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Así viven el cierre eterno de Lena: gestos solidarios entre unos vecinos sumidos en el "hartazgo"

Algunos lenenses cuidan de segundas residencias que sus dueños no pueden utilizar en el concejo que más tiempo lleva con cierre perimetral y donde ven que las restricciones "no sirven"

Isabel Álvarez ayuda a Héctor Muñiz a arreglar un tejado de una segunda vivienda en El Quempu.

-Pásame una “teya”, Lisa.

Sobre la escalera, Héctor Muñiz arregla el tejado de una casa de El Quempu (parque de Las Ubiñas, Lena). Es la segunda vivienda de un vecino, residente fuera del concejo, que lleva desde Navidad sin poder descansar en el pueblo.

Hay que quedarse con esta estampa: la de Héctor Muñiz y su suegra, Elisa Álvarez, afanándose en la obra de una vivienda que no es suya. Porque es la cara más amable de un “hartazgo” en toda regla: el de los vecinos de Lena, el municipio asturiano que más tiempo lleva en la fase “4Plus”, desde el 26 de enero, con el consiguiente cierre perimetral –entre otras restricciones, como la actividad hostelera limitada a las terrazas–. “Ni nosotros salimos, ni los de fuera pueden entrar… Son necesarias ciertas medidas, pero muchos creemos que cerrar el concejo no ayuda. Además, es un lío”, apunta Auri Villar, portavoz del parque natural de las Ubiñas en Lena.

Auri Villar, Héctor Muñiz e Elisa Álvarez – madre de la primera, suegra del segundo– son los únicos vecinos que pasan esta temporada en El Quempu. “Hay ocho casas que llevan sin abrirse desde Navidad porque el cierre perimetral impide a los residentes de fuera del concejo visitar sus segundas viviendas”. Un invierno entero, con meteorología adversa y los consiguientes daños en inmuebles: “Tenemos un grupo de WhatsApp para avisar cuando pasa algo en las casas,”, explica la improvisada “cuadrilla” de El Quempu.

Ricardo Fernández, residente en Noreña y natural del pueblo lenense, recibió la semana pasada un mensaje en ese grupo de WhatsApp: “Se dañó un poco el tejado. Agradezco muchísimo la labor que están haciendo Isa, Auri y Héctor en el cuidado de nuestras casas. Fui por última vez en Navidad”, explica Fernández. Asegura que está muy pendiente tanto de la apertura de Lena como del posible cierre de Noreña: “Me parecen unas medidas que nos están desgastando en exceso y que no tienen mucha repercusión en el freno de la expansión del virus”, señala. Y va más allá: “Creo que las autoridades deberían tramitar permisos para estos casos, el cuidado de viviendas es importante. Sé que mi casa está vigilada por fuera, pero no sé lo que me encontraré dentro cuando por fin pueda ir a El Quempu de fin de semana”.

La situación de Lena es tan “agobiante” que la alcaldesa, Gema Álvarez (IU), ha lanzado un ultimátum al Gobierno asturiano: o mejora las medidas y la vigilancia para que los casos bajen, o elimina las restricciones “4Plus”. “Llevamos casi dos meses y estas medidas no son efectivas, supone un cansancio para los vecinos. Necesitamos más recursos para salir de esta situación”, afirmó.

Si hay cansancio en el Ayuntamiento, en los bares hay extenuación. Como en La Fragata, el restaurante que abrió en junio de 2020 la joven Vero Sánchez: “No pensaba que esto fuera a seguir igual durante tanto tiempo. Las medidas que se están tomando no sirven de nada”, apunta. Para empezar, dice la hostelera, “el cierre perimetral es cero efectivo”. “Y luego está lo de echar la culpa a la hostelería y al comercio, cuando se ha demostrado que no somos el principal origen de los brotes”, añade.

De vuelta a El Quempu, donde Elisa Álvarez ha vivido toda la pandemia: “Creo que bajé a la Pola a comprar cinco veces”. Aunque lo suyo sea la vida en el pueblo, reconoce que “estoy ya aburrida” de que sus vecinos de fin de semana nunca aparezcan. Empiezan a recoger las herramientas y Auri Villar ladea la cabeza pensativa: “Ya no me acuerdo de la última vez que ‘bajé’ a Oviedo”.

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