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Alfonso López, el ganadero que convenció a su mujer para empezar a hacer quesos

“Este es un trabajo de 365 días al año”

Alfonso López, en su quesería en La Arquera (Salas). | Ana Paz Paredes

Alfonso López es un hombre tranquilo que, desde niño, conoce el mundo de la ganadería. “Cuando mi padre se jubiló le pregunté qué se hacía con las vacas, si seguíamos o no. Las nuestras eran frisonas. Él era partidario de juntar varios caseríos y eso hicimos unos años, aumentando la ganadería junto con otro vecino y haciendo una explotación más grande. Al principio éramos tres socios, un hermano mío, un vecino y yo”, recuerda este quesero de Salas.

El precio de la leche, a finales de los 80, era muy bajo. “Curiosamente en las fechas de la catástrofe de Chernobyl, allá por 1986, subió un poco y a partir de ahí tuvimos unos años buenos, con un precio estable, pero cuando hicimos la última ampliación llegó la famosa crisis y nos afectó seriamente. Llegamos a tener 210 cabezas de ganado”, dice.

Recuerda Alfonso López que al final quedó sólo al frente de la ganadería, llegando a quitar la producción de leche pero dejando ganado de recría. “Conservamos la genética de nuestros animales”, afirma.

Fue en 2007 cuando optó, junto a su mujer Graciela Rodríguez, por diversificar y dar salida a la producción poniendo en marcha una quesería dedicada a la producción de queso afuega´l pitu en sus variedades blanco y roxu al que llamaron Quesos La Arquera, producción de la que está hoy al frente López, quien también elabora el queso tierno de vaca El Guaje, marca que adquirieron hace años. “En estas fechas elaboramos dos veces por semana produciendo unos 5.800 litros de los que 4.000 son de El Guaje, 1.200 de afuega´l pitu blanco y 800 de roxu. A partir de marzo, como ya entramos en temporada, aumentaremos la producción a cuatro veces por semana”.

Salir adelante, vivir de un trabajo como el que eligió no es nada fácil ni cuando él empezó, ni ahora, como señala. Sin embargo si cree que merece la pena emprender en el medio rural “pero sin olvidar que esto requiere mucho esfuerzo, mereció la pena todo lo que se hizo si, pero no hay que olvidar que una vez que se superan las dificultades al frente de un negocio, lo que más cuesta es mantenerse porque un negocio no se hace rentable ni en tres ni en cuatro años”, dice este hombre que recuerda que ellos pasaron por todo. “Pasamos de tener muchas vacas y tener la leche propia, a no tener ninguna y comprar la leche. Hace un tiempo he retomado la ganadería, tenemos unas 20 vacas frisonas más las de recría por lo que una parte de la leche con la que trabajamos vuelve a ser de nuestros animales, mientras que otra parte la compramos”.

Su visión de vivir y trabajar en el campo es clara: “Siempre se puede emprender, pero si se ayuda a estar y mantenerse, no sólo a empezar y no se ponen palos bajo las ruedas. El papeleo, la burocracia, es algo inimaginable; sin olvidar el tema del precio de la leche y otras tantas cosas. Por otro lado, la gente joven, en general, no quiere hacer el esfuerzo que todo esto conlleva. La ganadería requiere un compromiso al cien por cien, es un trabajo que se ejerce los 365 días del año donde no se sabe de fines de semana ni vacaciones”.

Para este profesional existen aún oficios que permiten a la gente trabajar en el medio rural y que están desapareciendo, como es el caso de los ganaderos y ganaderas que se dedican a hacer sustituciones y cuidar y atender los animales que permita, a los dueños, tener un domingo o un par de días de descanso. “Hace años había mucha gente que hacía sustituciones, pero últimamente cayó en picado”.

A la pregunta de si hay futuro en el campo para la implantación de nuevas queserías, cree que sí, pero con matices: “Como todo, necesita tiempo, mucho esfuerzo, no desanimarse y seguir luchando por ello hasta el final. De buenas a primeras, pues no”.

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