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La historia de un ataque de oso que los vecinos de Cangas del Narcea veían venir: “Llegan hasta nuestras casas”

“No se entiende qué pudo pasar; lo único, que se asustara de ella”, explica el yerno de la víctima, que está en el hospital con lesiones en cara y cadera

Habla el yerno de la mujer atacada por un oso: "No se entiende qué pudo pasar, lo único, que el animal se asustara"

Habla el yerno de la mujer atacada por un oso: "No se entiende qué pudo pasar, lo único, que el animal se asustara"

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Habla el yerno de la mujer atacada por un oso: "No se entiende qué pudo pasar, lo único, que el animal se asustara" Demelsa Álvarez

“Fue cuestión de segundos, el oso salió de un sendero a la carretera y se encontró de frente con la señora, levantó las patas de delante, dio un gruñido y le pegó un zarpazo que la tiró al suelo, luego se dio la vuelta y vino caminando hacia nosotros, pasó a nuestro lado y subió por el talud de la carretera”. Así describe José Pérez, vecino de Sorrodiles de Cibea, en Cangas del Narcea, el momento en el que un oso atacó en plena carretera que une su pueblo con el de Sonande a una vecina de este último, Carmen Suárez, de 75 años. Ella se encuentra ingresada en el hospital comarcal Carmen y Severo Ochoa de Cangas del Narcea, recuperándose de las heridas que el zarpazo le causó en la cara y a la espera de ser operada de la rotura de cadera que también le ocasionó el ataque.

José Pérez, junto a otro vecino de Sorrodiles de Cibea que prefiere no dar su nombre, fueron testigos directos del suceso que tuvo lugar sobre las nueve y media de la noche del domingo, en medio de una carretera que es usada tanto por los vecinos de Sorrodiles de Cibea como por los de Sonande, separados por 1,5 kilómetros, para salir a pasear durante el día y, sobre todo, a última hora de la tarde, cuando finalizan los quehaceres y los lugareños se animan a dar una vuelta y aprovechan para encontrarse y charlar. Una rutina que el domingo se vio truncada por un incidente que ha conmocionado a los habitantes de esta zona osera, que están acostumbrados a tener a los plantígrados como vecinos y que ya temían que tarde o temprano se diese un ataque a una persona.

Cangas

del Narcea

Sorrodiles

de Cibea

Genestoso

CN-4

Lugar

del suceso

Sonande

Vallado

CN-8

La Chabola

de Vallado

ASTURIAS

AS-213

La Farruquita

Brañas

de Arriba

LEÓN

Puerto de

Leitariegos

Cangas

del Narcea

Sorrodiles

de Cibea

Genestoso

CN-4

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del suceso

Sonande

Vallado

CN-8

La Chabola

de Vallado

ASTURIAS

AS-213

La Farruquita

Brañas

de Arriba

LEÓN

Puerto de

Leitariegos

Me pongo nervioso al recordarlo, pudo habernos atacado a nosotros si hubiera querido”, revive José Pérez, que asegura que el oso era muy grande, oscuro y en ese momento iba solo, aunque desconocen si podía tratarse de un macho o una hembra. Él y su vecino caminaban en dirección a Sonande y enfrente veían bajar a Carmen Suárez sola, hasta que el oso entró en escena y en unos segundos la atacó sin darles tiempo a reaccionar. Pérez es de los que apunta que el suceso del domingo es algo que “se sabía que iba a pasar, porque llegan hasta la puerta de las casas, todos los días están aquí, en los pueblos” y se pregunta: “¿Ahora quién pasea por aquí?”.

A varios metros de distancia seguían a Carmen Suárez su yerno, José Antonio Rodríguez, y otro vecino, que no llegaron a ver el ataque, solo escucharon sus gritos de dolor y al acercarse descubrieron con horror lo que le había sucedido. Su yerno explica que ella es una mujer muy fuerte y que en todo momento se mantuvo consciente hasta la llegada de la ambulancia, incluso intentó levantarse tras el ataque pero la rotura de la pelvis y el fémur se lo impidió.

“No se entiende qué pudo pasar, si fuera una hembra con crías es más normal que atacara, pero un oso adulto... Lo único es que se asustara de ella”. Así intentaba buscarle una explicación al ataque José Antonio Rodríguez, que aunque apunta que su suegra está estable, considera que este accidente le dejará unas secuelas para siempre. “Es una persona muy activa y esto le va a fastidiar para toda la vida”, lamenta.

