económicos que retrasan e inhiben la maternidad en una región que cierra la década más negra de su historia demográfica

Ser padres en el año con menos niños

Son pocos, nunca habían sido menos. Son los padres del año con menos niños de la historia de Asturias. La natalidad se derrumba y ellos dan a luz. “Nunca es el momento de tener hijos: nunca puedes decir que tienes tiempo, que tienes dinero… Nos lanzamos y ya está”. Es la filosofía del avilesino David Franqueira, que cerró uno de sus bares para ver crecer a Deva y nunca se ha sentido mejor... Deva, Cecilia y Valentina son tres de los bebés del amargo 2020 en el que Asturias recibió sólo a 4.929, el número más bajo desde que hay registros, el primero inferior a 5.000 de la historia, el más menguado seguramente en varios siglos...

Marta Burón, Ivo Pérez y su hija Cecilia. | Ricardo Solís

La cifra es el más reciente resultado de la década negra de la demografía asturiana, la peor de la que queda constancia: desde 2011, el último año en el que el número de alumbramientos notó un levísimo repunte en el Principado, todos los recuentos anuales van en descenso –algo que no sucedía desde los ochenta– y los 63.415 nacidos en la suma estos últimos diez años rebajan en 11.593 la cuenta del decenio inicial del siglo... Asturias tiene la tasa más baja de Europa de hijos por mujer en edad fértil, lleva desde mediados de los ochenta con la natalidad más hundida de España y en la estadística, se mire adonde se mire, siempre aparece un indicador negativo.

El último es el de los nacidos en el año nefasto del coronavirus, todavía no el de los efectos de la crisis sanitaria sobre la natalidad, que todavía no se ven. Los concebidos en pandemia están aún casi sin contar, empezaron a nacer en diciembre, y ese será el análisis de los próximos años. El de ahora es el de unos valientes que han decidido tener hijos cuando casi nadie los tiene, que detectan a su alrededor unos cuantos factores sociales y económicos que retrasan e inhiben la maternidad, que sonríen a sus recién nacidos desde detrás de una mascarilla.

“Es de la generación de los pandemials”. Así presentan Ivo Pérez y Marta Burón, un matrimonio ovetense de autónomos de 43 y 39 años a la niña de sus ojos. Cecilia llegó al mundo el pasado 11 de julio, en plena tregua estival del coronavirus, y tras un inesperado confinamiento que encendió las alarmas de una pareja aliviada por el privilegio de vivir en el enclave rural de Piñera, en la parroquia llanerense de San Cucao, donde, además de vivir, dirigen su propia plantación de arándanos.

Ivo y Marta se conocieron hace mucho tiempo, pero fue en los últimos años cuando se convirtieron en pareja y decidieron afrontar el gran reto de la paternidad. “Fue hablarlo, lo decidimos y al poco ya éramos positivos”, coincide el tándem integrado por esta psicóloga y el exfutbolista reconvertido en agricultor y músico –Ivo es también vocalista del grupo ‘Muñeco Vudú’–.

Lara Mier y Alexis Polanco, con Valentina. | Juan Plaza

La pareja es un claro ejemplo de los cada vez más escasos padres asturianos del siglo XXI, pues han esperado hasta situarse en torno a la cuarentena –de edad– para lanzarse a tener descendencia. “Creo que ahora la gente se lo piensa mucho antes de tener un hijo porque antes quieren asegurar su situación laboral. Además, considero que la idea del compromiso ha cambiado. Antes la gente iniciaba una relación muy joven para toda la vida y ahora cuesta más”, teoriza Marta sobre la caída de los nacimientos en la región ante la atenta mirada de la pequeña Cecilia.

