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Investigación, divino tesoro | Química orgánica e inorgánica

La ovetense Marina Ramos hace química verde: busca disolventes sostenibles porque "cómo produces importa"

Es la primera estudiante de doctorado de un joven grupo de investigación dedicado a la búsqueda de materiales ecológicos

Por la izquierda, Alejandro Presa, Marina Ramos y Joaquín García, en uno de los laboratorios de la Facultad de Química. | Fernando Rodríguez

Con su “brillante” currículum, la estudiante de doctorado Marina Ramos Martín podría haber elegido cualquier centro de investigación de prestigio del país. Pero la química ovetense, remarcan sus directores de tesis, los profesores Joaquín García Álvarez y Alejandro Presa Soto, decidió quedarse en casa y apostar, además, por un grupo de investigación incipiente: el de Química Sintética Sostenible. Este equipo, integrado por científicos de menos de 45 años, comenzó su andadura a principios de 2019 y está especializado en la química verde. Marina Ramos, su primera doctorando, busca disolventes alternativos para hacer reacciones químicas de interés. “Hasta hace poco solo importaba producir. Sin embargo, ahora no solo importa cuánto produces, sino cómo lo produces”, explican. E interesa cada vez más producirlo de forma sostenible con el medio ambiente.

Cloruro de colina, ureas naturales, ácidos cítricos o derivados del glicerol son algunos de los disolventes del futuro que estudia Ramos. La mayoría de ellos son biodegradables, provienen de fuentes naturales y no son derivados del petróleo. Con ellos, explica el investigador Joaquín García, “no solo conseguimos un cambio de paradigma, sino también mejoras”. Por ejemplo, “podemos tender puentes entre herramientas de síntesis que antes estaban muy alejadas”. Alejandro Presa profundiza un poco más en esta idea: “Comportamientos químicos que en las aulas explicamos que no pueden ocurrir, sí que se pueden llevar a cabo utilizando estos disolventes alternativos; con ellos somos capaces de romper ciertos dogmas establecidos”. Así, por ejemplo, en estos medios de reacción pueden trabajar sinérgicamente enzimas y compuestos organolíticos pirofóricos –sustancias que arden al aire–.

Los beneficios de la química verde no se quedan ahí. Los disolventes sostenibles son también “muy versátiles”, como destaca Joaquín García. De forma que “puedes sintetizarlos con propiedades a la carta para procesos concretos”. En realidad, esta característica ya la tenían los disolventes tradicionales, sin embargo, en estos casos “podemos ser más finos”, apunta. El proceso de obtención es “muy sencillo”; básicamente: mezclar y agitar. ¿Pero cómo se llega hasta aquí? “Nuestro punto de partida es una transformación química que nos resulte interesante estudiar. Y a partir de ahí diseñamos un disolvente que se adapte a las características de la reacción y que, además, cumpla el mayor número de principios de la química verde (son doce). Es importante tener en cuenta que la reacción química ideal no existe”, aclara Joaquín García.

La estudiante de doctorado Marina Ramos. | Fernando Rodríguez

El campo de la química verde es todavía muy joven en la Universidad de Oviedo. “Nuestra idea es a largo plazo. Joaquín lleva investigando sobre ello desde 2014 y como grupo llevamos solo desde 2019”, apunta Alejandro Presa. Además de los dos investigadores principales, el equipo lo completan otros tres científicos. Marina Ramos ha sido la última en incorporarse, y según destacan sus directores, “está asumiendo más responsabilidad de lo normal”. “Marina no tiene a un postdoctoral delante, ni siquiera otro doctorando más experimentado, así que está haciendo casi de investigadora senior. Es una persona que asume los retos y no se arruga”, remarca Joaquín García. La joven química ovetense está recibiendo, además, una formación multidisciplinar, ya que el grupo de Química Sintética Sostenible mezcla a investigadores de áreas diferentes, en concreto, de la química orgánica e inorgánica. “Unos estamos especializados en química polimérica, otros en catálisis... Así que Marina va a finalizar su doctorado con tres o cuatro herramientas muy valiosas de la amplia gama que componen la química sintética actual”, afirman.

La pasión por la química a Ramos le viene del instituto. “Tenía un profesor muy bueno en el Alfonso II, que se llamaba Armando, y eso me motivó a hacer la carrera. Durante el grado, las asignaturas de química inorgánica me gustaron mucho, pero llegué cansada al cuarto curso. El trabajo fin de grado, que me dirigió Alejandro Presa, me devolvió la ilusión”, cuenta. Y por eso acabó en el doctorado. “Les aprecio mucho a los dos, son muy buenos profesores”, dice sobre Presa y Joaquín García. Pero la admiración es mutua. Los dos investigadores no saben cómo agradecerle a la joven química que haya apostado por ellos y por su grupo. “Con su currículum lo habitual hubiese sido que hubiera marchado a un centro en otras comunidad autónoma en el que recibiese financiación desde el minuto uno. Aquí tenemos una fuga de talento muy importante hacia Galicia o el País Vasco y contra ello no podemos competir porque nuestros recursos son limitados”, reflexiona Joaquín García. Por ello, los directores de Marina Ramos tratan de compensar esa escasez de fondos con el apoyo constante. “Tratamos de que no se sienta sola, que siempre esté arropada”, añaden. Tanto Presa como García recibieron con “mucha alegría” la concesión –aún provisional– del contrato predoctoral “Severo Ochoa” a su discípula, que además era la primera vez que concurría a estas ayudas.

Por otro lado, el grupo de Química Sintética Sostenible de la Facultad de Química se está abriendo poco a poco a la empresa y son los investigadores los que están tomando la iniciativa de salir a buscar colaboraciones. De hecho, están en conversaciones con ArcelorMittal. “Tenemos que salir fuera de nuestra zona de confort; nuestro objetivo es que si podemos ayudar a alguien con nuestro conocimiento, le ayudemos. Esto no se trata solo de publicar en revistas científicas para alimentar nuestro ego, tenemos que intentar que nuestro conocimiento redunde en el entorno que nos rodea”, sostienen.

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