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JAVIER TARGHETTA | Consejero delegado de Atlantic Copper, descendiente de asturianos, ha recibido la Medalla de Andalucía

“La descarbonización es una oportunidad de oro, Asturias no está peor preparada que nadie para aprovecharla”

Tenemos todo para convertir Asturias en una región de turismo de calidad

Javier Targhetta.

La biografía se expande al llegar a la procedencia. Javier Targhetta Roza es madrileño de nacimiento, asturiano de origen, italiano de apellido y andaluz de profesión. Ha vivido en cuatro continentes, pero ahora teletrabaja mirando al Cantábrico desde su casa en La Isla (Colunga). Ingeniero de minas, lleva treinta años al frente de Atlantic Copper, el gigante con raíz en Huelva que lidera la producción de cobre y ácido sulfúrico en España, del que es consejero delegado. Asturiano por parte de padre y madre, “anclado a esta tierra” que le ata “por todas partes”, habla de ella en primera persona del plural. Tuvo un abuelo de Colunga, indiano en Argentina y retornado a Gijón, y otro de Serín, y el primer apellido es herencia de bisabuelo, un geólogo italiano que vino a trabajar en la construcción de la rampa de Pajares. Sus tres decenios en la compañía onubense le han valido la satisfacción de recibir, el pasado domingo 28 de febrero en Sevilla, la Medalla de Andalucía en la categoría Economía y Empresa.

–¿Cómo y cuándo vamos a salir de ésta? ¿Llega preparada la economía española?

–He escuchado a alguien ilustre decir que ahora mismo desarrollo económico es igual a vacunación. Ese es el cuándo. Y yo creo que no estamos tan lejos. Es cierto que el ritmo que llevamos es lento para tener al setenta por ciento de la población española inmunizada en verano, pero si no es en verano será en otoño. En el momento en que se alcance ese hito habrá una explosión como la del final de la Segunda Guerra Mundial. Todo el mundo tiene ganas de consumir, de viajar, de trabajar y comunicarse, de ir a restaurantes, de salir, de invertir… Y toda esa explosión de moral y de ganas de vivir coincide con una serie de tendencias mundiales que también suponen enormes oportunidades.

El estatuto electrointensivo es insuficiente, pero un buen punto de partida

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–¿Cuáles?

–Todo lo que se deriva del pacto verde, de la descarbonización y la economía circular se va a sumar a esa tendencia y el efecto puede ser estupendo. En cuanto alcancemos la inmunidad de rebaño vamos a disfrutar de una larga etapa de desarrollo económico y social enormemente alentador y gratificante al que se va sumar otro efecto masivo, el de todo lo que hemos aprendido en esta crisis en cuanto a la utilización de sistemas digitales para comunicarnos, trabajar de lejos u optimizar nuestros procesos. Podemos estar cerca de empezar a vivir una etapa de desarrollo y de logros de bienestar social nunca conocidos.

–¿En qué habrá que acertar sobre todo para aprovechar ese momento? Ha hablado de activar mecanismos de cooperación público-privada.

–Sí. Soy un creyente total en la colaboración público-privada. Y los fondos europeos de recuperación, con su apuesta por poner recursos financieros de los estados en manos del empresariado para que desarrolle sus proyectos, son un ejemplo perfecto. Esa cooperación debe sentirse también en las nuevas tendencias hacia la descarbonización o la sostenibilidad. La empresa es una de las correas transmisoras de la concienciación de la ciudadanía y de la convicción de los estados en cuanto a la lucha contra el cambio climático y sus efectos. Por eso tiene que participar en este proceso y de una forma entusiasta, porque las oportunidades que se presentan de aquí a las próximas décadas son impresionantes.

–¿Por ejemplo?

–Ahora estamos viendo que las energías renovables, que ya eran muy deseadas hace muchos años como factor de protección del medio ambiente, también tienen una enorme ventaja de coste. El progreso asociado a la innovación y al desarrollo tecnológico es un tesoro, porque nos está llevando a comprender que todas esas nuevas energías además son mucho más baratas que las convencionales y permiten abordar proyectos tan ambiciosos como el hidrógeno verde, o convertir en unos años en verde prácticamente toda la industria mundial.

