Hay personas cuya actitud vital se convierte en un ejemplo de vida. En enero de 2020, en el gimnasio de La Fresneda, el neurólogo José María Asensi Álvarez (Oviedo, 1959) notó que sufría una crisis olorosa. Fue el inicio de una terrible enfermedad, autodiagnosticada, que pese a todo no ha conseguido borrar la sonrisa de su boca: un tumor cerebral incurable (un gliobastoma). Desde entonces y aunque el cáncer le ha obligado a dejar su trabajo, el médico ovetense se ha crecido ante la adversidad. Tan es así que ha creado un blog (“asensineurologo.es”) para ayudar a sus pacientes de párkinson, patología a la que ha dedicado buena parte de su carrera profesional. Por todo ello, por ser ejemplo de entereza ante una enfermedad devastadora y derrochar generosidad y vitalidad aún en los peores momentos, Asensi ha sido distinguido como “Asturiano del mes” de febrero de LA NUEVA ESPAÑA.

El neurólogo “Coté” Asensi, “Asturiano del mes”, ejemplo de entereza ante la adversidad

El neurólogo relató a este periódico su historia de superación cuando se cumplía poco más de un año del terrible diagnóstico de su tumor. José María Asensi –”Coté” para los más cercanos– fue operado por el neurocirujano del Hospital Universitario Central de Asturias (HUCA) Julio César Gutiérrez el de 2 febrero de 2020. Y lo primero que hizo cuando le dieron el alta fue “la locura de las locuras”: convocar una comida en casa con más de cincuenta personas, entre ellos amigos de diferentes puntos de España. A todos ellos les dedicó unas palabras. Les alabó y les dijo “lo que de verdad pensaba” de ellos. Si para algo le ha servido la enfermedad a Asensi es para darse cuenta de que “en la vida he tenido mucha suerte”. “No me enteré de todo hasta en ese momento”, confesó a este diario.

El merecedor de la distinción como “Asturiano del mes” de febrero de LA NUEVA ESPAÑA es nieto, sobrino y hermano de médicos, y padre de dos médicos residentes (un varón y una mujer) y de una estudiante de segundo de Medicina. Se casó en 1992 con Isabel Miranda. Tienen cinco hijos nacidos en un intervalo de poco más de cinco años. José María Asensi es el mayor especialista asturiano en la variante humana de las “vacas locas”; en el año 2000 fue nombrado coordinador clínico en Asturias de esta enfermedad. Asimismo, fue profesor asociado de la Universidad de Oviedo.

Su decisión de escribir un blog dirigido a los enfermos de párkinson le mantiene, en cierta medida, cerca de la consulta. “Tenía enfermos a los que no iba a volver a ver, y pensé qué forma tendría de ayudarles en algo”, resume. Ayudarles con artículos en los que les da consejos.

Asensi no teme a la muerte. “Hace un año habría firmado estar como estoy; me toca disfrutar de mi mujer y mis hijos”, afirma. De hecho, cuando le dijeron que padecía un tumor incurable pensó que “con 60 años estaba en la cresta de la ola y que a partir de entonces empezaba la cuesta abajo”. Y pensó de nuevo: “Hasta los 70 sí, pero más allá no. Es una calidad de vida en declive”. Él atribuye esa envidiable entereza a que el cáncer le produjo un edema en el lóbulo frontal del cerebro y que, como consecuencia, quedó desinhibido. Bendita desinhibición.

Las enseñanzas de Coté

Por Paco García

Coté sabe que la partida de la vida le ha ofrecido, como medida de gracia, una bola extra, que el cáncer incurable que padece le puede tener las horas contadas en el reloj de arena de los días. Pero las horas son meses o incluso años cuando se teje el azar por el que se conduce, en ocasiones burlona, la existencia. Coté es neurólogo, un sabio hace veinte años en el tratamiento de la incidencia en humanos de la enfermedad de las “vacas locas” y hoy un doctor acogido a una baja que atiende a sus pacientes por vía digital, para guiar sus angustias y ofrecerles consejo y consuelo. Disléxico convencido, sublimó una tara lectora infantil para convertirse en galeno relevante que piensa que su abuelo, Celso Álvarez, reconocido médico de Belmonte, también padecía idéntico contratiempo. Como su hija Isabel, a la que de niña quisieron empujar al pelotón de los torpes y que hoy, con notable expediente, estudia medicina, profesión que ejercen dos de sus hermanos mayores, y que días atrás quedó impresiona al ver, en un centro comercial, la foto de su padre en la portada de varios ejemplares del periódico.

Coté, que agradece a un edema en el lóbulo central de su cerebro una sobrevenida desinhibición, facultad que le autoriza a manifestar a cada cual lo que piensa sin el nudo de cualquier mesura, y que hizo la mili en Jaca, quiso ser militar, como su padre. Pero la disciplina familiar corresponde a su esposa, Isabel, un encanto de mujer que dibuja con su mirada el vaivén de las mareas que mecen la ría del Eo.

(Coté es el nombre coloquial de José María Asensi Álvarez, el médico cuyo testimonio vital conmovió días atrás a los lectores de este periódico).