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Talento femenino contra el temporal

Laura Martín es pionera en conducir una quitanieves en la campaña de invierno en la región: “La empresa no tenía vestuario ni baño de mujeres”

Laura Martín, en la quitanieves que condujo este último invierno | D. Álvarez

Con dos apellidos de hombres, la gijonesa Laura Martín Miguel es la primera mujer en conducir una quitanieves durante toda la campaña de invierno para el servicio de Conservación de Carreteras del Principado. La vocación, de alguna manera, le vino desde bien pequeña. No fue tan concreta como para decidir de niña que sería conductora de quitanieves, pero sí se sintió siempre muy atraída por “cualquier cosa con ruedas” y nunca fue demasiado aficionada a las muñecas y los trabajos “finos”. Lo intentó, porque se matriculó en Ingeniería Informática, pero lo dejó al primer año y se apuntó a un curso para ser profesora de autoescuela. Desde entonces, vive de conducir, y su trabajo todavía acapara miradas. “Es como que todavía a la gente le choca un poco, aunque son siempre vecinos y desconocidos. En el trabajo nunca me he sentido menospreciada por ser mujer”, asegura.

Laura Martín, en su Gijón natal. | Á. González

Cuenta Martín que ya desde “piquiñina” le gustaba cualquier cosa que se pudiese conducir. Empezó con triciclos, siguió con bicicletas y, en cuanto pudo, se sacó el carnet de conducir. Es ahora mismo la única contratada como conductora de estos vehículos en la empresa de conservación de carreteras del Principado y calcula que la plantilla de operarios no debe de tener más de tres compañeras. Ninguna está ni estuvo en Cangas del Narcea, donde ella trabaja. A su llegada tuvieron que modificar la sede del servicio porque solo había baños y vestuarios para hombres. “El vestuario tuvieron que cambiarlo para que estuviese separada una zona de mujeres y para el baño aprovechamos uno que utilizaban los jefes, porque tampoco había. Claro, nunca habían tenido necesidad de pensar en algo así”, razona.

Para evitar polémicas, Martín aclara que sí tiene constancia de alguna otra mujer, al menos una de Luarca, que sí condujo una quitanieves de manera puntual con anterioridad a ella, pero que, hasta donde ella sabe, ninguna ha sido contratada para trabajar en la campaña entera de la nieve. Y también matiza que ella habla de conductoras, porque sí sabe de algunas compañeras mujeres contratadas por Conservación de Carreteras como operarias. Y que ahora mismo, en su empresa, ella es la única mujer conductora y la primera en trabajar una campaña entera con quitanieves. Se incorporó en 2019 y la inmensa mayoría de sus compañeros de trabajo han sido hombres.

Pese a sentirse integrada en su brigada de Cangas, Martín se ríe ante la pregunta de si ha tenido que escuchar algún comentario sexista. “Justo este día estábamos bacheando una carretera, yo conduciendo el camión y mis compañeros operarios haciendo la tarea y controlando el tráfico. Bueno, pues hubo un par de adelantamientos de coches que estaban algo mal, por la derecha o con maniobras algo extrañas. Pues, vaya por Dios, coincidieron que eran chicas”, recuerda. Y, claro, surgieron los comentarios. “Mujer tenía que ser”. “Y yo les digo al segundo que se callen, pero sí, esas cosas se siguen escuchando. Pero mentiría si dijese que me he sentido discriminada por ser mujer. Nunca nadie me ha dicho nada en el trabajo”, aclara.

Lo que sí le pasa es lo de las miradas. Ver medio metro de nieve y un vehículo con cuña retirándola con una sonriente Martín Miguel al volante resulta todavía extraño para algunos. “Me ven ahí en un camión gigante o en una quitanieves y se quedan así como mirando, les choca. Y yo siempre pienso que si fuese un hombre conduciendo no lo harían, pasaría desapercibido. Tampoco es que me moleste”, confiesa.

La conductora también cree que en trabajos históricamente masculinizados todavía impera una cierta imagen “varonil” que no acaba de entender. En su caso, ella no es especialmente aficionada a los tacones y el maquillaje, pero entiende que, si lo fuese, su trabajo atraería incluso más miradas de lo que lo hace ahora. “Pasó al revés cuando empezó a haber enfermeros, que parecía que perdía su masculinidad por hacer un trabajo que hasta entonces era propio de mujeres. Yo lo sigo notando con los uniformes, lo que nos dan tienen un tallaje muy masculino y se nota que nadie pensó que ese traje se lo fuese a poner una mujer. Se siguen separando esas categorías”, opina. Ella, de hecho, considera que no tendría que ser “noticia”. “Por conducir una quitanieves, ya ves. Que estamos en 2021…”, lamenta.

Sí nota, no obstante, serios avances en las últimas décadas. En su niñez, y aunque nadie la criticó por andar siempre con la bicicleta y no tanto con barbies, sí seguía notando que los niños tenían juguetes “de niños”, que le gustaban más, y que todo tenía que ser rosa o azul. “Ahora eso es verdad que se está abandonando y, bueno, cae de cajón. Ya no ves tantos carricoches rosas o azules, se van normalizando los colores neutros, y eso antes lo teníamos muy normalizado”, recuerda. Si bien, reconoce entre risas que si el primer avance que se le viene a la cabeza en materia sexista es haber descategorizado el rosa y el azul eso significa “que la cosa avanza, pero muy despacio”.

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