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"La víctima no sufrió", dice la defensa de la mujer que mató a su novio de 35 puñaladas en Lugones

El letrado pide rebajar de 25 a 15 años la pena impuesta a Ana María García, a lo que se oponen las acusaciones

Ana María García, compareciendo por videoconferencia.

La sala de civil penal del TSJA ha celebrado esta mañana la vista de apelación de la sentencia de 25 años de prisión impuesta a Ana María García Hevia, por matar de 35 puñaladas a su pareja, Miguel Ángel Suárez Menéndez, en la medianoche del 17 de julio de 2018. El letrado de la condenada, José Luis Álvarez ha negado que concurran las circunstancias de ensañamiento y parentesco, y ha vuelto a destacar la posibilidad de que Ana María García sufriese un brote psicótico por el consumo de drogas, unido al retraso mental que sufre. Por todo ello ha pedido que se reduzca la condena a 15 años de cárcel, el mínimo por el delito de asesinato del que la halló culpable el jurado en diciembre del año pasado. García compareció en la vista por videoconferencia desde la cárcel de Asturias, donde cumple condena en el módulo 10.

Durante la exposición de su recurso, el letrado indicó que "la víctima no sufrió, no hubo dolor, ni gritos, ni signos de defensa", debido a que el hombre se encontraba en coma etílico por la gran cantidad de bebidas alcohólicas que había ingerido. Además, añadió, posiblemente murió a consecuencia de la primera puñalada sufrida. Por tanto, no hubo ensañamiento, defendió. Además, negó que víctima y victimario fuesen pareja. "Ella lo niega, dice que solo eran compañeros de borracheras", abundó. Consecuentemente, no cabe aplicar la agravante de parentesco. Finalmente, el abogado volvió a defender que la acusada cometió el crimen en pleno brote psicótico. "No hay prueba de ello, según el informe forense, pero tampoco de lo contrario", indicó.

Frente a estos argumentos, tanto el fiscal Miguel Rodríguez Marcos, como la acusación particular, que ejercen los hermanos de la víctima bajo la dirección letrada de José Antonio Ballina, insistieron en la "maldad y malicia" con que actuó la acusada, intentando "librarse" de las consecuencias del crimen. Primero limpiando la escena del crimen, lo que no evitó que se encontrase ADN "en toda la casa". Luego llamando a las emergencias indicando que su novio "se había suicidado". Más tarde negando recordar lo ocurrido y asegurando que había consumido drogas y alcohol, algo que no se corresponde con los informes, ya que solo se le encontraron restos de consumo de hachís.

Para el fiscal, Ana María García actuó "muerta de celos", al saber que Miguel Ángel Suárez, Míchel, iba a dejarla. "Le propinó 35 puñaladas, mucho más de lo necesario para causarle la muerte, advirtió a la anterior pareja de la víctima para decirle que iba a matarlo, que 'ni para tí, ni para mí', mostró una gran serenidad en todo momento e intentó borrar las huellas, en la sala llegó a referirse al asesinado como 'el borracho de mierda'. No es cierto que la víctima estuviese en estado comatoso, intentó levantarse y defenderse, como demuestra las dos posiciones en que estuvo", desgranó, para concluir que efectivamente, como apreció el jurado, sí hubo ensañamiento. Por otro, defendió que los dos tenían una relación de pareja: "Nadie mete en su cama a un amigo o a un compañero de borracheras". Además, los hermanos de la víctima conocían de la existencia de Ana María, así como la anterior novia de Míchel, e incluso ella misma lo admitió ante los agentes de la Policía Nacional. Finalmente, las acusaciones negaron que la mujer hubiese consumido drogas. "Estaba perfectamente lúcida, tranquila, segura de sí misma, según dijeron los agentes que actuaron. El cannabis no puede provocar brotes psicóticos", sentenció el fiscal.

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