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Rutas por Asturias: la senda de las Foces del Río Pino

Felipe VI y Letizia hicieron la popular senda hace 16 años cuando aún eran novios: un camino asequible, con elementos etnográficos, buenas vistas y el premio final del desfiladero

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Las rutas más guapas para caminar: por las Foces de El Pino (Aller) Juan Plaza

Declarada Monumento Natural en el año 2001

Declarada como Monumento Natural en 2001, la ruta de las Foces de El Pino es una buena elección, sobre todo si se quiere hacer una senda con niños, dado que su dificultad en baja, al menos en el tramo hasta llegar a las foces, complicándose en el caso de seguir por Caniella o Peña Redonda.

Por el camino, el senderista puede observar la serranía de las Fuentes de Invierno, catalogada como paisaje sobresaliente en el inventario realizado en 1978 por el Instituto para la Conservación de la Naturaleza. Así, se puede observar la peña del Pando, o los contrafuertes de La Panda. Por su parte, los vecinos de El Pino siguen utilizando estos senderos para su vida diaria. Y es que desde ahí también se accede a los mayaos de Caniella, la Memegona y Vegarada, donde suben al ganado para que pueda pastar en verano, con lo que es posible que el senderista se encuentre con estos animales, en función de la época del año en que se acuda a las foces. En cuanto a la vegetación, además de los prados y pastizales, también se encuentran brezales, hayedos, acebos, tejos y castaños como lo más destacado de la ruta.

Llegar hasta las foces propiamente dichas no suele durar más de dos horas a paso ligero, si bien este tiempo suele dilatarse mucho más, porque es difícil no detenerse a hacer fotografías, sobre todo en el tramo final. Se trata, en este caso, de disfrutar de la ruta y no pensar en el reloj.


El concejo de Aller cuenta en su haber con un buen número de rutas de montaña, pero la de las Foces de El Pino -o Foces del río Pino como también las llaman- es de las más transitadas. Hasta los actuales Reyes de España se decantaron por este sendero cuando visitaron de incógnito el concejo hace ahora 16 años. Y no es de extrañar, es una ruta sencilla -al menos hasta llegar a las foces- de gran belleza y que guarda una maravillosa sorpresa final.

Se parte de la localidad allerana de El Pino, donde está marcado el inicio de la ruta, aunque la guía que acompaña a LA NUEVA ESPAÑA, la arqueóloga Esperanza Martín, asegura que también se puede iniciar desde la cercana localidad de Felechosa. “Así fue la primera vez que la hice, estaba de excavaciones en La Carisa, tenía unos días libres y pregunté en Felechosa qué rutas hacer, me la recomendaron, así que me fui dando un paseo con el perro, la verdad que me pareció una ruta chula, más si la haces completa, pero para eso tiene que tirarte el día entero o, al menos madrugar mucho”.

Antes de iniciar la marcha, Martín explica la “confusión” del nombre de la misma, que aparece hasta en los indicadores. “Se habla del río Pino, pero no existe, es el río Valmartín, El Pino sólo es el pueblo”, apunta. Así que tras cruzar otro río, el San Isidro, se comienza a caminar junto al río Valmartín. Nada más iniciar la ruta se localiza el Molín de Peón, un antiguo molino que se encuentra restaurado y donde la asociación de pescadores “El Maravayu” tiene un centro de alevinaje con el que repuebla los ríos.

Sigue la marcha, que discurre por lo que la arqueóloga denomina un camino “mulatero o carretero, un tipo de solera que es muy habitual que permite que las aguas, tanto las de escorrentía como las de lluvia discurran con bastante facilidad”. En esta parte de la ruta hay alguna confusión con la señalización, y es que hay algunas bifurcaciones que hacen dudar sobre qué camino seguir. Si bien, esto sólo ocurre al principio. Por el camino, la arqueóloga da cuenta de la flora local. “Aquí hay escuernacabras, que es una planta endémica de aquí”, apunta. También no da cuenta del llantén, otra planta “que te alivia las heridas”. Asimismo, pone énfasis en los hayedos y acebos que nos vamos encontrando al paso por esta ruta.

Mapa de la ruta

Hay una parada para recargar las cantimploras en la fuente de Las Gavilanceras. “El agua está muy buena”, apunta Martín, animando a probar. Descarta, sin embargo, otra fuente al principio de la ruta, cuya agua, “sabe mucho a metal, y además se ve que está turbia”.

Mientras se van alcanzando las foces (cortes profundos que origina el curso de un río) la arqueóloga explica que la ruta “sigue utilizándose por las personas del pueblo para acudir a los montes, algo que no pasa siempre”. Y es verdad, por el camino hay numerosas brañas y se encuentran un buen número de cabañas en perfecto estado de conservación. También habla del pasado “romano” de esta senda: “Casi cualquier camino que esté empedrado está catalogado como calzada romana, independientemente de su naturaleza o cronología, eso no es obstáculo para que realmente haya habido un paso en la época medieval o romana por aquí”.

Tras caminar unos tres kilómetros, la senda cambia de forma radical: se llega a las foces. El camino se estrecha y toca ahora un desfiladero empedrado. “Deja de ser un camino mulatero para ser pedestre, porque antiguamente no les hacía falta pasar con el carro”. El paso de las foces es de aproximadamente un kilómetro cuesta arriba. Sin embargo, la belleza de este entorno compensa el esfuerzo con las numerosas y pequeñas cascadas que se encuentran. Asimismo, hay una zona donde las mariposas campan a sus anchas. “No sé por qué, pero siempre hay muchas mariposas justo en esta parte”, señala Martín. El lugar es bien reconocible, ya que se trata de una parte que parece excavada en la piedra justo al lado del camino.

En otro lateral se aprecia un cartel donde se puede leer “Vía trilobites, Casa de la Juventud Mieres, 5-4-81”. La arqueóloga cuenta que, seguramente, es de un grupo de escalada y la denominación de “vía trilobites” se debe a que “posiblemente se encontraron unos cuantos al escalar”. Pero no sólo hay fósiles en las paredes del desfiladero, también se pueden encontrar a lo largo del camino empedrado de subida. Una vez arriba, el camino se bifurca. “Puedes ir por Caniella o por Peña Redonda, por el primero puedes llegar hasta Felechosa y hacer una ruta circular, por la otra ya subes al monte, pero se pasa de hacer ocho kilómetros a unos diecisiete, y eso ya no es para todos los públicos”, explica la arqueóloga. La mayoría de los visitantes que se cruzan en el camino dan la vuelta en este punto. Y si el calor aprieta, es un buen lugar para darse un remojón antes de volver al inicio de la ruta en El Pino.

Cómo llegar

Desde Oviedo, se va por la autopista A-66 hasta Ujo, donde tomar la salida y enfilar la AS-253 al Puerto de San Isidro hasta El Pino. Dentro del pueblo se coge un desvío hasta donde se indica el inicio de la ruta, situado a unos pocos metros, junto a una pequeña iglesia. El coche se puede aparcar bien.

Tiempo y dificultad

Unas tres horas y media entre la ida y la vuelta.

Dificultad: Sencilla, apta para niños

Un consejo

Una vez pasadas las foces, se puede continuar la ruta por Caniella y hacer un recorrido circular; o seguir por Peña Redonda, en ambos caso aumenta la dificultad.


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