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Día de la Mujer y la Niña en la Ciencia

Pioneras en una cantera de hombres

La presencia de cinco mujeres en la junta directiva del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Asturias es un hito: “Es inevitable que nuestro papel sea decisivo”

Pioneras en una cantera de hombres

Pioneras en una cantera de hombres Amor Domínguez

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Pioneras en una cantera de hombres Luján Palacios

Por primera vez en la historia, cinco mujeres forman parte de la junta directiva del Colegio Oficial de Ingenieros Industriales de Asturias. Todo un hito en un mundo tradicionalmente masculino que muestra dos cosas: por un lado, que la presencia femenina gana terreno; por otro, que queda “mucho por hacer, porque en la Junta hay 15 miembros”, explica resuelta Beatriz Rodríguez, una de las vocales del Colegio, ingeniera industrial, madre de un niño de 14 años y “encantada de poder vivir y trabajar en mi tierra”, asegura, tras más de veinte años de experiencia profesional en el sector eléctrico.

Ella es el ejemplo de que ser mujer no ha sido “nunca un hecho diferencial”, resalta, porque ha tenido la “suerte” no solo de poder dedicarse a lo que quiere sino también de disfrutar cada día con su trabajo, y de poder conciliar esa dedicación con su vida familiar, desde la óptica de que ser ingeniero es “algo más que un título o una profesión, es una manera de entender la vida desde el compromiso y la responsabilidad, contribuyendo al desarrollo social y tecnológico de nuestro entorno”. Con ese orgullo se ha puesto a trabajar codo con codo con el resto de sus compañeras en el Colegio para colaborar en el mejor desempeño de la profesión a nivel general, y en particular para “dar visibilidad a las mujeres ingenieras que, aunque en número más escaso del que nos gustaría, desarrollan una labor profesional tan interesante como desconocida”.

"Es necesario impulsar acciones encaminadas a fomentar la vocación de ingeniero entre los futuros universitarios"

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Un propósito en el que, coinciden sus compañeras Nuria Jove, Belén Trapiella, Ana García y Ana Pérez, “también es necesario impulsar acciones encaminadas a fomentar la vocación de ingeniero entre los futuros universitarios. Y, por supuesto, contribuir a que el porcentaje de alumnas en la Escuela Politécnica de Ingeniería tenga una tendencia creciente”, recalcan, porque “parece que se ha diluido un poco el relumbrón de la ingeniería con el paso de los años”. Para alguien que creció con el deseo de convertirse en ingeniero industrial “ver como las nuevas generaciones se apasionan por este mundo sería una satisfacción”, aseveran.

Nuria Jove, ingeniera superior industrial y máster en Ingeniería Mecánica, Construcción y Procesos de Fabricación por la Universidad de Oviedo, destaca cómo el trabajo de ingeniera le reporta “crecimiento y satisfacción personal”, ya que le permite la posibilidad de ofrecer “mejoras en el entorno industrial”, un camino en el que “rara vez” ha encontrado diferencias con el trabajo que hubiera podido desarrollar un hombre. “Más bien al contrario, suelo integrarme bien en los equipos de trabajo que tengo a mi cargo”, sostiene.

Casada con otro ingeniero y madre de dos hijos, compagina sus tareas profesionales con las propias de una madre. “Aunque no siempre es sencillo, se puede hacer mediante una buena conciliación laboral y familiar”, asegura la secretaria del Colegio antes de “animar a más mujeres a seguir este camino. Me gustaría transmitirles que su capacidad de trabajo e innovación, será sin duda, bien recibida en este entorno”, recalca.

Belén Trapiella, vocal del colegio, casada y madre de dos hijos, reconoce que la vocación le vino heredada de su padre, ingeniero de Caminos, Canales y Puertos , de tal manera que ella y sus dos hermanos son ingenieros industriales por la rama de Mecánica-Construcción. A lo largo de sus años de trabajo en la fábrica de Santa Bárbara en Trubia ha podido sacar tiempo para todo: “En las tardes mis hijos son mi prioridad. Además de estar pendiente de sus actividades y necesidades, soy parte activa del AMPA de su colegio y miembro del Consejo Escolar”, enumera, y aunque el hecho de ser mujer no le ha cerrado “ninguna puerta”, afirma que queda por delante el reto de “fomentar vocaciones sin discriminación de sexo, valorar las funciones de los ingenieros dentro de la sociedad y ser ejemplo de que se puede ser buena madre y profesional a la vez”.

“Nos gustaría recalcar el nulo desempleo que hay en nuestra carrera”

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Ana García, de 44 años y con 18 de experiencia laboral, desde hace 15 dirigiendo una empresa familiar con 40 empleados, coincide en que es necesario que su colectivo sea “un instrumento que permita ayudar al desarrollo de la mujer profesional, empresaria o directiva, incorporando nuestra visión a los distintos órganos de decisión”, mientras que Ana Pérez, ingeniera de vocación, y madre de dos niñas para las que espera ser “un referente en su desarrollo tanto personal como profesional”, sostiene que quieren animar a todas las chicas a estudiar la carrera de Ingeniería Industrial y su máster: “Nos gustaría recalcar el nulo desempleo que hay en nuestra carrera”.

“La necesidad de estar colegiadas y su importancia con vistas a dar notoriedad a la mujer en nuestro sector, para establecer medidas que favorezcan la conciliación de la vida laboral y personal de las trabajadoras, así como promover y mejorar las posibilidades de acceso de la mujer a puestos de responsabilidad” es uno de los objetivos clave de estas cinco mujeres. Y para ello el Colegio ha creado ya una comisión específica que trabajará en este campo con especial ahínco llamada “Mujer e Ingeniería”, en la que participan otros miembros del Colegio porque creen que es “necesario que sea plural”.

Por eso en un día como hoy, y reflexionando sobre los años vividos, Beatriz Rodríguez asegura que se siente “orgullosa de formar parte de este gran colectivo que somos las mujeres en la ciencia”. Unas con grandes descubrimientos y otras con labores cotidianas, “todas hemos conseguido que esta sociedad avance”. Es más, “es inevitable que nuestro papel sea decisivo”.

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