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El grito de auxilio de orquestas y feriantes: “Estamos asfixiados”

Ambos sectores acumulan 19 meses sin ingresos ni ayudas y su futuro pinta “grave”

David Rodríguez, con su atracción, metida en una nave. | LNE

Todas las miradas están puestas en la hostelería y ésta, más mal que bien, ha podido reanudar la actividad, por lo menos a medio gas. Nadie se fija sin embargo en dos sectores que, no por dar de comer a menos familias, dejan de tener su relevancia. Los feriantes llevan sin ingresar un euro, ni recibir ayudas, desde octubre de 2019. “No podemos más, solo pedimos que nos dejen trabajar”, dice el feriante Antonio Fra. Las últimas medidas que entran en vigor hoy viernes permiten la instalación de hinchables, pero bajo unas condiciones draconianas: debe haber una presencia máxima de cuatro menores, que no pueden ser mayores de 11 años. El otro sector que lleva más de un año suspendido es el de las orquestas. “Estamos asfixiados económicamente y lo que se avecina es catastrófico, porque no hay protocolos para hacer eventos públicos, aunque ya están anunciado actuaciones en Gijón y Avilés”, indica por su parte el promotor y representante Richard Barbón, de la Asociación Española de Agencias y Profesionales del Espectáculo.

El promotor y representante Richard Barbón. | Miki López L. Á. VEGA

A los feriantes les cogió la pandemia en el peor momento, dejando a más de cien familias sin sustento alguno. “Dejamos de trabajar en octubre de 2019. De octubre a abril es cuando hacemos las revisiones e inspecciones técnicas, que tiene que realizar un ingeniero industrial. Son unos gastos que pueden subir hasta los 5.000 euros. El año pasado, después de hacer ese gasto, nos dijeron que no podíamos salir”, explica Antonio Fra. El problema, añade, es que en el resto de las comunidades autónomas “han permitido volver a la actividad, menos en Asturias, nos sentimos discriminados”.

Fra resalta que están arrostrando toda esta debacle “sin ayuda alguna”. “Llevamos 19 meses con cero ingresos, y todos tenemos hipotecas que pagar. Todo esto está acabando con el trabajo de setenta años. A la hostelería se le ha permitido abrir al 40 o 50 por ciento, pero a nosotros no se nos permite ni el beneficio de la duda”, añade. Cerca de su casa hay dos parques infantiles “llenos de niños y sin medidas de seguridad. ¿Por qué no nos dejan a nosotros?”.

Los feriantes se han reunidos con representantes municipales por toda la región, anteayer miércoles en Gijón. “En Langreo, San Martín del Rey Aurelio o Laviana nos dicen que no tienen inconveniente en dejarnos instalar, pero que todo depende del Principado, la pelota está en el tejado de Adrián Barbón”, sentencia este veterano feriante.

Tras este parón hay auténticos dramas familiares. David Rodríguez, padre de tres hijos, explica que cobra 700 euros del seguro de autónomos, pero tienen 1.100 de gastos fijos. “Es una ruina. Tengo que pagar hipoteca, luz, teléfono y mis hijos tienen que vestir y calzarse. Es una discriminación absoluta lo que sufre este sector. Necesitamos empezar en la nueva normalidad, que nos dejen trabajar. Estamos tirando de la familia, pero si cae uno, caemos todos, porque todos nos dedicamos a lo mismo. Vamos de mal en peor”, asegura. Tiene la atracción en la nave de un amigo en Gijón. “Da dolor verla, solo te la puede comprar otro feriante”, asegura. Por eso espera que el Gobierno levante un poco el pie y les permita trabajar por San Juan y hasta octubre. “Luego trabajaríamos por Navidad y así podríamos recoger algo”, aventura. Pero la perspectiva no es buena. “Las comisiones de festejos empiezan de cero y las habrá comisiones que no puedan organizar nada”, cree.

