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Los decanos avalan la redistribución de alumnos en Llamaquique

Los centros con más presión del campus apenas podrían dar clases con las distancias del covid

La Facultad de Formación del Profesorado, en una imagen de archivo. | P. S.

La redistribución de alumnos como estrategia para el desahogo del campus universitario de Llamaquique, en Oviedo, tiene de entrada el visto bueno de los decanos de las facultades concernidas. La necesidad obliga y la cesión de espacios de los centros con menos presión de alumnos, la Escuela de Minas y la Facultad de Geología, a los que sufren más las apreturas, Ciencias y Formación del Profesorado, es la única solución visible para salvar al menos el corto plazo. “La Universidad tiene que optimizar sus recursos, no somos los dueños de la facultad”, asiente Juan Ramón Bahamonde, decano de Geología, adonde la necesidad ha llevado ya clases de Ciencias y Magisterio en algunas ocasiones.

El anuncio que el Rector hizo anteayer sobre sus planes para Llamaquique no le coge por sorpresa ni le desagrada, habida cuenta de que las aulas más grandes de su centro están libres por las tardes. La constancia de que la movilidad de alumnos por el “campus centro” de Oviedo no es nada que la necesidad no les haya obligado a hacer ya en alguna ocasión la confirma Francisco Blanco, decano de la Escuela de Minas, con la experiencia de haber cedido ya su salón de actos para las clases del doble grado de Matemáticas. Entonces “las cosas fueron bien” y a partir de ahora esa movilidad puede incluso asociarse a ventajas adicionales porque “crea una imagen de campus muy interesante”, un contacto entre estudiantes de distintas titulaciones que “enriquece”. Él ofrece además del salón de actos –para 300 personas, 70 con las restricciones del covid– “un par de aulas” que normalmente serían para cien asistentes y se quedan ahora en unos treinta.

Desde el lado de los “ahogados”, el decano de Ciencias, José Manuel Noriega, también agradece elevación a permanente y centralizada desde el rectorado una solución que hasta ahora se venía utilizando de modo puntual y mediante acuerdos bilaterales entre decanos. Su caso ilustra las apreturas que sufre el campus en el momento en que afirma que en condiciones normales “podríamos necesitar un aula fuera”, pero que con las restricciones de distancias de la pandemia, con separaciones de metro y medio y teniendo en cuenta las condiciones de su edificio y las dimensiones de sus dependencias, no podrían dar “ninguna clase presencial dentro de la facultad”. Por eso seguir buscando espacios en los centros próximos es el remedio que él ve también más adecuado, la solución “imprescindible” si el que habla es Celestino Rodríguez, decano de la facultad de Formación del Profesorado. “Antes de la pandemia ya dábamos alguna clase en Geología”, resalta con la convicción de que también para ellos una presencialidad total o intensiva con las exigencias de separación de la pandemia habría creado un serio problema de espacio.

Con distancias, su aula más grande llega a 54 alumnos, “y tenemos grupos de ochenta, noventa o cien”. Han hecho exámenes en el gimnasio, pero con las restricciones en el metro y medio actual todo se vuelve aquí “muy complicado”. Para él, como para todos, el alcance de la redistribución que plantea el rectorado dependerá de algo todavía no concretado, hasta dónde van a llegar la presencialidad y las restricciones de distancia con las que va a empezar el próximo curso. Pero sea como fuere “estamos ahogados” y el remedio no puede llegar de otra forma, conviene, que compartiendo espacios.

El plan que prepara el rectorado de la Universidad para reorganizar el “campus centro” se completaría con la habilitación de espacios para acoger a la Escuela de Ingeniería Informática en el edificio vecino del campus de los Catalanes que ahora alberga la Escuela de Medicina Deportiva.

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