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Me quedo en el pueblo

Ángel Menéndez, el emprendedor que regenta en Belmonte de Miranda un museo con más de 1.000 piezas antiguas: “Tenía que darles algún fin y este es el mejor”

Durante años recopiló todo tipo objetos, vehículos e instrumentos –desde camiones, carros, coches y motores, a documentos antiguos y cuantos tienen que ver con la vida rural asturiana en todos sus ámbitos– en una enorme exposición que él muestra con la misma pasión e interés con la que un día decidió poner en marcha este lugar

Ángel Menéndez Rubio apoyado en una de las piezas de su museo: un carro funerario del Medievo. |Ana Paz Paredes Ana Paz Paredes

Hay quienes emprenden en el medio rural en el sector primario. Son mayoría. Otros apuestan por oficios diversos. Y luego está Ángel Menéndez Rubio, quien decidió llevar a cabo en Silviella (Belmonte) un particular proyecto de emprendimiento cultural: el 3 de agosto de 2019 abrió un museo único y singular con más de 1.000 piezas de todo tipo, de distintas épocas, restauradas y cuidadas con la querencia propia de un hombre que ha sabido combinar su trabajo con su afición por el coleccionismo.

Durante años recopiló todo tipo objetos, vehículos e instrumentos –desde camiones, carros, coches y motores, a documentos antiguos y cuantos tienen que ver con la vida rural asturiana en todos sus ámbitos– en una enorme exposición que él muestra con la misma pasión e interés con la que un día decidió poner en marcha este lugar.

Cañón, en primer término, y detrás una catapulta, en la exposición de Silviella. Ana Paz Paredes.

Dejó la mina, donde empezó muy joven, para ponerse al frente del negocio de su padre en Tineo. “Con la venta de pienso, la recogida de leche y los materiales de construcción fui ampliando el negocio. Aún sigo con los materiales de construcción al frente de mi empresa, Contratas Forcón. Nos dedicamos también al transporte de mercancías peligrosas y además llevamos el mantenimiento para varias industrias como Naturgy, EDP o Viesgo”, recuerda.

Antiguo andador para bebés, utilizado en la Asturias rural. Ana Paz Paredes

El local donde abrió su museo, Las Ayalgas de Silviella, -un nombre afortunado pues ayalga, en asturiano, significa "tesoro"-, fue en principio el lugar donde iba a ampliar el almacenamiento de su negocio. “Compré la nave hace uno doce años con ese fin, pero llegó la crisis y me vine un poco abajo. Ya por aquel entonces tenía muchas piezas de colección y empecé a pensar en el sentido que tenía tener todo eso recogido, que había que destinarlo a algún fin. Me pasé media vida recogiendo piezas de todo tipo y restaurándolas, así que se me ocurrió la idea de exponerlas y creo que es lo mejor que pude hacer. Lo comenté en el Ayuntamiento de Belmonte y me animaron mucho a hacerlo realidad. También los vecinos de Silviella y de Puente San Martín. A todos les estoy muy agradecido”, afirma este hombre que, con domicilio en Tineo, cuenta con una casa en Silviella, donde vive buena parte del tiempo.

Ángel Menéndez con un viejo camión restaurado por él, una de las joyas de su exposición. Ana Paz Paredes

Lo primero que recogió, hace casi 40 años, fue un Biscúter, añadiendo con los años una moto alemana de la II Guerra Mundial, tractores de todo tipo, un cañón, diversos trillos, carros de todos los tiempos, instrumentos de tortura de la época de la Inquisición así como los oficios de madreñero, molinero, telar y cuanto tiene que ver con la vida en el medio rural. Por tener, incluso tiene una antigua guillotina, un paritorio y un carruaje funerario de época medieval.

Uno de los carros de la colección de Ángel Ménéndez expuesto en Las Ayalgas de Silviella. Ana Paz Paredes

Lo cierto es que la apertura de este museo, que además cuenta con cafetería, está favoreciendo la llegada de turismo a Belmonte de Miranda. Visitantes que luego consumen en el concejo e incluso, como recuerda el propio Ángel, también en el vecinos de Somiedo. “La gente que viene aquí nos pregunta dónde comer, que más ver por la zona. Luego se produce el fenómeno inverso, que hostelería y hotelería nos recomiendan a su vez a nosotros. Es un emprendimiento cultural que está dando sus frutos”, explica. Y añade: “Estoy muy contento con el museo, toda la gente sale encantada y eso es un incentivo para continuar”. Ahora espera que mejore la situación sanitaria, para él imprescindible, para poder recibir de nuevo en su museo a grupos de personas y excursiones como al principio. “Ahora se acercan de forma individual”, dice.

Ramy, la perra de Ángel Ménendez, posa para el periódico en el sidecar de una moto soviética de la II Guerra Mundial. Ana Paz Paredes

Ángel Menéndez anima a la gente a emprender en Belmonte: “Estamos en centro de la región y tenemos buenas carreteras. Yo creo que sí se puede vivir en un pueblo y con un trabajo en el pueblo o su entorno. Además, la calidad de vida, para mí, no tiene color”.

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