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Rutas por Asturias: por la costa de Muros con el Cantábrico a los pies

Las vistas desde la senda entre San Esteban y la playa de Aguilar son de las mejores de Asturias

Playa de Aguilar, con la peña del Caballar en medio; al fondo, la isla de la Deva.

Una de las sendas más populares, atractivas y transitadas de Asturias es la que une el bonito pueblo de San Esteban con la playa de Aguilar, ambos lugares en el pequeño Muros y que marcan los límites del concejo en la costa: al este con la ría del Nalón y al oeste con el municipio de Cudillero. 

Y precisamente por eso, porque es una de las más visitadas, merece la pena acercarse ahora, en los últimos coletazos del invierno y en estos tiempos en que la pandemia obliga a evitar los sitios masificados: la previsión meteorológica no es muy halagüeña para este fin de semana, así que no serán muchos los que opten por echarse a andar por el atractivo litoral murense, con vistas de infarto al indómito mar Cantábrico. Bien pertrechados con botas, un buen chubasquero y, por qué no, un práctico paraguas no hay excusa para quedarse en casa, ya que de llover lo hará suavemente, según la Aemet, y las temperaturas serán amables.

Oleaje en Silo. L. Á. Vega

Son algo más de 4 kilómetros los que mide un paseo sin opciones de perderse, muy bien indicado, con varios lugares para reposar, comer o resguardarse de la lluvia si esta arrecia. Uno puede empezarla donde quiera: bien en Aguilar, bien en San Esteban. En ambos sitios no hay problema para dejar el coche. Y se puede optar por ida y vuelta o solo ida: esta última opción obliga a tener un coche al final con el que poder regresar al punto de partida, o bien a alguien que se encargue del traslado. Obligatorio es llevar agua y algo de comida si se va a realizar de forma tranquila y sin prisas, pues por el camino no hay establecimientos de hostelería, ya que la senda atraviesa la costa alejada de los núcleos de población. Solo en sus extremos, San Esteban y Aguilar, se encuentras bares y restaurantes donde comer o tomar algo. 

Playa de Cazonera vista desde la senda. L. Á. VEGA

De echar a andar desde San Esteban, el camino empieza fuerte. Hay que subir un sinfín de escaleras para ganar altura hasta la ermita del Espíritu Santo desde el aparcamiento del espigón. Primer detalle: antes de empezar la subida merece la pena asomarse a las playas de piedra cercanas, entre las que está la del Garruncho, pintada por el célebre Joaquín Sorolla hace algo más de un siglo durante sus visitas a la zona. 

Desembocadura del Nalón y, en primer término, el espigón de San Esteban y el el aparcamiento, con la playa del Garruncho a la izquierda, durante la subida a la ermita del Espíritu Santo.

Sin prisa y con las pausas a las que obligan las estupendas vistas, se llega a la ermita del Espíritu Santo tras superar los escalones de la empinada cuesta. Nueva parada obligada para recrear la vista y hacerse una idea de lo que queda de camino. Este es una bonita pista marcada con piedras insertadas en cemento que cruza zonas muy frondosas de arboleda, siempre al borde del mar, y es punto de acceso a pequeñas y recónditas calas como Cazonera, Las Llanas, Xilo o Silo y Los Chalanos, “hermanas pequeñas” de la más grande, bonita y siempre atractiva Aguilar que culmina el paseo y es fácilmente reconocible por lucir en medio la famosa peña del Caballar.

Vista a la playa de Silo, en las inmediaciones de Aguilar, imagen que ilustró la postal navideña de LNE este año. L. Á. Vega

Hasta llegar al final hay miradores en los que reposar y alguna que otra mesa con bancos donde tomarse un tentempié. No hay que olvidar, poco antes de acabar, de tomar un pequeño desvío (perfectamente visible) hasta el acantilado, donde se encuentra quizás una de las mejores vistas de la senda costera y que protagonizó, pintada por el artista Federico Granell, la última postal de Navidad de LA NUEVA ESPAÑA.

Es la senda costera de Muros apta para hacer en soledad, con amigos o en familia; adecuada para el todo el mundo al carecer de dificultad técnica y no requerir una condición física especial, si bien hay algunos tramos con acusadas pendientes. No debe haber prisa y la belleza del camino obliga a tomárselo con calma (la ida puede rondar las dos horas; el doble la ida y vuelta) para deleitarse con cada rincón y sus vistas al mar.

Cómo llegar

Por la autovía del Cantábrico hay que salirse en Muros. Desde aquí, bien entrar en el pueblo y coger la carretera a Aguilar, o bien seguir por la carretera nacional en sentido Soto del Barco y tomar el desvío a San Esteban, donde hay que ir hasta el final, al extremo del espigón, donde empieza la senda con las escaleras.

Comer

En San Esteban hay unos cuantos restaurantes y bares, tanto en el pueblo como en el mismo espigón. En Aguilar, si bien el de la playa está cerrado hasta Semana Santa (las fechas varían cada año), en el extremo oeste (ya término municipal de Cudillero) hay un restaurante muy recomendable de pescados y arroces, El Azpiazu. Mejor llamar antes para confirmar apertura y horarios.

Otras visitas

Merece la pena escaparse hasta Somao, al lado de Muros aunque es del concejo de Pravia, galardonado el año pasado como “Pueblo ejemplar” de Asturias en reconocimiento, entre otras cosas, a la conservación de su patrimonio indiano. Desde aquí, una escapada hasta el área recreativa de La Peñona permitirá contemplar una impresionante vista de la comarca del Bajo Nalón y los últimos tramos del mayor río de Asturias antes de fundirse con el Cantábrico; además, si el día está despejado, la vista alcanza hasta la Cordillera y los Picos de Europa.

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