Isabel Valdés-Solís Cecchini da fe de que la de notario es una profesión que hace mucho tiempo dejó de ser patrimonio exclusivo de los hombres, pese a que entre 1944 y 1961 las mujeres no podían acceder al notariado, ya que una de las condiciones exigidas era ser varón. “La verdad es que yo no he sido muy consciente de que la condición sexual me haya influido, y eso que ingresé hace ya unos cuantos años. Pero para nada. En España creo que ya está de sobra asimilado que haya mujeres notario”, sostiene.
Esta ovetense, nacida en 1957, se examinó en 1983, a los 26 años, y aprobó la oposición a la primera (en 2020 más del 60% de los aprobados en España, 55 de 91, fueron mujeres). Desde hace dos años y medio es decana del Colegio Notarial de Asturias. La primera mujer en acceder al cargo, una “rompetechos” en toda regla. Sin embargo, no es algo que le guste mucho recalcar. “Se jubiló el anterior decano, Esteban Alú, y fui elegida en julio de 2018 por elecciones extraordinarias. Luego opté a la reelección el año pasado”, explica.
Con todo, reconoce que la radiografía por sexos de los notarios ha cambiado mucho desde que ella comenzó a ejercer, a principios de los ochenta, hasta ahora, cuando en Asturias casi se equilibra la balanza: de 62 notarios, 23 son mujeres. En España hay 962 mujeres que desempeñan el cargo.
“Los problemas, o lo que de verdad cuenta en esta profesión, no tienen nada que ver con el sexo. Los retos son los mismos para hombres y mujeres”, señala Valdés-Solís, quien destaca el gran esfuerzo realizado por los notarios en el último año en España debido a la pandemia, “lo que obligó a adaptarse a unas condiciones sanitarias muy exigentes y a seguir ejerciendo nuestra labor por ser esenciales”.
De su profesión destaca que es “un fiel reflejo de la sociedad”, y ve entre sus aspectos más positivos “estar en contacto con la gente, con cuestiones importantes del día a día a las que hay que buscar soluciones”. Aporta un detalle que no deja de ser llamativo: “Los notarios funcionamos dentro del derecho privado, nuestro ámbito de actuación con una persona va desde que no ha nacido, cuando aún está en el útero, hasta incluso después de morirse”.
La parte mala, admite, es la dureza de los estudios para convertirse en notario: “Es una oposición dura, lleva años. Yo acabé la carrera de Derecho en 1979 y oposité, tras prepararme con Faustino García-Bernardo Landeta, Juan Francisco Delgado de Miguel y José Antonio Caicoya Cores, en 1983”. Fue la número 12 de la promoción y la primera de las mujeres que aprobaron: “Si mal no recuerdo, 17 de un total de 103 plazas”.
Tomó posesión en noviembre de ese año en Castropol. Llanes, Basauri (País Vasco), Langreo, Mieres, Avilés y, finalmente, Oviedo han sido sus destinos. “Suele haber más mujeres en los destinos rurales que en la ciudad, a los pueblos se va más joven”, reseña.
Fue la primera de la familia que optó por tal rama del Derecho, una ciencia que ha mandado siempre en su casa. Su padre fue juez, además de periodista; tiene un sobrino fiscal y un hermano que ejerce de magistrado en el País Vasco.
Consuelo Mendizábal, la asturiana pionera en España
“Cuando yo tomé posesión de mi primera notaría, en noviembre de 1983, ella aún ejercía, pues entonces la jubilación era a los 75 años”, cuenta Isabel Valdés-Solís de Consuelo Mendizábal Álvarez, la primera mujer que se convirtió en notaria en España. Era natural de Oviedo, hija de un comerciante. En Asturias ya había hecho historia por ser la primera en licenciarse en Derecho. En 1942 aprobó las oposiciones a notaria. Su mérito al ejercer como tal es doble, ya que lo hizo a pesar de que la dictadura franquista prohibía a las mujeres desempeñar tal profesión. Mendizábal había opositado antes de estallar la guerra, así que le permitieron presentarse conforme a una excepción de la que disfrutaron solo dos mujeres más en España, Margarita Baudín y Carolina Bono. Fue así hasta 1961, cuando se levantó el veto. Mendizábal era una joven con las ideas claras, defensora de la República, seguidora de Fernando de los Ríos y pionera también en la lucha por el reconocimiento del divorcio.