Así es el dispositivo que busca al oso que atacó a una mujer en Cangas del Narcea

Así es el dispositivo que busca al oso que atacó a una mujer en Cangas del Narcea

Desgarro del lado izquierdo de la cara, nariz rota, pérdida de piezas dentales y la rotura de la cadera y fémur izquierdo son las heridas visibles que el zarpazo del oso dejó en Carmen Suárez, que está pendiente de pasar por quirófano para operarse la cadera, algo que no ocurrirá hasta ver cómo es la evolución de las heridas de la cara, que según explican sus familiares la tiene muy hinchada, afectando incluso al ojo. “El susto ya lo pasamos, ahora esperamos que se recupere bien”, subraya José Antonio Rodríguez, que recalca que su suegra, a sus 75 años, mantenía una vida activa encargándose del huerto, de las gallinas y los cerdos y saliendo varias veces al día a pasear por la carretera donde sufrió el ataque. 

Él, al igual que sus vecinos, no se extraña de lo ocurrido, es algo que veía venir dada la presión de la especie sobre los pueblos de la zona. De hecho, ayer por la mañana, mientras estaba repasando lo ocurrido con los agentes del Seprona de la Guardia Civil y con los de Medio Natural del Principado, un oso de menor tamaño cruzó la carretera cerca del mismo punto donde se produjo el ataque, haciendo visible la facilidad de tropezarse con el plantígrado en la zona a cualquier hora del día. 

La secuencia del ataque

A las 21.30 horas del domingo, Carmen Suárez, vecina de 75 años de Sonande, en Cangas del Narcea, daba un paseo por la carretera que une su pueblo con Sorrodiles, en dirección a esta última localidad.

El oso se encuentra con ella tras salir de la parte baja del valle.

Se alza sobre sus patas traseras y, tras dar un bramido, le golpea con la zarpa en la parte izquierda de su rostro, desplazando a la mujer hacia atrás.

Seguidamente, sale corriendo carretera abajo hacia otros paseantes, a los cuales rebasa.

Acaba huyendo escalando el talud al otro lado de la carretera.

“Da miedo ya, están en todos los lados, los hay a patadas y que iba a pasar algo como esto lo sabíamos fijo y no será la última vez, porque los osos no se asustan de nada”, apunta el ganadero José Rodríguez, de Sorrodiles de Cibea. Él se encontró con una osa con dos crías en la carretera y relata cómo sus vecinos han ido teniendo cada día encuentros con plantígrados en las entradas de sus casas, sus huertas, por las calles del pueblo… Por lo que no duda en afirmar que “son unos vecinos más, antes los podías ver por el monte y desaparecían, ahora no se asustan”, añade. 

Esa cercanía de los osos a las poblaciones y a las personas llama la atención de Vicente Rodríguez, vecino de Sonande, que plantea si quizá el cambio climático pueda estar afectando a la forma de actuar de los animales salvajes. “Hay un cambio en la actitud de los animales hacia la gente, el rebeco antes era el animal más esquivo que podía haber y ahora, en cambio, llegas a su lado y no se asusta”, ejemplifica. En su caso vio cómo un oso se acercaba al lado de su casa para comer manzanas y en la carretera, con el coche, más de una vez tuvo que parar para dejar pasar al animal, que en alguna ocasión vio erguirse sobre sus patas traseras. “Cuando se asustan suelen hacerlo; como ya lo sabes, paras el coche y se suele marchar él solo”, comenta. 

Carmen Suárez es trasladada al Hospital Carmen y Severo Ochoa de Cangas del Narcea, donde permanece ingresada con las siguientes lesiones:

Lesiones de gravedad en el lado izquierdo de la cara, con puntos de sutura

Traumatismo en la nariz y pérdida de piezas dentales

Fractura de pelvis y de fémur izquierdo

Carmen Suárez es trasladada al Hospital Carmen y Severo Ochoa de Cangas del Narcea, donde permanece ingresada con las siguientes lesiones:

Lesiones de gravedad en el lado izquierdo de la cara, con puntos de sutura

Fractura de pelvis y de fémur izquierdo

Traumatismo en la nariz y pérdida de piezas dentales

Otro vecino del pueblo, Manuel González, a sus casi 80 años, no había vivido un ataque de oso a una persona. Recuerda que antes se encontraban con el animal en el monte, cuando subía con las cabras, pero que nunca les atacó, ahora recalca que no hace falta ir al monte para poder verlo. Él también es de los que utiliza la carretera para dar sus paseos diarios y, aunque su nieta le pidió que no volviera por allí tras lo ocurrido, él seguirá haciéndolo. “Tengo que ir, porque lo primero que te dice el médico es que hay que andar, habrá que procurar vigilar más al salir”, se resigna, a la vez que echa la vista atrás y recuerda que siempre le contaron que su bisabuelo falleció tras sufrir el ataque de un oso. Como Manuel González, José Antonio Rodríguez también opina que este suceso no puede impedir que los vecinos sigan saliendo a pasear, ya que al final es el único entretenimiento que tienen en la zona. 

Otros, sin embargo, cada vez restringen más sus horas de salida hartos de tropezarse con el animal a diario. “Cada dos por tres me lo encuentro y ya me da miedo ir a caminar. Y eso que voy al mediodía”, apunta una vecina de Sorrodiles de Cibea, que prefiere mantenerse en el anonimato.

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