La enfermera Julia Fernández Díaz se prejubiló hace tres años, pero no ha dudado en volver a coger la jeringuilla para luchar contra el covid a golpe de vacuna. Había ejercido desde 1986 en atención primaria. En los últimos años, trabajó en el centro de salud Paulino Prieto, de Oviedo. Formó parte de la junta gestora del Colegio de Enfermería de Asturias que pilotó la transición entre la antigua directiva y la actual. Y ahora, aunque ya está jubilada, forma parte del equipo de enfermeras que suministran la vacuna en el punto instalado en uno de los parking del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA).
“Tenía ganas de empezar. A lo largo de mi vida puse muchas vacunas y tengo práctica. La parte de registro que tenemos que cubrir en cada vacunado no es compleja, es muy intuitiva. Necesitamos disponer de abastecimiento para vacunar a la gente lo antes posible. Es la única solución que nos queda para acabar con la pandemia”, argumenta. Su labor no cesa. Al aparcamiento llegan nuevas personas para recibir su dosis desde el coche, una fórmula que ya se puso en marcha hace dos semanas en el Hospital Monte Naranco (Oviedo) o en el Palacio de los Deportes de Gijón.
Junto a Julio hay más compañeras que ya habían abandonado la profesión. Pilar Díaz Vigil-Escalera se jubiló hace menos de un mes. Trabajaba en el área de endoscopia del HUCA. Ya antes de dejar de trabajar, se inscribió en el registro de voluntarios creado por el Servicio de Salud del Principado (Sespa). “Me encuentro muy bien y considero importante apoyar la vacunación para mitigar la escasez de enfermeras”.
Actualmente, en el parking del HUCA solo se administra la vacuna del laboratorio Moderna, pues por sus características exige que se administre en hospitales. Están siendo aplicadas segundas dosis de trabajadores esenciales y primeras dosis de mayores de 80 años.