Regentaba un conocido restaurante de Pruvia (Llanera), famoso por sus eventos, y elegido por numerosos asturianos para celebrar sus banquetes de boda o comuniones. Sin embargo, todo se torció en 2015, cuando entró en suspensión de pagos. La administradora concursal prohibió al empresario, cuya identidad se corresponde con las iniciales R. M. B. G., realizar nuevas actividades en el establecimiento, pero el empresario admitió en la mañana de ayer en la sección tercera de la Audiencia Provincial, donde se le piden penas de entre seis y tres años y tres meses de cárcel por los delitos de insolvencia punible y apropiación indebida, que buscó un subterfugio para cumplir varias obligaciones que había contraído con anterioridad: la cena para festejar los 25 años de una gran empresa –a la que acudieron 770 personas–, las reservas para el cotillón de Nochevieja y las comidas del día de Reyes.

El acusado admitió que intentó que estos eventos fuesen realizados por algún otro hostelero, sin éxito, motivo por el que recurrió a la que por entonces era su pareja, M. P. V. –también acusada–, que había sido empleada de su restaurante y tenía una empresa de catering. Facturó los eventos a través de esta sociedad, aunque fue él quien contrató a los extras, compró el género e incluso alquiló las mesas y sillas. Eso sí, en la publicidad de los eventos figuraba su restaurante en suspensión de pagos, y estos tuvieron lugar en las instalaciones del mismo.

Indicó que solo le movía el interés de “salvar el negocio”, de encontrar un inversor, un objetivo que no se hubiese conseguido si no se hubiesen cumplido lo compromisos antes señalados. El empresario aseguró que consultó cada paso con la administradora concursal. Por eso, aunque los eventos tuvieron lugar en el restaurante en concurso de acreedores, trató de salvar esta circunstancia pagando un alquiler por las instalaciones.

M. P. V., la titular de la empresa que realizó los eventos, indicó ayer que “solo puso su nombre” y que se fio de su pareja, en el sentido de que le indicó que toda la operación era legal. Un antiguo trabajador de la empresa indicó ayer por su parte que, cuando se celebraban bodas o comuniones en el restaurante, una parte del precio se pagaba en dinero negro. El juicio continúa hoy martes.