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Asturias registró en enero la cifra más baja de nacimientos al menos desde la posguerra

La región cuenta diez partos y 46 muertes de media diaria en el primer mes del año y el segundo desplome de la natalidad más fuerte del país

María Luisa Díaz Haces, con su hijo Nicolás en brazos. | Irma Collín

Asturias se encamina cuesta abajo de regreso hacia la población que tenía hace casi sesenta años, al millón de habitantes casi justo de 1963, pero con una diferencia sustancial: aquella región, que no era esta, multiplicaba por más de cuatro el número actual de nacimientos: más de 1.500 partos mensuales donde enero de 2021 apenas ha contabilizado 324. El primer mes de este año, el último actualizado y el primero que contabiliza íntegramente a bebés concebidos durante el confinamiento, también es el más pobre de toda la serie histórica. Y eso equivale a retroceder, al menos, hasta los años cuarenta del siglo pasado, o a parar de buscar en 1947, allí donde el Instituto Nacional de Estadística (INE) deja de tener desagregados los nacimientos por meses. Nada. En esos más de setenta años, y seguramente en muchos más, porque en 1947 Asturias todavía se superaba el millar mensual de alumbramientos, nunca la cifra de la región más infecunda de España había bajado hasta esos 324 en un mes que la Sociedad Asturiana de Estudios Económicos e Industriales (Sadei) acaba de registrar como correspondientes a enero.

Esa cifra, que empieza a desactivar la esperanza en un repunte de la natalidad con el confinamiento y la pandemia, sale a una media de poco más de diez nacidos al día en los primeros 31 del año. Enero ha sido también el noveno mes con más muertes de todos los de las tres últimas décadas, registrando en total 1.441 en una serie que encabeza noviembre de 2020 (1.699), a un promedio de más de 46 fallecimientos por jornada que da para un decrecimiento de población por motivos vegetativos –por la mera resta de muertes y nacimientos, sin contar el efecto de las migraciones– de 1.117 personas, el tercer peor decrecimiento mensual de la historia estadística, a una media de 36 habitantes menos al día. Como señal de que todo esto empeora, el promedio diario de 2020, un año nefasto, fue de 26.

A la cola del país

La región española que cierra las clasificaciones españolas de natalidad obstinadamente desde mediados de los ochenta ha encontrado con la pandemia un nuevo suelo para su deteriorada estadística de nacimientos. En un recuento divulgado ayer, el INE atribuye a Asturias un desplome de más del 24 por ciento respecto a la cifra de alumbramientos de enero de 2020, ya muy baja, y aun partiendo de uno de los recuentos más dañados de España, el segundo descenso más acentuado del resumen autonómico, sólo por detrás de Cantabria. El dato es muy negativo comparando a Asturias con el resto del país, pero incluso también consigo misma: no hay mes en la historia estadística asturiana que empeore estos 324 alumbramientos. O solo marzo y abril de 2020, pero con “trampa”, porque el confinamiento impidió contabilizar oficialmente todos los nacimientos de estos meses, que engordaron artificialmente la cifra de mayo.

Mayo del 84, mil nacidos

Al margen de ese desajuste estadístico, la serie no halla nada parecido a lo de este enero. En mayo de 1984 el Principado superó por última vez el millar de alumbramientos en un mes, de los setenta hacia atrás eran habituales las mensualidades de más de 1.500… Y ya ha quedado dicho que los datos invitan a dudar de que haya razones estrictamente económicas detrás de este desplome, sobre todo si se considera que nacen muchísimos menos niños ahora que entre las tribulaciones, las incertidumbres y las zozobras de la guerra y la posguerra civil. El año 2020 ha sido el primero de la serie histórica por debajo de 5.000 nacimientos; a principios de los noventa todavía se superaban los 7.000 y la bonanza previa a la crisis devolvió el recuento de 2008 y 2009 por encima de los 8.000, pero quedan lejísimos los casi 18.000 de 1976. No digamos los cerca de 20.000 de 1958…

Alejandro Macarrón, avilesino, artífice y director general de la Fundación Renacimiento Demográfico, lleva años estudiando y preocupándose por el deterioro de la natalidad en España, pidiendo un cambio legal y cultural que aliente el repunte de los nacimientos, recordando con estupor e inquietud la región distinta en la que nació, la Asturias que “vibraba de vida” en 1960. Tenía “una población ligeramente inferior a la actual”, pero casi cuatro veces más nacimientos y “2,5 partos por cada fallecimiento”. En 2020, el balance entre difuntos y bebés fue opuesto: casi tres muertes por cada nacimiento, más de cuatro en enero de 2021. “Y durante décadas apenas se ha hecho el menor caso en Asturias, ni el resto de España”, matiza, “al deterioro continuo de un indicador tan básico para la sostenibilidad de cualquier sociedad”.

“Durante décadas, apenas se ha hecho el menor caso al deterioro de un indicador tan básico como la natalidad”

Alejandro Macarrón - Director de la Fundación Renacimiento Demográfico

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Padres en pandemia porque “cualquier momento es bueno”

Los ovetenses María Luisa Díaz Haces y Luis Muñiz Pasarín tuvieron a su primer hijo, Nicolás, el pasado día 1 de enero en el Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA). “En esta época en la que parece que hay que planificarlo todo, nosotros no lo hicimos tanto”, explica la madre, que relata que el niño “está muy bien” y ella y su marido, “muy felices” y adaptándose a su nueva condición de padres. Forman parte de la primera remesa de progenitores que tomaron la decisión doblemente a contracorriente, en una región poco dada a la natalidad y en su caso además por encima de las incertidumbres que venían con el confinamiento y el avance de un virus desconocido. Se atrevieron “a pesar de la pandemia”, porque siempre estuvieron “abiertos a que llegaran los niños” y cualquier momento “era bueno”.

Ana Rodero y Diego García, con Pelayo recién nacido.

“Lo buscábamos y coincidió, no pensamos en la pandemia”

Pelayo García Rodero nació el 1 de enero a las 11:20 horas en el Hospital Universitario San Agustín de Avilés. “Es un neno del confinamiento”, bromea su padre, Diego García Álvarez. El hecho de tener un hijo estaba entre los planes de la pareja que comparte con Ana Rodero Berdasco. “Lo estábamos buscando y coincidió en la pandemia, para nosotros es lo mismo si fuera dentro de dos o tres años, no pensamos en ello”, apunta él, trabajador de Mantenimiento mecánico en Arcelor, que deja claro que “el amor que se le tiene a un hijo no entiende de pandemias”. El pequeño y la familia gozan de buena salud. Y tras algo más de dos meses desde la llegada del pequeño Pelayo a sus vidas están “encantados”. Es, además, su primer hijo y el primer nieto de la familia.

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