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Daniel Ripa Secretario general de Podemos Asturies

“La protección social que impulsó el Estado no cala; debemos ser más ambiciosos”

“Con Pablo Iglesias teníamos un liderazgo mediático que generaba afectos y desafectos; ahora necesitamos mil ‘pablos’”

Daniel Ripa, en la Junta General. | FERNANDO RODRÍGUEZ

Daniel Ripa, secretario general de Podemos y portavoz parlamentario, cree que su partido debe iniciar un proceso de reorganización para recuperar el espacio de votantes ansiosos de cambio y que, tras la marcha de Pablo Iglesias, el partido necesita multiplicar sus voces: “Debemos tener mil ‘pablos’”.

–¿El resultado electoral en Madrid pilló por sorpresa?

–Siempre somos optimistas con que podremos cambiar las cosas. Nuestra esperanza era impulsar ese cambio en Madrid.

–¿Y por qué esa victoria arrolladora de Isabel Díaz Ayuso?

–En gran parte por el estado anímico de la sociedad. Conecta con el cansancio de la pandemia y se aprovecha de la necesidad de un horizonte nuevo. Eso no se puede minusvalorar.

–No puede ser solo eso.

–Hay otros componentes. A la par, se percibe que muchas grandes medidas sociales que ha impulsado el Gobierno este año no han calado en la sociedad. Han llegado los ERTE, pero no el Ingreso mínimo o mejoras en otros ámbitos, como las pensiones... Para que se perciba esa protección social del Estado hay que tomar medidas más ambiciosas. También hay un elemento crítico con el gobierno central y eso hay que leerlo y trabajar para solucionarlo. Ayuso no propuso medidas, ganó a pesar de su gestión. No olvide que fue la persona responsable de un abandono inédito a miles de mayores en las residencias. A pesar de eso, consigue ganar sin hablar de su gestión ni prometer nada. Es increíble. Ha sido más bien una batalla cultural. Hay otros aspectos relevantes: Ayuso tiene un ecosistema mediático que la ha lanzado como la Juana de Arco de Madrid. Aparte, promueve la idea de convertir a Madrid en el Luxemburgo de España: un territorio con condiciones especiales, que crece a costa de las periferias, en el que hacer negocios y que empobrece otras comunidades. Ese es en parte el proyecto del PP en Madrid durante 24 años. Más aún: plantea una fiscalidad que favorecerá a los de siempre y empequeñecerá el sistema de salud pública. Los aplausos de los médicos en Madrid se dedicarán a otra cosa, no a políticas públicas. Y por último: Ayuso ha mimetizado el discurso que hacía Vox los primeros meses de la pandemia, el de la derecha populista y trumpista. La sociedad pierde la memoria porque vive bombardeada por burbujas de información, y la política se basa en discutir las últimas barbaridades que alguien dice.

–¿Y qué lectura hace?

–Tenemos que contraponer medidas materiales que se perciban. Y esa reflexión sí es extrapolable a Asturias. El Principado lleva meses hablando del fondo de rescate, pero para la hostelería y el comercio ese fondo apenas cubre el 20% de las pérdidas. Los gobiernos progresistas tienen que ofrecer avances que lleguen a los ciudadanos.

–¿El PSOE es el peor parado?

–La demolición del espacio político de Ciudadanos hace más fuerte al PP y el PSOE pierde ese aliado que buscaba. Los naranjas acaban como un partido zombi y el PSOE tiene los peores resultados de la historia en Madrid. Pero ahí hay una cuestión relevante: los resultados del PSOE son similares a los de 2015. Y el voto del espacio que suponen Más Madrid y Unidas Podemos también se parece al de entonces. Hay un espacio que no es de Podemos ni de izquierdas, sino que es de cambio. Que desde el 15-M es visible, y que tiene dos claves: cierto descontento territorial con el modelo de periferias que pierden peso ante centros económicos que lo ganan, y luego un descontento social por la transformación del mercado de trabajo que deja a ciertas generaciones en situaciones más precarias. Esos sentimientos no conectan con los partidos tradicionales y eso hace imposible que vuelvan a hacerlo.

–¿Puede Podemos recuperar ese espacio?

–Creemos que sí, que puede volver a Podemos en el ámbito estatal. Que votos regionales a Más Madrid o el BNG vayan a Podemos. En Asturias Podemos obtuvo un 31% en 2015 y el 24% en 2016. En parte, los últimos movimientos van en esa dirección.

–¿Se refiere a la salida de Pablo Iglesias?

–Sí, cuando él dice que ha sido un chivo expiatorio y que le atacan a él para erosionar al partido, pero que con otros liderazgos se puede ganar la Presidencia.

–¿Fracasó en su objetivo?

–Pretendía incrementar la participación, y eso se consigue: Podemos sube. Pero esa participación no ayuda al cambio. Más Madrid sube también, pero el PSOE no.