El palo a las orquestas

El otro sector al que la pandemia y las restricciones han partido por la mitad es el de las orquestas que actúan en las fiestas de prao. Tal es el palo, que muchos músicos han buscado trabajo de otra cosa. “Se han buscado la vida en supermercados, en tiendas, en mil cosas... Muchos de ellos son gente que han estado formándose siete años, empleados muy especializados, y que no van a volver a la actividad”, explica el promotor Richard Barbón, lavianés como el presidente del Principado. “Hay 1.900 personas en este sector en Asturias, con cero ingresos desde el 14 de marzo del año pasado”, añade. Eran conscientes de que serían “los últimos en arrancar”, pero el ninguneo que están sufriendo está poniendo en riesgo toda la estructura empresarial que hay detrás. “Los hosteleros están llevando la atención y nosotros no figuramos en ningún lado. Hubo que asociarse para ser escuchados. Tenemos derecho a ayudas, que deberíamos haber empezado a cobrar la semana pasada. La consejera dijo que empezaríamos a cobrar esta semana y estamos ya a finales y no hay visos de recibir el dinero. Que nos den las ayudas ya, estamos asfixiados”, asegura.

Los empresarios del sector recibieron créditos ICO para pasar los primeros meses de la pandemia. Siguieron pagando autónomos y acumulando deudas, y ahora se encuentran con que tienen que pagar los préstamos sin poder trabajar. “Yo por ejemplo, tengo que desembolsar 6.000 euros mensuales, con cero ingresos. Hemos estado pagando para nada ¿Qué hacemos? ¿Damos de baja la actividad?”, se pregunta. El sector está tan bajo que “no hay humor ni para manifestarse”

“Que nos paguen las ayudas que nos prometieron”, pide el promotor y representante Richard Barbón

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Dada la naturaleza de este negocio, pocos trabajadores, los músicos, pudieron acogerse a los ERTE, y han tenido que dedicarse a las actividades más variopintas. Tamara Merino, que recaló en la orquesta Tekila de Asturias tras hacer parte de su carrera en Galicia, ha terminado montando un negocio de estética. “A mí me gusta todo lo que tiene que ver con el arte, y también puede ser creativo arregla unas uñas”, comenta. Cuando llegó de Galicia estuvo trabajando un año en Asturias y llegó la pandemia. “No tenía ERTE ni ningún tipo de ingreso, así que con lo que tenía ahorrado y una ayuda de mi abuela y mis padres monté este negocio en Oviedo”, explica. No recibió ninguna ayuda. “Las que cobraron algunos compañeros tuvieron que devolverlas”, señala. Esta joven, que tiene incluso página de fans en Facebook, asegura que no va a volver. “Quería ir desvinculándome de la noche, pero no tan pronto. Me hubiera gustado disfrutar unos años más. Ahora tengo una vida de día”, asegura. Y sí, a veces se sorprende cantando mientras trabaja: “Lo tengo metido muy dentro”.

Otro que ha tenido que colgar el micrófono es el gradense José Manuel Rodríguez, Pepo, cantante y gerente de la Orquesta Klibre. Ahora es carnicero en Alimerka. “Primero tiré de los ahorros, pero llegó un momento en que me vi obligado a mandar currículos. En diciembre me ofrecieron hacer un curso de carnicero y tuve la suerte de que me cogieran. Otro del grupo están dando clases, trabajando en centros comerciales”, cuenta. El cambio ha sido brutal. “Trabajar en lo que te gusta es un privilegio, ahora aprecio lo que tenía”, añade. Ahora tiene el camión con el material en una nave en Avilés, y sigue pagando créditos y alquileres. Eso sí, no arroja la toalla: “Volveré”.

Pepo Rodríguez, en la imagen principal en una actuación de "Klibre", y en la miniatura en su nuevo trabajo de carnicero. LNE

De cantante a carnicero en un supermercado

Pepo Rodríguez ha dejado de actuar en verbenas y romerías al frente de su Orquesta Klibre para dedicarse a preparar filetes y chuletas en el Alimerka, un trabajo que considera toda una suerte, dado el estado catastrófico del sector musical. El problema es que está pagando el camión y el material de la orquesta sin que haya recibido ayuda alguna ni visos de que pueda reanudarse la actividad. Eso sí, lo está deseando porque lleva la música en la sangre.

En la imagen principal, Merino en una actuación. En la miniatura, en su negocio Orquestas Galicia

De diva de la noche a cuidar uñas y cejas

Tamara Merino encandilaba a los espectadores de sus conciertos con su voz y belleza, pero ha tenido que buscarse la vida con un negocio de estética en Oviedo. Le hubiese gustado seguir en el negocio un poco más pero ya no volverá a las fiestas de prao. “Voy a seguir cantando, pero no en las verbenas. Esta joven se alegra de su nueva “vida de día” y se sorprende a veces cantando mientras le arregla las uñas a una clienta. Y es que lleva el arte muy dentro.

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