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Fiebre por el tiempo: consejos para no volverse locos con las previsiones meteorológicas

El aumento del ocio ha disparado el interés por la meteorología, lo que obliga a afinar predicciones a los expertos, que aconsejan interpretar bien los datos para evitar disgustos y pronósticos erróneos

Ángel Gómez, en la terraza de la sede asturiana de la Aemet, en Oviedo, junto a un seguidor solar. Luisma Murias

Que si hace mucho frío o un calor que no es normal para la época. Que si este año nevó mucho o que últimamente apenas llueve. Que si saldrá el sol o despejará. Que si habrá que coger el paraguas o llevar una chaqueta por si acaso. ¿Qué hará el próximo fin de semana o para el aún lejano puente del 1 de mayo?

Es un hecho. El tiempo, la meteorología ocupa cada vez más gran parte de las conversaciones de la gente. Siempre lo ha hecho, pero en la actualidad roza la obsesión el afán por saber si hará sol o lloverá mañana o cuando nos vayamos de vacaciones. Esto da como resultado más presión a los meteorólogos por afinar sus predicciones y más necesidad de los medios de comunicación por informar continuamente y al detalle de cualquier alteración atmosférica, por mínima que sea. Además, crecen como setas las empresas, páginas web y aplicaciones para móviles dedicadas a la meteorología... “Siempre ha habido un gran interés por el tiempo que va a hacer por motivos profesionales y de ocio, además de por seguridad”, reseña Ángel Gómez, delegado de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) en Asturias. “Las predicciones del tiempo emitidas por TV siempre han sido los programas con más audiencia”, agrega. Gómez no olvidará nunca la Semana Santa de 2018, cuando la hostelería asturiana montó en cólera por unas predicciones de mal tiempo que al final no fueron tal, o tanto como se difundió.

Porque esa es otra: ¿sabe la gente interpretar bien los múltiples datos que tiene a su alcance en el móvil, por internet o en un sinfín de programas televisivos? El delegado de la Aemet en Asturias lamenta que siempre se ponga el acento en los periodos de mal tiempo previstos sin mencionar los de buen tiempo intercalados, o que se tomen por generales datos concretos de un lugar específico. Con afán de mejorar da un comedido tirón de orejas a los medios de comunicación por transmitir a veces solo una parte de la predicción o “exagerarla inadvertidamente”. Pero los medios no hacen otra cosa que rebotar la información que les llega con una selección (de eso se trata) de lo más llamativo o diferente con el fin de informar a una audiencia que cada vez le pide más datos del tiempo.

“Siempre ha habido un gran interés; conforme aumenta el alcance de la predicción cae la fiabilidad”

Ángel Gómez - Delegado de la Aemet en Asturias.

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“Quizás habría que disponer de espacio para que los meteorólogos expliquemos mejor cómo sacar el mayor jugo a la predicción: la tendencia más avanzada actualmente consiste en pasar de las predicciones categóricas a las probabilísticas, explicando cómo, de esta forma, el usuario puede tener mucha más información a la hora de tomar decisiones”, añade José Luis Arteche, delegado de la Aemet en la vecina Cantabria y quien resalta que también se debe transmitir “cuan útil es la información meteorológica para el beneficio económico de transporte, comercio, industria, agricultura, pesca y, por consiguiente, para el país. Todo lo que se gasta, y es mucho, en los servicios meteorológicos no debería servir solo para saber el tiempo para la playa o las fiestas del pueblo”.

Pero es precisamente esta última parte, el ocio, para el que el hombre moderno cada vez dispone más tiempo, uno de los motivos que han disparado el interés por qué se cuece en la atmósfera. Miguel Iglesias, físico y vicepresidente de la red de estaciones meteorológicas Noromet (en enero registraron las temperatura más baja hoy por hoy en España, 38,5 grados bajo cero, en los Picos de Europa), añade también otra variable reciente: el año de pandemia. “La gente ve que los fenómenos atmosféricos condicionan no ya solo aspectos como la ropa con la que salir por las mañanas, sino la propia salud mental y más ahora, cuando tener un día con más luz o sin precipitaciones puede suponer una gran alegría o una clara decepción de cara a poder dar un paseo por la naturaleza o practicar cualquier deporte al aire libre”. En Asturias, destaca, “donde la variabilidad meteorológica es tan activa, comprobar cómo van a estar estos exteriores es primordial”.

“La información meteorológica no es útil solo para saber si ir a la playa, sino para la economía: pesca, agricultura, comercio...”

José Luis Arteche - Delegado de la Aemet en Cantabria

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Iglesias también hace referencia a la proliferación de aplicaciones en los móviles y, al igual que los especialistas de la Aemet, pide usar con cautela los datos. “Son una herramienta poco veraz y traicionera según en qué situaciones, en la montaña por ejemplo. En general todas estas aplicaciones se basan en modelos meteorológicos a escala global y eso se traduce en que da un dato cada 25 kilómetros, por tanto Asturias estaría recogida por unos 32 puntos diferentes. Dibujar la región con 32 cuadrados con un valor de altura fijo y una serie de valores de temperatura fijos es imposible. Así trabajan las aplicaciones móviles. Ante la duda, yo acudiría siempre a los profesionales; sin lugar a dudas, hay que contar y tener de referencia a la Aemet”, aconseja.

Internet es el motivo por el que cree José Miguel Viñas, meteorólogo de Meteored, que se ha producido el boom del tiempo. “La capacidad de compartir al momento fotografías de cielos, del impacto de fenómenos meteorológicos extremos ocurridos en cualquier lugar del mundo es algo excitante para millones de personas.”, dice. “A todo ello hay que sumar los medios tradicionales, con los espacios del tiempo, que gracias a las nuevas tecnologías han ganado en vistosidad”.