La bebé, a punto de cumplir el medio año, afronta su primera etapa vital en unas condiciones desconocidas hasta hace poco por la mayoría de los neonatos. “El hecho de no poder ver a los abuelos a menudo o juntarse con otros niños de su edad nos preocupa un poco, pero lo más importante es no contagiarse”, comenta el padre, cruzando los dedos para que su hija pueda descubrir por fin la nueva normalidad. “A ver qué pasa con la generación ‘pandemial’. Su llegada no ha sido a priori en el mejor momento, pero nunca se sabe lo que una generación puede dar de sí”, relata con optimismo el orgulloso progenitor.

Los gijoneses Lara Mier y Alexis Polanco también tuvieron a su pequeña Valentina cuando el virus parecía estar dando una tregua estival que pronto se evaporó, el día 20 de agosto. “Al menos, eso permitió que mi pareja pudiese estar conmigo, tanto en dilatación y en el propio parto como después, en la habitación. Lo que eché en falta fue que no pudiese venir a las ecografías. Me molestó más eso que dar a luz con mascarilla”, bromea la madre, que reconoce también haber deseado poder tener visitas del resto de familia y amigos cuando aún estaba en Cabueñes, a quien agradece el buen trato prestado. Mier se pasó casi todo su embarazo confinada. “Cuando empezó casi no se me notaba y cuando nos dejaron salir mi barriga ya era importante. Pasé casi todo el proceso en casa y ahora, parecido. Valentina no ha podido tener mucha vida social todavía”, expone.

Nagore Sánchez y David Franqueira, con Deva en brazos. | Ricardo Solís

La gijonesa tiene 32 años y es la primera de su grupo de amigas que da a luz. “Cada vez todas tardamos más. Ya se tarda bastante en encontrar a la persona con quien quieres ser madre, pero a día de hoy parece que tienes que esperar a tener un respaldo económico y familiar importante, y tardas. No sé qué habríamos hecho sin la ayuda de mi familia y la de Alexis. No me gustaría dejar a mi hija, tan pequeña, en una guardería, y tampoco afrontar ese coste. Entiendo que muchas decidan esperar”, aclara. Pero, aunque sea cada vez menos habitual, a Mier no le importaría darle un hermano o hermana a Valentina. Antes, eso sí, tendrá que convencer a Polanco, menos entusiasta con la idea: “Sabemos que ir por el segundo ya es casi un lujo, el tema económico es complicado”.

“Nunca es el momento de tener hijos: nunca puedes decir que tienes tiempo, que tienes dinero… Nos lanzamos y ya está. Cerré uno de los dos bares para poder tener tiempo para verla crecer. Nunca imaginé que iba a tener tanto”, señala David Franqueira. Él y Nagore Sánchez son los padres de Deva, que no tiene ni un año: nació el día 18 de mayo, en plena desescalada. “Si hubiera nacido una semana antes, me hubiera tenido que quedar fuera”, señala David Franqueira, el padre de la niña. “Estábamos cada dos días llamando al hospital para ver si me iban a dejar entrar. Entonces, cambiaban las reglas cada dos por tres”, apunta. Finalmente, Deva nació un lunes. “Y estuvimos encerrados en la misma habitación tres días. Yo podía salir a buscar qué comer. No tuvimos visitas. Y estuvo muy bien. Nos decían las enfermeras que cuando todo estaba normal, aquello era un ‘correniños’. Y claro, los guajes estaban estresados: nueve meses de paz en la barriga de la madre y, de repente, tíos, primos, abuelos…”, bromea el hostelero. “Lo agradecimos mucho. Y yo creo que la niña también”, añade.

“Se dice que los niños traen un pan bajo el brazo, Deva trajo una hogaza. Participo mucho en su crianza. Y es normal: la ves por la mañana sonriente, por la tarde, repunante y no, de noche, dormida, cuando vuelves de currar”, señala. “Solo ve personas con mascarilla, pero he notado que ya distingue una sonrisa por los ojos. Cuando sonríes debajo de la mascarilla, ahora te devuelve la sonrisa. No sé qué pensará con todos tapados a su alrededor”, concluye.

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