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Los docentes piden reformar la EBAU para que las pruebas sean menos memorísticas

“Hay que dejarse de parches y diseñar un examen de acceso a la Universidad que sea de verdad competencial”, opinan los profesores

Participantes en la EBAU del año pasado, en el Palacio de los Deportes de Gijón. | Ángel González

Para que el nuevo modelo de aprendizaje, menos memorístico y extenso, funcione en el Bachillerato debe reformarse la EBAU o prueba de acceso a la Universidad. Así lo creen los profesores asturianos, que piden que esa transformación no se quede solo en un cambio de nombre –con la ley Celaá volverá a denominarse PAU– y que las próximas pruebas sean más prácticas. “Hay que dejarse de parches y diseñar un examen competencial de verdad”, claman. El melón lo han abierto dos docentes de Luarca (Valdés), entre otros del país, en un foro organizado por el Ministerio de Educación para debatir sobre el nuevo currículo escolar –son los contenidos que se enseñan y se evalúan a los alumnos–.

Ricardo Saavedra y Coral Baz, del instituto Carmen y Severo Ochoa, aseguraron, ante la ministra Isabel Celaá, que las pruebas de acceso a la Universidad siguen hoy un esquema demasiado tradicional, en el que dominan los ejercicios de tipo memorístico. La institución académica asturiana, que es la organizadora de la prueba, no se posicionada a favor ni en contra de modificar la EBAU, pero sí advierte que cualquier decisión sobre la Selectividad deberá tomarse “en común”. Entre el profesorado, por su parte, hay unanimidad: el examen necesita un vuelco.

A Rosana Llanos, coordinadora pedagógica de ESO y Bachillerato en el colegio Montedeva de Gijón, además de profesora de Lengua Castellana en 2º de Bachillerato, le parece “crucial” cambiar la EBAU. “En nuestro centro ya llevamos años trabajando en competencias y en integración de saberes y todo lo que avanzamos hasta 4º de la ESO, se para llegando al Bachillerato”, comenta. Y en especial, en segundo curso. “Nos encontramos entre dos aguas: entre seguir fomentando el aprendizaje en el que creemos y entre centrarnos en la EBAU. Pero al final sucumbes, porque lógicamente queremos que nuestros críos vayan bien preparados a la prueba”, señala.

Entrando en su materia, Lengua Castellana y Literatura, Llanos asegura que no cree que el modelo actual “convenza a nadie”. “En los últimos años el examen ha cambiado, pero para adaptarlo a los estándares de las leyes. Pienso que sigue siendo un modelo defectuoso. Parchean, pero sigues teniendo el roto ahí”, manifiesta. A su juicio, es el momento de hacer “una prueba competencial de verdad”. Rosana Llanos se muestra especialmente crítica con el tratamiento que se le da a la literatura y, sobre todo, a las lecturas. “Me parece aberrante que durante toda la vida estemos inculcando a los chavales que tienen que leer y que luego en la EBAU la arrinconemos con un punto”, señala. En resumen, Llanos advierte que el Bachillerato no cambiará mientras la prueba de acceso a la Universidad no sea redefinida.

Liliana Díaz, profesora de Lengua Castellana y Literatura en el IES Escultor Juan Villanueva de Siero, es de la misma opinión. Dice que ahora que se está abordando el cambio del currículo, es el momento de repensar también la EBAU. La prueba de Lengua, por ejemplo, es “muy gramatical y poco competencial”, cuando la sintaxis, opina, “no es algo que les vaya a servir de mucho a los estudiantes en un futuro”. En contraposición, el ejercicio basado en una lectura solo vale un punto desde el año pasado, lo cual “es bastante incoherente si se tiene en cuenta que pasamos toda la ESO peleando para que tengan un hábito de lectura”. La consecuencia directa de esa escasa puntuación es que los bachilleres pasan de las lecturas. Díaz considera que en la futura EBAU sería interesante incluir la expresión oral, algo que hoy es “fundamental” para cualquier trabajo e, incluso, para encontrarlo (en las entrevistas).

