La pandemia del coronavirus entra hoy en una nueva fase, con la flexibilización del uso de la mascarilla en el exterior siempre que se pueda guardar un metro y medio de distancia. Los expertos juzgan clave la prudencia ciudadana y el control de la variante india o delta para que esta desescalada pueda ser la definitiva. Se trata del mayor riesgo con el que no contaba el Gobierno central cuando apostó por rebajar de manera gradual el uso de la mascarilla, empezando por los espacios al aire libre. La vacunación aún presenta “agujeros negros”, y una “relajación excesiva” podría conllevar un incremento de contagios, especialmente peligroso para el grupo de población entre los 60 y los 69 años de edad, aún a la espera de recibir la segunda dosis de la vacuna.
“Es prematuro pensar que estamos ante la desescalada definitiva. Los equilibrios son muy precarios y debemos ser prudentes”, valoró ayer Daniel López Acuña, el epidemiólogo y exdirectivo de la Organización Mundial de la Salud (OMS), afincado en Asturias y uno de los asesores del comité sobre el covid-19 del Principado.
El riesgo que entraña la variante delta o india, como se ha apreciado ya con su rápida expansión en países como Israel y Gran Bretaña, que parecían tener controlada la pandemia, es el principal motivo para “mantener la prudencia, evitar conductas de riesgo y no incurrir en aglomeraciones”, según explica López Acuña. “La variante delta, junto con la variante delta plus, debe preocuparnos porque se trata de una doble mutación del virus, que hace que sea más contagioso y más elusivo respecto a la eficacia de las vacunas”, argumenta el exdirector de Acción Sanitaria en Situaciones de Emergencias de la OMS. “Su impacto en la India y Nepal y sus características hacen que debamos estar muy alerta y vigilar estrechamente su presencia entre nosotros”, detalla Acuña, que desconfía del impacto que tenga en la sociedad esta flexibilización sobre el uso de la mascarilla: “Preveo dificultades a partir de hoy por la falsa seguridad que generará la medida de levantar el uso obligatorio en exteriores. La ciudadanía se relajará excesivamente y le costará más trabajo mantener las demás medidas de protección”, afirmó el epidemiólogo en la víspera del adiós al tapabocas en las calles, sobre el que no ocultó su temor. “Habrá una percepción errada de que la pandemia ha terminado y se relajarán las medidas que aún es necesario mantener”, pronosticó.
“Debería ser la desescalada definitiva. El único elemento que altera ese escenario es la variante india”, expone Pedro Arcos, director de la Unidad de Investigación en Emergencias y Desastres de la Universidad de Oviedo, que apunta un objetivo prioritario: “Hay que vacunar rápidamente al grupo de edad entre los 60 y los 69 años, que aún tienen pendiente la segunda dosis de la vacuna”. La urgencia en acelerar la vacunación de ese grupo obedece a dos razones: “La cepa india baja la protección de la vacuna del 70% al 30% si solo se ha recibido una dosis; es un descenso muy grande. En cambio, la pérdida de eficacia solo es del 8% con las dos dosis. Por eso hay que apurar la vacunación de ese grupo, porque en esa franja ya hay más patologías y, además, es un grupo del que hasta ahora solo está vacunado el 30%”. Es decir, más de 106.000 asturianos están pendientes en esa edad de completar la inmunización, lo que supone más de un 10% de la población.
Un porcentaje notable de la franja de edad de 60 a 69 años recibió la vacuna de AstraZeneca, con un periodo entre el primer y segundo pinchazo mayor que en otros fármacos. De hecho, el Principado ya anunció que acortará los plazos para completar la pauta con AstraZeneca. Pedro Arcos indica que el mayor riesgo al que está sometido este grupo de edad, por no tener todavía la segunda dosis, se ha acreditado en un estudio en Escocia. “Hay mayor riesgo de infección en personas con patología previas, como pueden ser la diabetes, la hipertensión u otras”, afirma el epidemiólogo, que también prevé “un aumento de casos entre la gente no vacunada, que son los más jóvenes”, una circunstancia que influirá “en una estabilización del descenso de contagios: el virus se desplaza a los no vacunados”. El avance de la vacunación propicia un nuevo escenario, a juicio de Arcos: “El hecho de que haya más infectados no significa que haya más casos de enfermedad, porque muchos de ellos son asintomáticos al tratarse de gente joven. Por eso es importante que la vacunación avance rápido en grupos de más riesgo”.
Llega el verano y muchos asturianos quieren marcharse de vacaciones a otras regiones, pero se encuentran con que no tienen la pauta de vacunación completa y se preguntan si podrían vacunarse en otras regiones. El director general de Salud Pública, Rafael Cofiño, indicó ayer que “eso sería una posibilidad en otro tipo de campañas, pero hay que tener en cuenta que cada comunidad tiene un número de vacunas limitado a su población de referencia, por lo que vacunar en base a poblaciones móviles supone un cálculo muy difícil que puede provocar perjuicios en la logística de vacunación”. Por ello indicó que lo razonable sería “ajustar las vacaciones a nuestra fecha de vacunación, tenemos que pensar que seguimos en pandemia y que hace muy poco tiempo estábamos evacuando residencias con casos”. Cofiño pidió no bajar la guardia respecto al uso de mascarillas en exteriores, que se suaviza a partir de hoy sábado: “Hay que mantener el cuidado, en espacios al aire libre hace tiempo que sabemos que el riesgo es mucho menor, pero el mensaje clave es que debemos portar la mascarilla para utilizarla en situaciones de riesgo”.
Las actividades y las visitas sin restricciones, los próximos hitos en las residencias
Los mayores que viven en geriátricos son, desde hoy, los primeros que se libran de la mascarilla en espacios interiores. “Para ellos, volver a utilizar los espacios comunes con normalidad es muy importante”, comenta Fernando Martínez Cuervo, el director de la residencia pública de El Cristo, en Oviedo. Los 238 centros de las redes privadas y públicas, en las que viven 11.200 asturianos, empezaron su particular desescalada en marzo pasado, justo cuando se cumplía un año del estallido de la pandemia, que sacudió con toda su crudeza a los residentes. Las imágenes del Ejército desinfectando los alrededores de la residencias ya forman parte de la memoria colectiva de la pandemia. La vuelta de las visitas programadas marcó el primer punto de inflexión en un retorno a la “normalidad” que todavía tiene hitos pendientes, a pesar de que los abuelos y abuelas son los primeros que pueden despojarse del tapabocas la mayor parte del día. “Empezar a utilizar estos espacios comunes sin la mascarilla les va a devolver a esa nueva normalidad de apariencia muy similar a la que vivían hace más de un año, antes del brote del coronavirus”, asegura Martínez Cuervo. “Para ellos es muy importante liberarse durante gran parte del día de la mascarilla”, añade. Lejos quedan ya las primeras reticencias a una vacunación, que ha acabado siendo masiva. “Hasta el más reticente se ha puesto ya la segunda dosis”, apuntaba este viernes el director de una de las primeras residencias donde se detectó el coronavirus. ¿Y a partir de hoy qué falta para volver a las que eran rutinas habituales en la residencias antes de la pandemia? “Las actividades y las visitas de los familiares”, resume Fernando Martínez Cuervo. Por ahora, las visitas de las familias deben ser programadas previamente y tienen una duración máxima de una hora. “Que los familiares puedan hacer uso de las instalaciones del centro de la manera más similar a la prepandemia marcará la vuelta de la normalidad”, comenta un director que agradece la vida que ya se respira en los paseos y salidas al jardín.