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Un año de pandemia

La vacuna curará también la tristeza de la “fatiga pandémica”, opinan los expertos

Los psiquiatras piden ver el inicio de las inmunizaciones como un impulso para el “último esprint” contra el virus y no para relajar las medidas

Familias en las ventanas durante el confinamiento al inicio de la pandemia. | Miki López

Cualquier primer aniversario de un hecho relevante ayuda a “aterrizar” mentalmente, a asumir y procesar lo sucedido. Ahora, tras estos primeros doce meses de pandemia, un acontecimiento sin precedentes recientes en el mundo moderno, los psiquiatras asturianos explican que han concurrido a la vez dos acontecimientos que se contrarrestan entre sí. El primero, que pensar que ha pasado un año desde que la región empezó a notificar sus primeros casos está sirviendo para que muchos entiendan –a veces para mal– lo extraordinario de este episodio de la historia, especialmente doloroso en los procesos de duelo. El segundo, que la esperanza de las vacunaciones masivas, ya en marcha, permite ver por primera vez un horizonte tangible que marcará el fin de la angustia. Toca ahora, según estos expertos, “hacer pedagogía” para entender que lo que queda por delante es “un último esprint, una última carrera” contra el virus, y que esa carrera final debe promover un mejor acatamiento de las normas –que al fin y al cabo están a punto de terminarse– y no una relajación de las mismas.

“Es importante no entrar ya en dramatismos y relativizar; la vacuna hará que la tranquilidad se imponga”

Juan José Martínez

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“La gente tiene problemas para cumplir normas que no entiende y se cansa, pero esto también nos ha dado una oportunidad de entender que somos capaces de gestionar y superar cosas con las que antes ni soñábamos”, razona Eduardo Carreño, experto en psiquiatría y trastornos de conducta. Un año en pandemia ha obligado a la gente a aprender a resistir. No quedaba otra. “Tiene la peculiaridad de que nos ha tocado cerca y ahora, al pasar un año, te das más cuenta. Antes la gente sabía que otra gente se moría, pero era por un incendio en Haití o un volcán en África. Ahora no, ahora se muere tu vecino, y tú no puedes salir, y escuchas las ambulancias. Eso te devuelve a la realidad y te das cuenta de que la vida es frágil”, razona Carreño.

“Antes veíamos que alguien se moría en Haití, pero ahora se muere tu vecino; esto nos ha hecho ver otra realidad”

Eduardo Carreño

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A juicio de Juan José Martínez Jambrina, psiquiatra avilesino, la llegada de la vacuna en menos de un año es entendida por todos como una suerte, y sirve para tal vez compensar el cansancio acumulado de un año “un poco extraordinario”. “La pérdida de la calidad de vida ha sido importante, pero ver ahora las vacunas nos hace sentir que la tranquilidad se irá imponiendo. No ha sido un año fácil, pero ahora toca entender que, en realidad, la humanidad ha pasado por cosas peores. Los toques de queda son un rollo, pero impera la resiliencia. Somos capaces de aguantar mucho más de lo que creemos y es importante no entrar ahora en dramatismos y relativizar y recomponerse”, explica.

“Ahora habrá menos pesimismos; ya nos hemos adaptado a la desgracia y tenemos la vacuna como meta”

Julio Bobes

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Julio Bobes, también psiquiatra asturiano y presidente de la sociedad española de su especialidad, incide también en que la llegada de la vacuna, intuye, reducirá el pesimismo que imperó sobre todo tras terminar la primera ola y motivó la llamada “fatiga pandémica”, algo que también se curará con la vacuna. “Estamos a punto de hacer una encuesta para confirmarlo, pero creemos que la gente ya se ha adaptado a la desgracia y ahora ve ahí la vacuna como una meta a donde hay que llegar, con esperanza”, señala.

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