La Nueva España

La Nueva España

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Manuel sánchez-Montero Director de Incidencia y Relaciones Institucionales de Acción contra el Hambre

“La pandemia ha generado más hambre, que afecta ya a 150 millones de personas”

“Es imprescindible el gasto social en Occidente, pero la hambruna afecta a la seguridad global”

Manuel Sánchez-Montero.

La pandemia ha generado más hambre, sentencia Manuel Sánchez-Montero, director de Incidencia y Relaciones Institucionales de la organización Acción contra el Hambre, candidata al premio “Princesa de Asturias” de la Concordia. Es consciente de que el covid ha supuesto un golpe terrible en Occidente, “pero no se debe olvidar que el hambre alimenta conflictos que ponen en juego la estabilidad global”, algo que debe remarcarse en jornadas como la de mañana, Día Internacional del Refugiado.

–¿Es el hambre un arma de destrucción masiva?

–Provoca un holocausto cada año, cada año mueren nueve millones de menores por desnutrición. Y además es un arma muy asequible, no hace falta ninguna tecnología particular, basta con un kalashnikov en un check-point, o con plantar minas en los cultivos. Además es silenciosa, no tiene ningún impacto público, no se percibe.

–¿Dónde están los focos más preocupantes?

–África Occidental, el Sahel y África Oriental, donde casi el 33 por ciento de la población está sometida a inseguridad alimentaria severa. Eso hace inviable cualquier estado. Pero a nivel de cifras absolutas, es el Sudeste asiático, el Sur de Asia, donde sigue habiendo 500 millones de personas sujetas al hambre, como India, Afganistán o Pakistán. Luego tenemos un hambre rampante que está subiendo, no solo por el covid-19, que es un factor acelerador, sino también por las desigualdades y la falta de infraestructuras esenciales, en América Latina, donde está cobrando una dimensión muy relevante en países como Perú, y en zonas de conflicto, como Venezuela o Colombia. La población sometida a inseguridad alimentaria severa, que no llega cada día a comer lo mínimo para poderse mantener viva, ha pasado de 100 a 150 millones de personas.

–Hay una correlación clara.

–El hambre provoca la guerra y a sensu contrario, la guerra provoca el hambre, por eso estamos intentando romper ese círculo vicioso a través de una serie de iniciativas que están conectadas con la resolución 2417 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas que nosotros hemos impulsado.

–¿Cómo ha influido el covid-19 en la llegada de ayuda?

–La pandemia ha generado más hambre. Países como Colombia tienen un 40 por ciento de economía informal, que es en la que más ha afectado la pandemia. Hay mucha población que se veía todos los días ganándose el sustento en la economía informal, que han parado sin ningún tipo de cobertura. Mucha gente que estaba en la clase media baja ha caído a una situación de desabastecimiento, de falta de acceso a los servicios básicos, entre ellos la alimentación. Y las medidas de confinamiento no se han adecuado a situaciones como las de África Occidental, en las que una parte de la población necesita la trashumancia porque sus ganados no entienden de confinamiento, tienen que buscar el agua y el pasto donde sea.

–¿Está Occidente para dar ayudas cuando su población está en las “colas del hambre”?

–No es una cosa en lugar de la otra. Es imprescindible un incremento de la inversión de gasto social que evite que la gente caiga en situaciones de inseguridad alimentaria. Pero no se debe olvidar que solventar una situación de inseguridad alimentaria en el Sahel es más económico que en España. Y del mismo modo que hay que abordar la vacunación de los países pobres para garantizar una inmunización global, no abordar el problema de la inseguridad alimentaria nos supone que vamos a estar dejando que el fuego del hambre siga consumiendo muchas zonas del planeta donde está en juego la seguridad global. Hay que poner los huevos en diferentes cestas y más huevos, más inversión.

–También para frenar la presión migratoria.

–La gran presión migratoria y la de refugio, que son distintas, es sobre todo en países del Sur. Los grandes polos de recepción de inmigrantes son Dakar, Lagos, Abidjan, Brazzaville... Aquí llega, pero más allí. Solo por poner las cosas en su justa dimensión. Y a nivel de refugio hablamos de 80 millones de personas que se desplazan por motivos políticos de los que 26 atraviesan fronteras. El resto son desplazados internos. Y es población que está en especial situación de desprotección, que no tiene ningún tipo de cobertura y que son pasto de mafias y otro tipo de abusos. La inversión, no solo económica, sino en estabilidad, en sociedades mejor gobernadas, son determinantes. Miremos el caso de España: produjo inmigrantes cuando tenía problemas internos de todo tipo, y dejó de hacerlo cuando llegó la estabilidad, un mejor Gobierno y se estabilizó.

–Son candidatos al premio “Princesa” de la Concordia...

–Nos hace mucha ilusión, sería un aldabonazo para que muchas más personas –somos 9.000 trabajadores que llegamos a 17 millones de personas en 50 países– y muchos más gobiernos luchemos contra el hambre, que ahora está repuntando.

Compartir el artículo

stats