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Ricardo Menéndez Salmón: “Me siento un poco ‘okupa’ en política”

El escritor cumple “a gusto” tres meses como diputado, pero descolocado por el lento ritmo y el singular lenguaje político: "No se pueden discutir dentro de quince días asuntos hoy de actualidad"

Ricardo Menéndez Salmón, entre libros, en la biblioteca de la Junta General del Principado, posando para LA NUEVA ESPAÑA.

Ricardo Menéndez Salmón (Gijón, 1971) aspira a no perder la ingenuidad con la que desembarcó hace casi tres meses en la política regional, cuando el 23 de diciembre de 2020 se convirtió en diputado por Podemos. Es más, este escritor metido ahora a político cree necesario y útil conservar ese punto “naïf” que admite tener y exhibe sin complejo alguno mientras pasea con LA NUEVA ESPAÑA por el palacio de la Junta General del Principado: “Este lugar es de una belleza apabullante (el antiguo salón de plenos, en la primera planta), a veces en las comisiones no puedo evitar distraerme al contemplar la sala, se me va la vista”.

Pocos días antes de tomar posesión le avisaron de que le tocaba dar un paso adelante, y a Menéndez Salmón esto le pilló con el pie cambiado, pues hacía año y medio de las elecciones en las que por su posición en las listas no había resultado elegido, así que ya había pasado página. “Me lo tuve que pensar. Lo había olvidado y, una vez que la legislatura se puso en marcha, desconecté”, explica en el pequeño despacho abuhardillado que usa en la cuarta planta. “Es de (Daniel) Ripa, pero él prefiere estar más por la sede del partido”, explica.

Salmón, charlando con la bibliotecaria y archivera de la Junta, Josefina Velasco, durante su visita a la biblioteca. Luisma Murias

Ocupa un despacho prestado y se siente, admite, “un poco ‘okupa’ en política”, un campo hasta ahora desconocido por este creador que se declara histórico votante de izquierdas (“desde siempre a IU”) y que fue como independiente en las listas de Podemos al atraerle un proyecto “que, si no comparto al cien por cien, sí lo hago en su gran mayoría por parecerme el más razonable para los tiempos que corren, por su carga solidaria, de atención a lo colectivo”.

Su sensación de “okupa” en la Junta tiene que ver con su condición de escritor metido a político. Para explicarse hace suya una frase del ministro de Universidades, Manuel Castells, “que dijo algo así como: ‘A veces en política siento que no soy yo al cien por cien’. Es tal cual, a veces no sabes si eres escritor antes que diputado, diputado antes que escritor...”.

Ahora bien, Menéndez Salmón tiene claro que ha llegado para trabajar y quedarse hasta el final de la legislatura, en 2023, “si sale bien y no pasa nada”. Porque está “muy a gusto” y ha sido “muy bien recibido” en todo el hemiciclo, donde considera que hay “buen ambiente” entre todos los partidos. “Alguien me avisó al llegar de que el enemigo, de encontrarlo, más bien está en la propia casa, eso que llaman fuego amigo”, reconoce con humor.

Aunque se lo tuvo que pensar antes de decir sí a Podemos y ser uno de sus cuatro diputados, una vez tomada la decisión no quedan dudas: “Personalmente, me habría arrepentido de decir no, creo que algo así sucede una vez en la vida y no todo el mundo tiene la oportunidad de estar aquí. No soy político vocacional y esto de ahora tiene fecha de caducidad con el fin de la legislatura. Creo que la vida es larga y da para mucho, y no se pueden poner todos los huevos en el mismo cesto”. En el plano ideológico se siente cómodo con la formación morada: “Con la pandemia, Podemos es un grupo político que, con sus luces y sombras, ha puesto el acento en lo que realmente importa en la sociedad, a la gente”.

Como diputado antes que como escritor explica su opinión sobre Asturias y sobre cuál debe ser la labor de los partidos de la Junta: “La región está en un momento que debe repensarse con mucha profundidad. Definir qué comunidad queremos, hacia dónde caminar...”.

Ricardo Menéndez Salmón, en la biblioteca de la Junta; detrás, las secciones de historia y biografías. Luisma Murias

Pero el escritor antes que diputado está muy sorprendido y lamenta que para llevar la tarea a buen puerto todo sea muy lento: “Los ritmos me han chocado, el trabajo aquí, digamos, no es muy exigente. Creo que se podría ir más rápido, y en ese sentido el Gobierno regional debería cambiar su forma de organizarse. No se pueden discutir dentro de quince días asuntos que hoy están de actualidad”.

Eso que él llama “regimentación” del tiempo, un excesivo encorsetamiento de las intervenciones en plenos y comisiones, le tiene un poco descolocado: “El presidente de la Junta es quizá muy estricto, espartano, muy entregado a ejercer de ‘custodio del tiempo’”. Al llegar, le chocó mucho el lenguaje político y para dominarlo debió tirar especialmente de hermenéutica: “Lo primero fue hacerme con esa especie, se podría llamar, de ‘germanía’. Muchos términos, siglas, expresiones que no entiendes... Me hablaban de cosas que no tenía ni idea de qué eran”.

Cuesta entender que un escritor de éxito como Menéndez Salmón, con una carrera más que consolidada y de prestigio reconocido, haya acabado en política en una época en la que esta está más que desprestigiada y el desapego ciudadano de los políticos es evidente y creciente. Obviamente, él no comparte tal reflexión. “Siempre se ha dicho eso de que está desprestigiada y no creo que ahora se haya agudizado. La gente se olvida de lo que había antes. El descrédito es consustancial a la política”.

No le quita mucho tiempo, tampoco, pensar en que puede salir trasquilado y con su imagen pública, como escritor, deteriorada. Ejemplos de damnificados por la “trituradora” de la política hay varios. “El impacto en la vida personal imagino que es inevitable, pero también creo que si te ‘quema’ es porque has entrado en contradicción con tus convicciones más íntimas. Pienso en creadores que han desarrollado una dignísima carrera política sin faltar a sus principios: (Antonio) Labordeta, (Álvaro) Pombo o (Jorge) Semprún”.

Futura novela

De momento, tras apenas tres meses por la Junta, descarta que tal actividad vaya a inspirarle como creador y sirva para alumbrar, quizás, alguna novela. Entrar en política no le ha supuesto, no obstante, un parón creativo, pues desde el confinamiento está, admite, paralizado. No ha podido escribir nada nuevo; hasta la lectura se le puso cuesta arriba. Con todo, a finales de año espera sacar nueva novela: “Pequeña, la tenía ya de antes, se titula ‘Horda” y la editará Seix Barral”.

Nada sectario como político y alejado del más mínimo engreimiento que habitualmente se presupone a los escritores como él, se sorprende de que le pregunten si tiene lectores de derechas, si estos le incomodan o si teme que estos dejen de leerle al posicionarse con la izquierda. “No lo creo, no soy un escritor ideologizado. Además, soy más de Vargas Llosa que de Márquez, por tirar de un tópico para ejemplificar lo que voy a decir. Para mí la creación está por encima de todo y puedo decir que me interesan más, me aportan más como escritor, aquellos autores en las antípodas de mis ideas políticas. Foxá, Ridruejo... Me da más placer leerlos y me suscitan mucho interés”. Palabra de escritor más que de político.

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