Un recluso que acababa de entrar en la prisión y que estaba pasando por ello la cuarentena, aislado del resto de los internos, es el primer caso confirmado de coronavirus entre la población carcelaria asturiana. El pasado verano hubo varias alertas, al presentar síntomas varios reclusos, y se llegó a aislar por unas horas dos módulos de la cárcel, aunque al final las pruebas dieron negativo. También dieron positivo varios funcionarios, aunque no se verificaron contagios en la prisión.
Lo cierto es que la prisión de Asturias estaba esquivando las garras del covid en un momento en que está disparado en buena parte de las cárceles españolas. La semana pasada estaban aislados casi 2.500 reclusos y solo en enero se contagiaron 707 internos, 359 solo en la última semana de ese mes. Desde marzo hasta diciembre de 2020, se habían producido 783 contagios, 40 ingresos hospitalarios y tres muertes entre la población interna, una incidencia 2,2 veces menor y una tasa de mortalidad 17 veces menor que fuera de las cárceles, según Instituciones Penitenciarias.
Ante esta situación, los sindicatos de funcionarios han exigido a la Consejería de Salud y a la Delegación del Gobierno que acometan un cribado urgente de todos los internos y trabajadores que acceden al centro penitenciario de Asturias, para determinar y minimizar la incidencia del virus en el interior del penal.
También solicitaron que se efectúen las gestiones necesarias al objeto de dar prioridad a la vacunación del personal del centro y la población reclusa, una vez que finalice la vacunación en las residencias de ancianos y del personal sanitario, con el fin de evitar que los contagios puedan poner en riesgo el funcionamiento y la seguridad del centro, así como un incremento de la presión hospitalaria.
