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Así se quiere "armar" Asturias para luchar contra los hackers: “Hay que actuar rápido”

“El ciberataque va muy en serio”, avisa Ciencia, que idea un laboratorio abierto a empresas en su red de fibra óptica para simular secuestros

Iván Aitor Lucas del Amo, director general de Innovación, y José María Barrán, jefe de operaciones de GITPA, en el punto de acceso de los operadores (PAO) en Gijón, de donde sale la fibra óptica para toda Asturias. | Marcos León

La fibra óptica sale para todos los rincones de Asturias desde un local tan pequeño como una caseta de obra. Se encuentra en Gijón y está completamente blindado. Hay que superar un puesto de control en la entrada, una verja una vez se llega al espacio, una alarma de intrusión, una puerta con llave, otra puerta y otra... Porque el corte de solo uno de sus miles de cables amarillos puede dejar sin telecomunicaciones a una población entera.

–Mira, aquí está Nava, Infiesto, Colombres, Llanes...– indica, señalando un cable tras otro, José María Barrán Rey, jefe de operaciones de GITPA (Gestión de Infraestructuras Públicas de Telecomunicaciones del Principado).

Allí dentro el ruido es intenso y constante, y hace mucho calor. Cada operador –son ocho más otro que se encarga de canalizar el tráfico de internet de las compañías más pequeñas– tiene su propia jaula cerrada con llave, en donde hay miles de cables conectados a servidores. Bajo el suelo –la caseta está elevada unos sesenta centímetros– hay más fibra. Desde ahí inician su viaje por la región hasta llegar a las 46 poblaciones y a las 59.731 viviendas y locales que sirve la red Asturcón. La fibra que conduce el internet y la telefonía es, en realidad, muy frágil. Son 0,25 micras, el grosor de un pelo humano. Todo lo demás es recubrimiento.

Pero hoy en día de poco sirve blindar físicamente esta tecnología –aunque hay que hacerlo–, si los ladrones ya no cortan cables; atacan a nivel digital desde sus casas. Y en esta guerra silenciosa, Asturias está desarmada. Aprovechando que GITPA tiene en sus manos la fibra óptica de casi toda la región y que es un operador neutro que da servicio a otras compañías, el Principado quiere liderar la creación de un laboratorio de ciberseguridad en sus instalaciones. La idea es impulsar algo así como un 112 de los hackeos. “Para actuar rápido frente a las emergencias, tenemos el 112, las ambulancias... Pues con los ciberataques hay que hacer lo mismo: se requiere una reacción inmediata y súper rápida. Tenemos que saber defendernos”, explica el director general de Innovación, Investigación y Transformación Digital, Iván Aitor Lucas del Amo, quien insiste en que los robos de datos “van en serio, son el punto débil del siglo XXI”. Y advierte: “Cualquier persona o empresa tiene una diana en la cabeza”.

El presupuesto estimado de este futuro laboratorio es de 2,5 millones. Y aunque la Consejería de Ciencia aspira a captar fondos europeos para este proyecto, Lucas del Amo asegura que se llevará a cabo “sí o sí”. “Si no recibimos fondos, iremos a otra velocidad”, comenta. Pero la apuesta en ciberseguridad no puede esperar más. “Lo que tenemos ahora –agrega el director general– es solo la punta del iceberg. Porque llegará el 5G, el 6G...”. Y el pastel será más apetitoso para los cacos. ¿Qué se hará en este laboratorio? Todo tipo de pruebas y a las que están invitadas, por supuesto, las empresas. Lucas del Amo lo explica de forma muy didáctica: “Se trata de crear un mini internet para hacer todo tipo de perradas. Es decir, coger una fibra solo para nosotros, además una fibra real que recorre toda la estructura de la red, pero sin interferir en las comunicaciones”. Esto, añade, lo podría hacer una compañía a nivel particular, pero el papeleo que implicaría esta operación “lo enterraría”. “Nosotros tenemos la gran ventaja de hacerlo de forma ágil”, apunta.

Los ataques que podrían simularse son “infinitos”. Desde una prueba de denegación de servicio –tirar abajo una web a base de peticiones masivas– hasta la búsqueda de agujeros de seguridad, fallos de programación, hacer cambios en los puertos... La idea del laboratorio, para cuya creación el Principado ya ha empezado a “dar pasos”, es que todo el conocimiento que se genere dentro de él se transfiera al mercado. De forma que todos tengan las armas suficientes para parar a los hackers.

En este punto, el director general de Transformación Digital hace mucha pedagogía. “Cada día salen más casos en los periódicos, sin embargo, el tema es tan sensible que pensamos que no nos va a tocar a nosotros. Y no es así. Nos acordamos de Santa Bárbara cuando truena”, lamenta. El pasado mes de mayo un ciberataque realizado desde el extranjero consiguió entrar en los servidores de las empresa informática asturiana ASAC Comunicaciones y poner en jaque, de rebote, a numerosas empresas y administraciones públicas de toda España. Los hackers pidieron un rescate millonario a los propietarios a cambio de devolverles la “llave” de los ficheros. Este no es el único ejemplo cercano y reciente. Según las cuentas de los expertos que se dedican a luchar contra el cibercrimen, cada día en la región se producen unos 350 ciberataques. Y la cifra ha ido a más a raíz de la pandemia.

“Las pymes no, por ser pequeñas, quedan fuera de esto. Al contrario, son más vulnerables y un hackeo las puede destruir”, subraya Iván Aitor Lucas. Además, los ataques no solo van dirigidos a páginas webs, que hasta ahora era lo más frecuente, sino que los cacos están poniendo el foco en la industria. “Si paralizan, por ejemplo, el equipo que mezcla el acero, le montan a la industria una avería tremenda. Cuanta más dependencia tengamos de las máquinas, más hay que protegernos de esa dependencia”, dice. Un ciberataque puede castigar hoy hasta a un agricultor, mediante el secuestro del tractor, como advierte José María Barrán, de GITPA. Esta empresa pública gestiona, dentro de la red Asturcón, veinte nodos de distribución de fibra óptica que se encuentran conectados por más de mil kilómetros de cables. Ese será el campo de entrenamiento de Asturias frente a los hackers.

La Consejería de Ciencia, Innovación y Universidad también tiene en mente crear el próximo año un laboratorio abierto (open lab) de impresión aditiva que pueda ser utilizado por empresas, la Universidad de Oviedo y otras instituciones, dado su auge en los últimos años. Servirá, según explican fuentes del departamento de Borja Sánchez, como “centro de experimentación para grupos de investigación o empresas que precisen validar modelos en impresión 3D”. En él se podrán realizar ensayos, prototipos e incluso fabricar piezas. La idea inicial del Principado es que el laboratorio esté centralizado en Idonial, el centro tecnológico que coordina la Red de Excelencia en Fabricación Aditiva (READI), formada por institutos de Barcelona (LEITAT), Pontevedra (AIMEN) y Zaragoza (AITIIP).

El proyecto se enmarca dentro de la propuesta de la Consejería de crear un gran centro tecnológico en Asturias que agrupe a los cuatro existentes: además de Idonial, CTIC, CETEMAS y Asincar. “La existencia de un único centro permitiría actuar como un agente dinamizador que impulse la innovación en las empresas y que haga de verdadera interfaz entre la investigación y la innovación”, manifiestan.

Crear un centro de experimentación de impresión 3D en 2021, otro de los objetivos de Ciencia

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