Asturias registró en febrero un leve repunte en el recuento de nacimientos que no evita que el segundo mes de este año haya sido el segundo de la serie histórica con menos alumbramientos –solo por detrás de enero– ni que en el balance del arranque del año los fallecimientos (2.618) multipliquen por cuatro a los partos (651). Febrero añadió 327 nacidos, tres más que enero, y 1.177 muertes, para una resta de población por motivos vegetativos –por la mera diferencia entre decesos y alumbramientos, sin contar los efectos de las migraciones– de 850 habitantes en el segundo mes del ejercicio y de casi 2.000 en el conjunto de los dos primeros.
El promedio sale a once nacimientos y 44 muertes al día entre enero y febrero para configurar una resta diaria media de 33 residentes que rebasa ampliamente los 26 del resumen de 2020, de largo el año más negro que recuerda la crisis de natalidad y la demografía asturiana.
Son las cifras de los primeros meses que contabilizan íntegramente nacimientos de niños concebidos durante el confinamiento y las que permiten por tanto calibrar el efecto de la pandemia sobre la aguda crisis de natalidad asturiana. De momento, esos dos meses, y enero en peor situación que febrero, se han posicionado ya como los menos pródigos en entradas de nuevos asturianos al censo por la vía del alumbramiento de una serie histórica que no encuentra precedentes al menos desde la posguerra civil.