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Un dolor “imposible de expresar” para despedir a la mujer asesinada en Laviana

“Era muy buena, demasiado”, dicen los cientos de personas que despidieron en Caleao a la víctima, a la que su exmarido asesinó con una escopeta

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Emotivo funeral por Teresa Aladro, asesinada en Laviana por su exmarido Juan Plaza

El dolor que se siente es imposible de expresar”. Este fue el mensaje que la familia de María Teresa Aladro Calvo, “Tere”, la mujer asesinada por su exmarido en Pola de Laviana en la madrugada del jueves, quiso lanzar en el funeral oficiado en la iglesia de Santa Cruz la Real de Caleao (Caso), su localidad de origen. Lo hicieron a través de las palabras del sacerdote, Roberto Mata, que agradeció en su nombre las “infinitas muestras de cariño” recibidas en estas “horas tan duras”.

Antes del funeral, padre hijo y hermano de la víctima –Serrano Aladro, Adrián Fernández y Manuel Aladro– recibieron el pésame de cientos de vecinos. “No puede ser verdad, esto no se lo merece nadie”, afirmaban los allegados de la familia, personas muy populares en el alto Nalón por su actividad profesional. El padre fue guarda en Caso durante décadas; su hermano es empresario turístico, con restaurante y apartamentos. Ella, María Teresa Aladro, que trabajaba en una residencia, también era muy conocida, sobre todo, “por su infinita bondad” y por su carácter, “siempre dispuesta a ayudar”. La lluvia que cayó buena parte de la mañana hizo un alto para que los amigos y vecinos de Tere pudieran despedirla. En Caleao fueron unas doscientas personas –muchas más de las que viven en el pueblo– de todo el concejo de Caso las que se acercaron a dar su apoyo a la familia. El hijo de la víctima, desconsolado, lloraba en el hombro de su abuelo a la entrada del templo.

María Teresa Aladro, en una cariñosa imagen con un bebé. Fotografía cedida por la familia

Previamente, la capilla ardiente se había habilitado desde el jueves por la tarde en el tanatorio de Pola de Laviana, donde residía la víctima. Allí fue un mar de gente la que mostró sus condolencias a una familia rota por lo ocurrido, pero al mismo tiempo, unida ante la adversidad, “esta lacra, la violencia machista, está entre nosotros, tenemos que acabar con ella”, afirmaba una de las allegadas de la víctima.

“Era una persona buena, a veces hasta demasiado”, subrayaban sus conocidos. Así era María Teresa Aladro, una descripción que también realizó el sacerdote Roberto Mata durante el funeral. Los crímenes machistas “son algo que la sociedad no puede aceptar. Esta sociedad, este concejo, esta parroquia, este pueblo, no lo hace”, subrayó el párroco. El alcalde de Caso, Miguel Fernández, deseaba que fuera “la última víctima de violencia machista” que hubiera que lamentar, y mostraba su “total apoyo” a la familia.

A la salida de la iglesia, esta vez sí, la lluvia. El féretro fue trasladado hasta el cementerio, a unos cientos de metros de distancia, por los vecinos y amigos de Tere, que portaban incontables ramos.

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