Asturias acumula desde que se inició el año más de 850 incendios forestales, sobre todo en los meses de febrero y marzo. Durante el mes pasado, las intervenciones en fuegos forestales supusieron el 43 por ciento de las 630 salidas de los Bomberos del Servicio de Emergencias (SEPA). Aunque son cifras inferiores a las del año pasado y 2019, no lo son respecto al año 2018, lo que demuestra que ni siquiera la pandemia ha supuesto un descenso en la presión del fuego sobre el monte asturiano.

Enero se abrió con 58 incendios, que se multiplicaron por cinco en febrero, con 270 intervenciones por fuegos forestales. Marzo registró aún más incendios, contabilizándose 273 intervenciones, y eso que fue un mes lluvioso, al menos en su primera mitad. Sin embargo, a finales de mes de multiplicaron los fuegos, de forma que el 1 de abril se registraron 45 incendios a la vez, lo que obligó a la activación del Plan de Protección Civil de Emergencia por Incendios Forestales (Infopa). En las tres primeras semanas de este mes se contabilizaron un total de 251 salidas relacionadas con fuegos forestales, 155 por incendios de más de una hectárea y 96 por conatos, fuegos con menos de una hectárea afectada.

Incendio de Carondio

Ninguno de estos incendios alcanzó las 500 hectáreas, que es el límite para considerarlos graves. No obstante, la coincidencia de tantos incendios obligó a pedir la intervención de medios de fuera de la región, como la brigada de refuerzo contra incendios forestales con base en la localidad cántabra de Ruente, que ayudó a apagar el fuego de la sierra de Carondio, una emblemática zona protegida del concejo de Allande, donde se encuentra el alcornocal de Boxu, y que está muy cerca del Valledor, áreas muy castigadas por incendios recurrentes.

El próximo viernes finaliza la temporada de alto riesgo por incendios forestales. Se trata de una época del año en la que se producen numerosas quemas que pueden desmandarse, sobre todo si hay fuertes vientos del Sur. A pesar de ello, no se han establecido vigilancias preventivas por parte de los guardas de Medio Natural, una de sus habituales reivindicaciones.

La próxima etapa de riesgo, considerado medio, será entre el 1 de julio y el 31 de octubre, otro momento de proliferación de fuegos por las altas temperaturas del verano y la subsiguiente sequía, que hace que los fuegos puedan extenderse muy rápidamente por el monte, como ocurrió en octubre de 2017 en el suroccidente asturiano. Unos años antes, en 2015, la ola desatada de fuegos se produjo en el mes de diciembre, coincidiendo con un otoño muy seco y caluroso.

Los expertos resaltan que la ausencia de medidas de silvicultura y aprovechamiento de la biomasa hace que en los montes asturianos se acumule mucho combustible natural, lo que supone un alto riesgo de incendio. También la mayor afluencia de personas al monte, debido a la pandemia.