–¿Se equivocó al tensar la polarización?

–Nuestra sociedad ya está polarizada. Lo que Pablo Iglesias hizo en la campaña fue poner encima de la mesa un problema: si un partido hace campañas contra los derechos humanos, repite fórmulas propias de los nazis, alienta portadas llamándole rata, se producen amenazas de muerte... entonces hay un problema sobre los límites democráticos. En España hemos normalizado cosas que hace cinco años no lo eran. En algún momento hay que decir basta. Pero piense que Pablo Iglesias cogió un descontento social en 2014, lo canaliza para entrar en las instituciones, consigue alcaldías, impulsa cambios, saca a Rajoy del Gobierno, logra cuestiones como la subida del salario mínimo y, estando como vicepresidente no duda en irse a la primera línea. Ha conseguido algo fundamental, articular una cogobernación del Estado con las periferias tendiendo puentes, como con Cataluña. Y el país no está ahora más roto que hace cuatro años; al contrario.

–¿Podemos sin Pablo Iglesias corre peligro de fragmentarse?

–No pasará. Cambiará el modelo de organización. Antes teníamos un liderazgo mediático que articulaba afectos y desafectos; ahora necesitamos mil “pablos” para ganar a la gente. Si la pregunta es si Podemos no existe sin Pablo Iglesias, no. Somos un partido que se parece a la mayoría de la población: la que está a favor de que pague quien más tiene, la que defiende el gasto social para tener buenas prestaciones, la que cree que había que subir el salario mínimo. Esa es la fuerza de Podemos.

–Usted fue crítico con Iglesias en alguna ocasión.

–Lo que hay que reconocer ahora es el acoso al que fue sometido. Los escraches que hacíamos eran de una hora, para denunciar una situación. Con él han estado un año acampados ante su casa. Ningún demócrata puede entender eso como normal.

–Luces y sombras del gobierno regional durante la pandemia.

–¿Qué está haciendo al margen de ella? Nada; no hay cambios. Salimos de la crisis con los mismos problemas: desatención en dependencia, listas de espera en Sanidad, no se ha cambiado la política industrial. La política sanitaria por la pandemia ha sido positiva en parte, pero no siempre. Y lo que es dramático es que hubiese cierres y que las ayudas lleguen seis meses después.

–En política industrial, IU afea que Sofía Castañón no sea combativa para defender los intereses de Asturias.

–No es cierto. Fue de las primeras en pedir una intevención en Aluibérica o en Duro.

–¿Más empleo, pero cuestionan la implantación de Amazon en Siero?

–La cuestión no es esa. Primero, llama la atención la Asturias de dos velocidades: una para nuestras empresas y otra si una multinacional toca a la puerta. Si todos los proyectos fuesen al ritmo que las licencias para Amazon igual no necesitábamos que nadie viniese a salvarnos. Segundo: los informes internacionales advierten de la pérdida de empleo en pequeño comercio y grandes superficies por las compras por internet. Lo que llama la atención es que el Gobierno asturiano considere que eso es el futuro. Barbón debería estar diciendo lo que dijo en su día la alcaldesa de Gijón: “Yo no compro en Amazon”. Pero estoy seguro de que en cinco años oiremos al PSOE decirlo.

–Tocan primarias en el otoño. ¿Volverá a presentarse?

–Ahora estamos trabajando en lo que corresponde: dar respuesta a la crisis por la situación sanitaria. Eso será cuando toque y colectivamente se marque donde debo estar.

–¿No es una decisión personal?

–Las decisiones son siempre colectivas, según lo mejor para la organización. No obstante, le recuerdo que Asturias es el único lugar en el que Podemos supera el 10%, donde se ha optado por una estrategia de feminización, se han impulsado acuerdos con el PSOE basados en contenidos y hay una línea ética: yo dono la mitad de mi sueldo. Tenemos además una política muy pegada al territorio. En el último año hemos aumentado la pluralidad de voces y portavocías, en esa idea de que haya mil “pablos”, mil personas que puedan hablar.

–La cooficialidad tiene mayoría en la Junta.

–Ya no es problema de mayorías, sino de plazos. Una vez aprobado aquí tiene que llegar al Congreso y ratificarse. Lo responsable sería acelerar al máximo. Soy partidario de que la reforma estatutaria incluya más cosas y de que cuente con el máximo respaldo, pero el riesgo está en los plazos en el Congreso. Fíjese que el martes defiendo allí una iniciativa que data de 2017.

–La polémica será cómo articular esa cooficialidad.

–De ese modelo se hablará y tendremos tiempo, pero el documento estatutario tiene que llegar al Congreso cuanto antes. Creo que las posiciones contrarias a la protección al asturiano son minoritarias socialmente. De lo que se trata es de garantizar un derecho lingüístico. Somos una isla en cuanto a eso respecto a otras autonomías.

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