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Begoña Cueto Iglesias | | Profesora de Economía Aplicada y experta en el mercado laboral

“Entrar al mercado laboral en una crisis deja cicatrices a largo plazo en los jóvenes”

“El principal problema de la juventud es que desconocen el mundo del trabajo, debemos ser capaces de orientarles”

Begoña Cueto, en el campus del Cristo de Oviedo.

Begoña Cueto Iglesias es licenciada en Administración y Dirección de Empresas y doctora por la Universidad de Oviedo. Profesora titular en el departamento de Economía Aplicada de la Universidad asturiana, ha realizado estancias internacionales en Cornell University (Nueva York) y Urbana Chapaign (Illinois). La actividad investigadora de Cueto está centrada en el mercado de trabajo y ha realizado diversos estudios sobre cómo se desenvuelven los jóvenes asturianos en el mundo laboral. En las siguientes líneas la profesora e investigadora analiza la razón por la que los jóvenes de la región son el colectivo que más está sufriendo el parón laboral, por culpa de la pandemia, y aporta también varias ideas sobre cuáles son, a su entender, los caminos que se deberían seguir para que la juventud vuelva a reengancharse a un mercado laboral que les cierra las puertas.

–¿Por qué la destrucción de empleo se centra en los jóvenes asturianos?

–En la medida en que los jóvenes tienen condiciones laborales más precarias, y fundamentalmente contratos temporales, es más fácil prescindir de ellos. Es más fácil prescindir de las contrataciones temporales que de las indefinidas y, por lo tanto, cuando las empresas realizan ajustes de plantilla, se empieza por los temporales, normalmente, los colectivos más precarios, entre ellos, los jóvenes.

–¿Existe una distorsión entre lo que estudian los jóvenes de la región y lo que luego reclama el mercado laboral?

–No tengo información suficiente para afirmar eso. Pero no lo creo. El paro juvenil es un problema generalizado en España y la elevada inactividad afecta a todos los grupos de población en Asturias, no solo a los más jóvenes. Por otra parte, hay que tener en cuenta que los estudios no tienen una vinculación única con ciertas ocupaciones. En ciertos casos, sí por ejemplo, los relacionados con la medicina, pero en la mayor parte de los casos, la educación capacita para una amplia variedad de tareas y de ocupaciones.

–¿Entonces, dónde puede estar el problema?

–Las empresas tienen que apostar por los jóvenes. Por supuesto, tienen poca experiencia, pero no se consigue sin trabajar. En este sentido, los programas que apuestan por contribuir a ganar esa experiencia son muy relevantes. A la vez, es necesario que las empresas den una oportunidad a los jóvenes porque demostrarán todo lo que son capaces de hacer. Esto lleva tiempo y no se consigue en un día.

–¿Qué medidas a corto plazo se podrían adoptar para atajar el problema?

–Estamos en un momento muy particular, muy asociado a los efectos de la pandemia. Es complicado pensar en medidas para incentivar la contratación –de jóvenes o de otros colectivos–, en un contexto tan incierto. Hasta que no se controlen los contagios y la vacunación llegue a un porcentaje suficiente de población, no podremos recuperar cierta normalidad. Así, resulta difícil realizar nuevas contrataciones. Por ello, vemos que las medidas son paliativas, intentando reducir el efecto de dicha incertidumbre. En el caso de los jóvenes, necesitan orientación.

–¿De qué tipo?

–Su principal desventaja es que no conocen el mercado de trabajo. Debemos ser capaces de orientarlos hacia los sectores con más capacidad de generación de empleo. Y tener en cuenta que su formación previa es clave. Mientras que quienes tienen estudios universitarios pueden sufrir efectos de más corto plazo –aunque con mayor impacto en los salarios–, para aquellos con bajo nivel educativo, la crisis puede constituir un bloqueo a su entrada en el mercado laboral que tenga efectos de largo plazo.

–¿Y qué se puede hacer más a largo plazo?

–Si confiamos en recuperar normalidad en 2022, quiero ser optimista y pensar que las empresas recuperarían su volumen de trabajo previo a la pandemia. Es posible que haya efectos sobre la capacidad de recuperación de aquellos sectores más afectados. Y deberíamos ser capaces de aprovechar los fondos europeos para hacer las transiciones que ya deberían estar encaminadas. La revolución tecnológica y la transición ecológica han acelerado su ritmo. Hay que detectar los sectores con mayor capacidad de crecimiento y apostar por ellos.

–¿Qué consecuencias tienen para una región como Asturias esas elevadas tasas de paro juvenil?

–En una región tan envejecida como Asturias, las altas tasas de paro juvenil pueden conducir a un mayor desánimo entre los jóvenes. Pero, además, los análisis que estamos realizando con datos de la recesión de 2008, nos dicen que entrar en el mercado de trabajo en un momento de crisis puede tener efectos a largo plazo, cicatrices que permanecen en la trayectoria laboral de los jóvenes, en forma de menores salarios y menores oportunidades de promoción.

–¿Qué tipo de cicatrices?

–En el caso de las personas con menores niveles de formación, puede suponer una mayor probabilidad de desempleo y mayores dificultades para la estabilidad. Debemos tener en cuenta que los jóvenes menores de 30 años han sufrido el impacto de dos recesiones en un corto periodo de tiempo. Quienes entraron al mercado de trabajo entre 2009 y 2013, aún se estaban recuperando del impacto de la recesión de 2008 y han sufrido otro fuerte impacto. Es probable que los efectos sean de largo plazo, en la forma de menos empleo y menores salarios.

–¿Debería fomentarse el emprendimiento entre los jóvenes? ¿O no es una salida viable?

–No me parece que el emprendimiento sea una solución de carácter general para los jóvenes. Es una alternativa en casos en los que hay una buena idea y recursos, tanto formativos como económicos, para llevar a cabo el proyecto. En mi opinión, se habla mucho de emprendimiento sin poner sobre la mesa todo el proceso emprendedor y las dificultades asociadas. En este sentido, creo que los centros de empresas son herramientas muy útiles durante todo el proceso emprendedor, desde la idea, el desarrollo de un plan de viabilidad del negocio, y la consolidación del mismo. Emprender no es sencillo y consolidar un negocio tampoco.

–¿Cuáles son las dificultades con las que se encuentran los jóvenes a la hora de montar su propio negocio?

–En el caso de los jóvenes esas dificultades pueden ser mayores, tanto por la falta de experiencia como por la menor disponibilidad de recursos. Necesitan apoyo durante todo el proceso. En todo caso, creo que puede ser una oportunidad para un porcentaje pequeño de jóvenes.

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