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Investigación, divino tesoro | Convivencia escolar

Niños rechazados, víctimas futuras de acoso

La maestra Zara Suárez busca en 25 centros qué alumnos de Primaria son despreciados en clase, para prevenir el bullying | La complejidad de su estudio: evaluar a un millar de escolares a lo largo de tres cursos

Zara Suárez, en el centro, flanqueada por David Álvarez y Celestino Rodríguez, en el exterior de la Facultad de Psicología. | Miki López | MIKI LÓPEZ

Combatir el acoso escolar desde la etapa en la que se gesta: la Educación Primaria. Ese es el objetivo de la tesis doctoral de Zara Suárez García, ovetense de 34 años y maestra en Educación Infantil, que busca desde 2017 a niños rechazados e ignorados en las aulas asturianas de 25 colegios. Identificando a este tipo de alumnos, asegura, se puede llegar a prevenir el bullying en Secundaria. Según estudios nacionales –muy escasos en esta etapa–, entre el 10 y el 13% de los escolares de Primaria sufre rechazo. “Esto no significa que ya estén siendo agredidos, sino que pueden convertirse en víctimas en edades posteriores”, explica. Dicho con otras palabras, el acoso comienza a engendrarse cuando un alumno no es aceptado o es ignorado por sus compañeros de clase.

Uno de los puntos fuertes del estudio de Zara Suárez es que es longitudinal. Una característica difícil de conseguir, según subrayan sus directores de tesis, David Álvarez García y Celestino Rodríguez Pérez, integrantes del grupo de investigación ADIR (Aprendizaje Escolar, Dificultades y Rendimiento Académico). “La gran complejidad es la mortandad de la muestra”, dice Rodríguez, que es decano de la Facultad de Formación del Profesorado y Educación. “Sí, siempre se parte de la base de que va a haber una pérdida de muestra”, agrega Álvarez. ¿Y por qué? Porque se analiza un mismo grupo de alumnos a lo largo del tiempo. En este caso de tres años: 4º, 5º y 6º de Primaria. La primera medida se hizo con 1.000 alumnos; la segunda bajó a 800 como consecuencia de la crisis sanitaria; y la tercera, que se está realizando este curso, utilizará una muestra similar a la del año pasado.

El estudio longitudinal, remarca su autora, ha sido posible gracias a las ayudas conseguidas. Zara Suárez tiene una beca “Severo Ochoa”, el grupo en el que investiga ha recibido una ayuda regional, y el proyecto en el que se enmarca su tesis ha captado financiación del Ministerio de Ciencia e Innovación. “Sin estas subvenciones, mi investigación hubiese cambiado sustancialmente”, admite la ovetense. “Solo el instrumento de medida que utilizamos ya nos cuesta 100 euros por aula”, pone como ejemplo el psicólogo David Álvarez, que dirige la línea de convivencia escolar dentro del grupo ADIR, un gran “laboratorio” compuesto por más de veinte expertos.

La financiación ha sido clave también para elaborar los informes que los centros reciben tras el análisis de los casos de alumnos rechazados. “Lo bueno de este estudio es que, además de desarrollar un modelo teórico, aportamos algo a los colegios”, señala Celestino Rodríguez. Su colega David Álvarez indica en este sentido que la respuesta de los centros ha sido “muy buena”, pues “están interesados en mejorar la convivencia en las aulas”. El informe que es entregado a las direcciones contiene un “análisis” sociomético de cada alumno. Es decir, “si son rechazados, ignorados, preferidos, medios o controvertidos”.

Zara Suárez, apoyada en la estatua dedicada a Feijoo.

Para conseguir estos resultados, los investigadores someten a los escolares a un sencillo cuestionario, en el que se les preguntan qué compañeros prefieren más o menos como amigos. Luego los expertos relacionan esos datos con otras variables, como la autoestima, la empatía, la agresividad o la impulsividad. “Hay otros datos sensibles a los que no podemos acceder. Nosotros trabajamos sobre casos anónimos. De hecho, los niños no nos dan los nombres de sus amigos, sino su número de lista”, aclara David Álvarez. La información del informe resulta útil para que los centros sepan cómo está el aula, cómo se relacionan sus estudiantes y, llegado el caso, saber cómo intervenir para atajar un problema.

El trabajo de Zara Suárez no estudia el acoso escolar a nivel de individuo, sino de grupo, lo que le da aún más valor. “Se suele pensar que si un niño es agresivo es un problema suyo cuando a veces responde a dinámicas grupales”, comentan los investigadores. Precisamente, la agresividad es una de las conductas más frecuentes que están detrás de los niños rechazados. En este punto, la investigadora predoctoral llama la atención sobre los escolares ignorados. “Hay que tener cuidado con ellos, porque también pueden ser víctimas de acoso en un futuro”, advierte. “Son alumnos de alto riesgo, pero como no molestan, no se pone demasiado el foco sobre ellos. Para estos casos deberían ponerse en marcha mecanismos de integración”, completa Celestino Rodríguez.

El motivo por el que el estudio de Zara Suárez se centra en Primaria es porque hay “pocas investigaciones” en esta etapa, pese a ser “en la que se gesta” el bullying escolar. “En Secundaria el problema ya está más que insertado. Por tanto, la intervención en Primaria es clave”, detalla. En Infantil, agrega David Álvarez, no puede hablarse de acoso, aún habiendo ataques. “La víctima suele variar y no hay maldad en la acción porque no hay consciencia. En Primaria, en cambio, los niños ya son capaces de evaluar qué está mal y aún así hacerlo”, manifiesta.

En concreto, la investigadora ovetense eligió analizar la evolución de grupos de alumnos desde 4º hasta 6º de Primaria porque en este último año su tesis también busca la prevalencia del ciberacoso. “Les preguntamos si tienen redes sociales, cómo las utilizan, si tiene teléfono móvil, a qué juegos juegan... Esta información nos la pidieron los propios centros, porque lo identificaban como un problema grave, incluso ya en 4º curso”, apunta Álvarez.

Para conocer los resultados finales habrá que esperar unos meses. Zara Suárez prevé presentar la tesis en diciembre, pero el análisis de los datos globales, comparando la evaluación de los tres cursos, tardará más. La ovetense aspira a seguir, al menos otro año más, en el grupo ADIR como investigadora posdoctoral.

Un estudio poco frecuente


  • ¿Qué investiga? Factores de riesgo para el acoso y el ciberacoso en estudiantes de Educación Primaria. Esos indicadores son el rechazo y la ignorancia de niños por parte de sus compañeros de clase. Zara Suárez empezó la tesis al “picarle el gusanillo” tras dedicar su trabajo fin de máster al bullying.     
  • ¿Por qué es importante? Porque existen pocos estudios sobre esta temática en Primaria –la mayoría se concentran en Secundaria, que es donde se concentran los casos de acoso escolar–, porque se trata de un análisis longitudinal –analiza la evaluación de un mismo grupo de alumnos durante tres cursos– y porque aporta información útil a los centros –un informe con el comportamiento de la clase–.   
  • ¿Cómo se financia? A través de una beca “Severo Ochoa” (994 euros al mes) y otras ayudas regionales y nacionales que ha obtenido su grupo de investigación. Zara Suárez tardó año y medio en recibir la subvención “Severo Ochoa” y fue tiempo que dedicó a documentarse sobre su línea de estudio.

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