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El veto a la ley de Sanidad en el Congreso dispara el “malestar” en la izquierda con el PSOE

IU y Podemos cuestionan la “pretendida” influencia de los socialistas asturianos, que alegan que “el fondo de la propuesta” de la Junta no se rechazó

Los diputados autonómicos Ovidio Zapico (IU), Daniel Ripa (Podemos) y Dolores Carcedo, el pasado martes, con la presidenta del Congreso, Meritxell Batet.

De forma inesperada, y alguien dirá que innecesaria, una votación a 442 kilómetros aumentó el martes la distancia política entre Madrid y Asturias y entre las fuerzas de la izquierda asturiana. El rechazo en el Congreso de la proposición de ley de sanidad universal, alumbrada en la Junta General del Principado, defendida in situ por los grupos de la izquierda de la cámara autonómica y tumbada en las Cortes con los votos contrarios del PSOE y la abstención de Unidas Podemos, ha aumentado un punto la tensión y la decepción mutua en la zona progresista de la política regional. De todos con todos y de algunos consigo mismos. El viaje a Madrid que tres diputados autonómicos de PSOE, Podemos e IU hicieron en balde, para ver cómo ninguno de sus grupos en el Congreso respaldaba la propuesta que defendían, deja una “amarga” sorpresa en IU y en Podemos, un “mal cuerpo” al hilo de la constatación de que “la pretendida cercanía entre Adrián Barbón y Pedro Sánchez es una maldición para Asturias”.

El martes, el grupo socialista en la Cámara Baja no especificó ni justificó explícitamente el sentido de su voto en la intervención que hizo en su nombre la diputada asturiana Luisa Carcedo. Después, arguyeron que la disposición asturiana para blindar por ley la universalización del acceso a la sanidad pública, aprobada en la junta en 2017 y pensada para revertir los recortes introducidos en 2012 por el Gobierno de Rajoy, es redundante con el real decreto de corrección de estas barreras aprobado ya en 2018 por el Ejecutivo de Pedro Sánchez. En esa línea, la portavoz socialista en la Junta, Dolores Carcedo, quiso aclarar ayer que “el resultado de la votación no refleja en absoluto el rechazo al fondo de la propuesta, la universalización de la sanidad, que el Congreso comparte mayoritariamente”. Solo evidencia “cómo el paso del tiempo ha rebasado los términos de la iniciativa, pensada ya en 2015 para dar respuesta a la situación creada por los recortes sanitarios del decretazo del PP de 2012 y aprobada en 2017”. En la España actual, remarca, “el Gobierno socialista ya revirtió aquella situación de merma de derechos sanitarios, fundamentalmente vía decreto ley en 2018, y trabaja en el anteproyecto de ley de medidas para la equidad, universalidad y cohesión del sistema nacional de salud”.

“Un desaire inaceptable”

IU niega la mayor: el Gobierno de coalición sí revirtió a través del mentado real decreto aquellas barreras para la sanidad de los inmigrantes y otros colectivos vulnerables, pero el derecho a la salud sigue sin estar garantizado en España en una norma con rango de ley. Alejandro Suárez, miembro de la Colegiada y secretario de IU de Asturias, experimenta “una sensación muy amarga” cargada de perpleja incomprensión, porque toda su información apuntaba a un voto favorable y a que la “mayoría de izquierda” haría su trabajo en el Congreso. No fue así y “no entendemos que el PSOE vote en contra de una iniciativa para legislar la universalización de la salud a todos los españoles”, ni la abstención de Unidas Podemos ante un texto al que sí se adhirieron “otras fuerzas de la izquierda”. “Es inaceptable el desaire que se ha hecho a la Junta” y “no lo podemos pasar por alto”, resalta. El socio preferente del PSOE en Asturias experimenta “un malestar creciente” a la vista de que “llueve sobre mojado, sobre todo en materias tan importantes como la industrial, donde no encontramos una sensibilidad hacia Asturias en la mayoría gubernamental”.

Hay quien empieza a ver detrás de los votos del PSOE otro síntoma de desconexión en el interior del entramado político socialista. Otra disonancia que se añade a las brechas abiertas entre el Gobierno socialista asturiano y su matriz ideológica nacional a cuenta de la política industrial, de los ritmos y compensaciones por la transición energética, o a la discrepancia sobre la elevación del nivel de protección del lobo que el Gobierno de coalición impulsa en Madrid y el autonómico denuesta sin titubeos.

Una “maldición”

El portavoz de Podemos en la Junta, Daniel Ripa, uno de los tres diputados asturianos que el martes viajaron a Madrid para nada, observa “un problema estructural” de “desdén”, perceptible a su juicio incluso en “los murmullos” del Congreso durante la intervención de Dolores Carcedo. Abunda en que este bloqueo socialista se suma a otros, también habla de industria e identifica un síntoma de déficit de encaje territorial en el Estado. Políticamente, ve que “esa pretendida cercanía de Adrián Barbón con Pedro Sánchez no es una suerte, sino una maldición para Asturias. Y no quiere decir que Barbón influya sobre Sánchez, sino que este tiene capacidad de influir sobre la agenda asturiana paralizando iniciativas buenas para la región”.

En la oposición parlamentaria asturiana, mientras tanto, hay también quien aprovecha la ocasión para reafirmar convicciones. La portavoz del PP, Teresa Mallada, encuentra “una prueba más del nulo peso del Gobierno de Barbón ante el Ejecutivo central” y una confirmación de que “el PSOE de Barbón no convence ni a los suyos”. Susana Fernández (Ciudadanos) constata “la nula relevancia política que tiene el Gobierno del Principado en Madrid y de la descoordinación, falta de interés y de comunicación de PSOE, IU y Podemos y sus representantes en el Congreso” e Isidro Martínez Oblanca (Foro) opta por urgir la reforma de la financiación autonómica para dotar adecuadamente la sanidad. Ignacio Blanco (Vox) evalúa la proposición presentada como el efecto de “las ensoñaciones de una izquierda que ha perdido el contacto con la realidad”.

Gaspar Llamazares esperaba “un poco de generosidad”


Va por delante que “todavía no hemos reconocido como derecho ciudadano el derecho a la salud”, que la experiencia demuestra que la universalidad del sistema “se puede revertir en cualquier momento mediante real decreto”. O que la iniciativa que llegó anteayer al Congreso para su blindaje legislativo no era tan redundante con lo ya legislado como sostuvo el PSOE al rechazarla. El exdiputado de IU Gaspar Llamazares, en su día promotor de la proposición de ley de universalidad sanitaria que el martes encalló por sorpresa en el Congreso, “esperaba un poco de generosidad” y encontró corporativismo, resistencia a aceptar lo que llega a la cámara de un parlamento autonómico, por cierto “con competencia sanitaria”. “Decir que ha sido un traspiés probablemente sea poco”, avanza. Más bien “un tropezón que muestra cómo está la política”. “Prefiero que haya sido la improvisación antes que el menosprecio” al parlamento, afirma, y lamenta la cerrazón, los motivos –“por un problema de forma”– y lo que se deja traslucir respecto a la falta de consideración “con mis compañeros”, a los que se les dijo que la propuesta se iba a aceptar

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