–El momento de encrucijada y transformación también plantea interrogantes. ¿Ve a Asturias en disposición de ser protagonista de ese cambio sin perder la energía de su músculo industrial?

–Sí. Asturias es una región eminentemente industrial, con un gran “know how” en la materia. Se trata de potenciar esas habilidades y, desde luego, de evitar a toda costa la desaparición de la industria que ya tenemos. La región ha sido muy golpeada con la desaparición del carbón y de las térmicas y claramente se tiene que meter en ese camino de la transición energética y de los objetivos de descarbonización para 2050, que plantean una oportunidad de oro para desarrollar proyectos innovadores que permitan adaptar la industria existente a la nueva realidad. Europa está impulsando el acero verde, la generación de combustibles fósiles a través del hidrógeno verde… ¿Por qué no apostar por eso aquí?

Tenemos todo para convertir Asturias en una región de turismo de calidad

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–¿Cuáles son los activos de Asturias?

–Tenemos magníficas empresas de ingeniería, excelentes centros de producción de talleres mecánicos, una industria muy desarrollada y con gran tradición en cuanto al conocimiento... Tenemos los mimbres, y desde luego debemos pedir ayuda al Estado y a la UE y subirnos a este nuevo paradigma de desarrollo porque no estamos peor preparados que ninguna otra región europea y lo necesitamos de una forma desesperada. No se puede permitir que desaparezca ninguna industria.

–Hay fondos europeos de premio para quienes sepan identificar bien sus oportunidades. Asturias se enfoca hacia el hidrógeno verde, la industria agroalimentaria, la salud, el terciario intensivo en conocimiento… ¿Acierta?

–Me parece que sí. La línea es esa si además mantenemos y potenciamos la industria existente. El hidrógeno verde, por ejemplo, es una tecnología que todavía no está disponible, pero ni para nosotros ni para nadie. Lo que hay que hacer es estar subidos en el carro de esos desarrollos tecnológicos. La industria agroalimentaria no es un sector que yo conozca, pero sí conozco a magníficos empresarios en Asturias que lo han demostrado durante muchas décadas, y el diálogo y la colaboración con ellos, además de la ayuda que el Estado les pueda prestar, van a ser fundamentales para desarrollar el sector.

–¿Se nos escapa algún sector con posibilidades?

–No sé cuánto se ha explorado, y lo siento. Pero conociendo muy bien Asturias sí sé que las posibilidades del turismo en Asturias son impresionantes. Esto es un auténtico paraíso. Yo he vivido en cuatro continentes, he dado la vuelta al mundo varias veces y conozco muy pocos sitios, que por cierto están también en España, con una atracción multidisciplinar tan poliédrica como tiene Asturias. ¿Qué tiene por ejemplo la costa atlántica francesa que le falte a la asturiana? Tal vez habría que preguntarlo al revés, porque la costa asturiana es la belleza en sí misma. Y que no me diga nadie que es estacional. Ya lo sé. Como en Baleares. Tenemos todo lo que hace falta para convertir Asturias en una región eminentemente turística, y de turismo de calidad, del que deja dinero.

–La industria asturiana ha visto un obstáculo esencial en el coste de la energía y lamenta el nuevo estatuto electrointensivo. ¿Está de acuerdo?

–Nuestra empresa es también electrointensiva y hemos trabajado codo con codo en ese ámbito con las empresas asturianas. Hay que empezar diciendo que hoy en día la energía eléctrica no es competitiva para la industria electrointensiva española. Es más cara que la de nuestros grandes competidores industriales, Francia y Alemania. El estatuto puede ser insuficiente, sí, porque los ahorros que podemos tener aún no nos hacen competitivos, pero es algo. He defendido que debemos apoyarlo, aunque no nos satisfaga del todo, porque supone un paso adelante.

–¿Por qué?