“Hay mucha información meteorológica disponible; es bueno y útil si sabemos interpretar bien todos los datos”

José Miguel Viñas - Meteorólogo de Meteored

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Viñas ve positiva la elevada cantidad de información meteorológica disponible “si sabemos interpretar bien todos los datos, cosa que no siempre ocurre. Por ejemplo, los del tiempo actual o previsto que ofrecen las aplicaciones de móvil: los términos que aparecen en forma de probabilidad (de lluvia, por ejemplo) solo los interpreta bien un tercio de la población en números redondos”.

Los cuatro meteorólogos consultados por LA NUEVA ESPAÑA coinciden, además, en que a partir de tres días el margen para equivocarse en una predicción es elevado. “El límite son 72 horas, a partir de aquí solo se puede hablar de tendencias, y si alguien te vende una previsión fiable a más de tres días, miente. Hay determinados eventos meteorológicos, normalmente relacionados con la inestabilidad, en los que incluso es difícil hacer una predicción a 72 horas. Se vio con Filomena”, remarca Iglesias.

“La meteorología condiciona el día a día de las personas; en el caso de Asturias, donde la variabilidad es tan activa, comprobar cómo será es primordial”

Miguel Iglesias - Físico de Noromet

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Viñas es más optimista: “Hoy en día, con la capacidad de cálculo actual de los superordenadores, disponemos de predicciones hasta 5-7 días vista razonablemente fiables, lo que es todo un logro. Hay ocasiones en que incluso hasta 10 días o alguno más la predictibilidad no es muy baja y los modelos captan bien la evolución futura de la atmósfera”. En Aemet-Asturias, Ángel Gómez zanja: “ Conforme aumenta el alcance de la predicción, la fiabilidad disminuye. A partir del cuarto día ya no podemos hablar de un estado previsto para la atmósfera sino del conjunto de estados posibles”.

Cautela al abordar los datos y paciencia con las predicciones. Lo que hará el fin de semana está por ver. Más en primavera, de la que el sabio refranero popular advierte de los vaivenes de la estación más traicionera del calendario y que, precisamente, hace que estemos locos por el tiempo.

Julio Martínez, en la estación meteorológica de La Paloma (Castropol). Tania Cascudo

“Se disfruta”, dice Julio Martínez, uno de los 83 colaboradores asturianos de la Aemet

De pequeño, Julio Martínez jugaba al fútbol. Pero como lloviera, sus padres no le dejaban ir. Así que su interés por el tiempo que iba a hacer al día siguiente era máximo y no se perdía los programas de la televisión con los partes meteorológicos. Esta costumbre de niño se transformó en toda una afición seria, y a día de hoy Julio Martínez se ocupa de gestionar la estación meteorológica ubicada en La Paloma (Castropol) que él mismo y un amigo impulsaron con la ayuda del Ayuntamiento hace 7 años. “Para mí es una satisfacción, porque el tiempo siempre me atrajo y disfruto como nadie haciendo las mediciones. Todos los días por la mañana acudo a recoger los datos y el día 1 de cada mes los remito a la agencia”, explica. La de La Paloma es una de las 50 estaciones manuales, además de 25 automáticas, con las que cuenta la delegación asturiana de la Agencia Estatal de Meteorología. Y Julio Martínez, uno de los 83 colaboradores que hay en el Principado. ¿Cómo empezó? El castropolense trabajó hace años en una empresa contable en Ribadeo y a diario veía al colaborador de la Aemet en la villa gallega ir a hacer las mediciones. “Me interesé por ello y me explicó su trabajo. Luego, un amigo me propuso conseguir una estación para Castropol. El Ayuntamiento tramitó la solicitud con la Aemet. Tuvimos además la suerte de que en Figueras había habido una y recuperamos los aparatos para montarla”, explica. En La Paloma cuentan con pluviómetro manual y automático, un hidrómetro (para medir la humedad), una veleta, un anemómetro, termómetros...” No hace falta tener una formación especial ni títulos, sino estar interesado y presentar la solicitud. A mí la Aemet me facilitó una instrucción sencilla de cómo hacerlo”, abunda Martínez. Admite que el interés por el tiempo va a más y lo entiende. “Se da uno cuenta de que lo condiciona todo. Las costumbres, el carácter, la gastronomía, el paisaje de un lugar, el ocio... A mí me condicionaba jugar al fútbol”, señala este castropolense, que resalta también la parte mediática de la información meteorológica, ya que cualquier “pequeño fenómeno atmosférico” se convierte en noticia. A Martínez no le extraña: “Hoy en día el tiempo para el ocio es mayor que antes y, por tanto, el interés por saber qué tiempo hará ha crecido”. Tiene su particular visión del tan mentado cambio climático y las alertas por el calentamiento. Lamenta cierta exageración: “El clima es algo dinámico, siempre ha evolucionado y ha sufrido grandes cambios”. Él se apoya en datos. En Castropol funcionó una estación meteorológica, en manos de un profesor aficionado, entre 1924 y 1970. “He podido mirar esos datos y en ese periodo, al año, llovía 985 litros por metro cuadrado, lo mismo que ahora. La cuestión es que el 70% de las veces llueve por la noche y quizás la gente tiene la sensación de que no lo hace. La temperatura ha subido un poco, pero muy ligeramente. Hoy en día la sensación de frío es mucho menor que antaño. Tenemos buenas ropas de abrigo, sistemas de calefacciones...”, reflexiona.

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