“Se ha ido demasiado pronto por culpa de un accidente”, aseguró en la tarde de ayer el diácono permanente José María Sauras durante la celebración de la palabra antes de la incineración de José María Pérez Lombraña, “Chechu” o “Josín”, el maestro de taller del tren de chapa de Arcelor en Veriña (Gijón) que falleció este sábado en la finca de su suegro en Bello (Aller), al explotar un neumático de tractor mientras soldaba el disco del remolque del vehículo. Fueron decenas los familiares, compañeros de trabajo y amigos que arroparon a su viuda, Lorena Megido, a sus hijos, Damián y Sofía, de 17 y 15 años, a su madre, Benigna Lombraña, y a su hermana Silvia, todos ellos transidos de dolor por una pérdida tan repentina como incomprensible.
“Es un momento duro, el momento de decir adiós a un hombre bueno, padre, esposo, hijo, hermano, amigo y compañero. Parece que no hay nada que se pueda decir en una circunstancia tan triste y dolorosa, pero es preciso traer las palabras que Jesús dijo al buen ladrón, San Dimas: ‘Hoy estarás conmigo en el Paraíso’”, añadió Sauras, antiguo policía nacional, que sabe lo que es sobrevivir a un brutal atentado, el de la cafetería Rolando de Madrid en el año 1974.
En la capilla de Los Arenales, a las cuatro y cuarto de la tarde de ayer lunes, se escuchaba el llanto apagado de los seres queridos de Josín Pérez. Sus compañeros del tren de chapa y del sindicato UGT, del club de fútbol Veriña, donde militó como portero y con el que ascendió a División de Honor en 1996, mostraron sus respetos a un hombre “trabajador y concienciado”, como aseguró José Ramón Calleja, secretario sectorial de Siderurgia y Transformación de Metales de UGT FICA Asturias, íntimo del fallecido, al que entrenó en su día en el Veriña y con el que luego coincidió en la fábrica. “Era una persona muy sociable, que se preocupaba constantemente por los demás, muy identificado con el sindicato, siempre ligado a UGT-FICA y a su asociación juvenil Alcuentru, trabajando en segundo plano, sin afán de protagonismo y muy preocupado por las condiciones laborales de los trabajadores, especialmente desde su posición de mando en el tren de chapa”, indicó. Toda la dirección del taller acudió ayer al tanatorio para dar el pésame a la familia y resaltó la gran pérdida que supone para esta instalación de Arcelor la prematura desaparición de Josín Pérez, un hombre que trabajaba “en lo que le gustaba” desde hacía 14 años.
Gran explosión
La muerte de José María Pérez, que tenía 43 años, le cogió en la finca de su suegro en Bello, localidad a la que acudía siempre que podía para echar una mano no solo a su familia política, sino también a muchos vecinos del pueblo. La explosión de la rueda del tractor fue de tal calibre que “saltaron todos los cristales”, según indicaron personas conocedoras de los hechos. Fueron sus familiares más cercanos quienes le encontraron ya fallecido en el garaje de la vivienda. El reventón del neumático, de cuatro kilos de presión, le afectó sobre todo al pecho y a la cara. Aún se desconoce qué pudo pasar, si el neumático explotó por una sobrecalentamiento o al ser alcanzado por una chispa. Todo apunta a un accidente mientras soldaba. La investigación en curso lo determinará, aunque poco puede cambiar el resultado de este accidente.
Al tanatorio también acudieron algunos de sus vecinos de Oviedo, como Casimiro García, que lo había conocido por la actividad deportiva de sus hijos y con el que había compartido algún café. “Era una persona que miraba por los demás, y de eso te dabas cuenta nada más sentarte a tomar un café con él”, aseguró, afectado. Tras la celebración de la palabra tuvo lugar la incineración de los restos de Josín Pérez.