–Indica un reconocimiento de las autoridades del Estado respecto a que debe haber un estatuto de la industria electrointensiva, y eso ya es un paso de gigante. Yo apoyo el estatuto. Ahora bien, una vez dentro, debemos dialogar con la administración y concebir ideas que nos puedan llevar a la competitividad. El estatuto no es la meta, pero me parece un buen punto de partida para seguir trabajando codo a codo la industria entre nosotros y con la administración para encontrar fórmulas que abaraten nuestros costes energéticos.

La empresa debe ser proactiva para abaratar los costes energéticos

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–El Gobierno se escuda en las trabas de la UE para las ayudas a la industria, pero parece que lo que no es posible para España lo sigue siendo en otros países. ¿Es éste uno de los problemas que hay que resolver?

–Es verdad que la UE es muy cuidadosa en evitar las ayudas de Estado que puedan alterar las reglas de la competencia, y eso hay que respetarlo. Pero creemos que hay mecanismos que se pueden implantar, cargas que se pueden retirar de la tarifa eléctrica para convertirla en competitiva sin vulnerar las reglas de la competencia.

–¿Cuánto riesgo de deslocalización corre nuestra gran industria si eso no mejora?

–Es que no se puede aceptar que eso no mejore. También creo que las empresas deberíamos ser muy proactivas a la hora de abaratar nuestros costes por nosotros mismos. No podemos estar tirando de la chaqueta al Estado permanentemente para que arregle nuestros problemas. En España, tenemos varios ejemplos de empresas líderes mundiales en el terreno de la eficiencia energética. Y está mal que hable en primera persona, pero el complejo metalúrgico de cobre que tenemos en Huelva es el más eficiente energéticamente del mundo. Cuando tengamos los deberes hechos, o en proceso, habrá que pedir ayuda al Gobierno para lograr ser competitivos y evitar esas deslocalizaciones.

–¿Le agradan las armas del combate que utiliza el Gobierno contra la crisis, los ERTE, los avales ICO…?

–Como concepto, no tengo duda de que sí, sobre todo pensando en los autónomos y en las pymes. Tiene que haber ayuda directa, no sé cómo ha funcionado la capilaridad, si ha llegado a todos los estratos de la pequeña empresa y los autónomos, pero como concepto me parece correcto. Son empresas que no tienen acceso a mercados exteriores. O las ayudamos entre todos o se caen.

–¿Cómo han surfeado las olas del coronavirus en el sector del cobre? No han parado ni un día.

–Ni un solo día. Hemos tenido que saber compaginar la salud de nuestros empleados implantando medidas de seguridad con la búsqueda de mercados alternativos, porque los españoles se nos cayeron en gran medida. Hemos podido sustituir ventas en España por exportación y hacer frente a fallos en el abastecimiento de materias primas, por contagios o cierres de minas fuera de España. Con una enorme capacidad de gestión, agilidad y conocimiento de los mercados, nuestros equipos han sido capaces de sustituir esos suministros por otros y no hemos parado ni un solo día. Ahora, afortunadamente, los mercados se están recuperando a buena velocidad.

–Tienen en proyecto una planta de tratamiento y reciclaje de residuos de aparatos electrónicos que optará a financiación europea. ¿Un buen ejemplo para su teoría sobre el futuro?

–Sin duda. Es un proyecto fascinante. Hoy en el mundo se recolecta y trata solo el 20 por ciento de lo que se desecha, lo cual tiene como mínimo dos inconvenientes: se deteriora el medio ambiente y no se aprovechan materiales de gran valor que contienen esos residuos, como cobre, plata, oro, platino, paladio, níquel, estaño… Estamos entusiasmados con este proyecto, que ha sido declarado de interés estratégico para Andalucía por la Junta. Apostamos por iniciarlo este año y esperamos obtener las ayudas para sacarlo adelante, porque tiene beneficios por todas partes. Haría pasar del cincuenta por ciento de recogida de estos residuos en España al cien por cien. No habrá ni un solo kilo de desecho electrónico o eléctrico que no se vuelva a tratar.

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