Simón Cortina es director del colegio Corazón de María de Gijón y profesor de Historia de la Filosofía en 2º de Bachillerato. “Si la apuesta –dice– por cambiar el modelo educativo es real, necesariamente la EBAU tiene que sufrir una transformación”. Un giro que a su juicio “no puede quedarse únicamente en un cambio de nombre”. Cortina insiste en que en las aulas hace falta una educación que, sin renunciar a lo memorístico, tenga en cuenta lo competencial; “es decir, qué sabe hacer el alumno con aquello que ha aprendido”. “Hay que trabajar en las aulas por un aprendizaje más significativo, más orientado a la vida”, asegura.

El profesor del Codema continúa con su reflexión: “En la elaboración de los nuevos currículos se hace necesario una revisión y selección de contenidos, no pueden resultar tan recurrentes y repetitivos en los diferentes niveles. Los centros deben ganar en autonomía pedagógica real y permitirse una mayor flexibilización de horarios conjuntamente con un menor número de alumnos por aula”. Y el mismo enfoque debe aplicarse a la evaluación. Según Cortina, “hay que entenderla y aplicarla de forma que realmente ayude a la mejora del alumnado. No puede limitarse a unos exámenes o pruebas objetivas en sentido tradicional”. Y si un alumno realiza su proceso de aprendizaje de esta forma, concluye, “en el momento de acceder a la Universidad, las pruebas deberían estar en consonancia con lo que ha sido esa opción pedagógica”.

Bernardo Roces, docente de Lengua Castellana en el IES Cuenca del Nalón, en Langreo, está también a favor de un cambio “profundo” en la EBAU. Esta modificación, no obstante, no se puede hacer de un día para otro, comenta, sino que hace falta “sentarse y tomar una decisión consensuada entre todos”. “Todo lo que no sea repetir como papagayos lo veo bien, pero también creo que tiene que haber un equilibrio entre lo práctico y lo teórico. Y eso hay que hacerlo con calma y con precisión”, indica. Hasta ahora, lo que se ha hecho con la prueba de acceso a la Universidad es poner “parches” y eso no es suficiente desde su punto de vista. La mayor opcionalidad con la que cuentan ahora, a raíz de la pandemia, los exámenes tampoco favorece. Según Roces, la EBAU se ha convertido “en una especie de coladero”: “Todo el mundo pasa”. Pone como ejemplo la prueba de Lengua Castellana y Literatura, en la que los alumnos pueden aprobar (sacar 5 puntos) con solo hacer la sintaxis y el ejercicio morfológico. Así no es de extrañar que sus estudiantes le digan: “Profe, pasamos de las lecturas obligatorias”. “Los alumnos están dejando de lado, y lo comprendo, las cuestiones más duras, como son las lecturas y la teoría”, puntualiza.

El aumento de interinos, uno de los principales obstáculos para realizar proyectos cooperativos

Aparte de cambiar la EBAU, los profesores Ricardo Saavedra y Coral Baz, del IES Carmen y Severo Ochoa de Luarca, propusieron en el foro nacional “Nuevo currículo para nuevos desafíos” realizar evaluaciones “realmente flexibles”. También plantearon la necesidad de seleccionar los saberes necesarios, porque “menos es más”; de integrar conocimientos, destrezas y aptitudes, de forma que “el fin último sean las capacidades y los conocimientos se conciban como un medio para conseguirlos”; y de dar una formación eficaz al profesorado, presentando “un plan seductor”. Por otro lado, los docentes pidieron flexibilizar horarios y ámbitos de conocimiento, ya que uno de los principales problemas de su día a día es la rigidez horaria y departamental para llevar a cabo proyectos interdisciplinares.

Ricardo Saavedra y Coral Baz llevan años especializados en el aprendizaje cooperativo y basado en proyectos que ahora la Ministra Celaá quiere extender a centros de toda España. Y de su experiencia han llegado a la conclusión de que el enfoque competencial enriquece a los alumnos, los motiva y, encima, los resultados académicos son “excelentes”. “Es difícil encontrar suspensos en nuestras clases”, afirman. Pero de esa experiencia también han extraído sombras. Dos de ellas son que los distintos departamentos dentro de un mismo centro funcionan a veces como islas y que en los institutos asturianos hay un elevado número de profesores interinos. Sin ir más lejos, en su centro el porcentaje de contratos temporales asciende al 40%. “Eso implica que hay que empezar desde cero la formación cada curso y eso es costoso”, sentencian.

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