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Los contagios de fin de curso elevan una quinta ola “silenciosa” solo en los jóvenes

La incidencia se acerca en ciertas edades a los niveles máximos de la pandemia | La tasa de los veinteañeros pasa en un mes de 100 casos a 400

Dos jóvenes se colocan las mascarillas en la calle. EP

La vacuna ha amansado la curva del coronavirus en Asturias, pero no para todos. La súbita eclosión de casos entre los jóvenes ha desplazado la presión de la pandemia hacia determinadas zonas de la franja etaria que a diferencia del resto de la población sí tuvieron en primavera una cuarta ola y están inmersos en el preocupante ascenso de la quinta. La incidencia del covid entre los jóvenes de diecisiete a diecinueve años, aquellos en los que se concentran los casos del macrobrote originado en los viajes de fin de curso a Mallorca, supera los seiscientos casos acumulados en los últimos catorce días –432 en siete– y ya iguala el nivel más alto que la curva de este tramo de edad ha conocido hasta ahora en toda la pandemia.

Esta franja, y con mayor amplitud la que va de los quince a los treinta años, en general aquellas a las que aún no han llegado las vacunas, está experimentando un repunte de infecciones que ha llevado sus cifras de vuelta hacia los niveles que el semáforo del Ministerio de Sanidad asimila al rojo intenso del riesgo “muy alto” –por encima de 250 casos acumulados en catorce días– y que se acercan al pico de la tercera ola, a comienzos de febrero.

El patrón se reproduce con variaciones leves en la mayor parte de los tramos de edad juveniles. Basta observar que en poco más de un mes, contando desde el 26 de mayo, esta tasa de impacto entre los jóvenes de diecisiete a diecinueve años dibuja una pared casi vertical, pasando de pronto de los 77 positivos a 670. O que sucede lo mismo si se abre la franja etaria a los veinteañeros o a los de quince a treinta, donde la curva sube en un mes de apenas cien casos a más de cuatrocientos. La línea de incidencia general también ha vuelto a subir, merced precisamente a esta explosión de contagios entre los jóvenes, pero aún no pasa de 98 casos en catorce días, nivel de riesgo medio… De ahí las constantes invitaciones a la precaución y la preocupación concentrada en las actitudes de los adolescentes.

Las juveniles son, eso sí, olas “silenciosas”. Son cadenas de contagios sin presión hospitalaria, brotes que no están generando repuntes de ingresos ni se ven en las cifras de mortalidad, pero cuyo súbito incremento lleva unas cuantas semanas justificando llamadas permanentes a la cautela. La última prueba está en los datos parciales del último día de junio. El Gobierno del Principado notificó ayer 165 positivos correspondientes a diagnósticos del pasado miércoles, el dato más alto en una sola jornada desde el 13 de abril. La positividad, o el porcentaje de pruebas en las que se detecta infección activa, se elevó hasta el 7,68 por ciento después de realizar 2.265 test, el porcentaje más elevado desde el 13 de febrero, y la autoridad sanitaria asturiana tiene detectados dieciséis brotes activos, con un total de 196 casos y la mitad de ellos han sido detectados en la última semana.

No hubo muertes y el nivel de ocupación hospitalaria se mantiene en el 1,46 por ciento, el 3,69 en las Unidades de Cuidados Intensivos, después de registrar anteayer siete ingresos en planta, ninguno en UCI y seis altas. Para saber de dónde viene el incremento de las últimas semanas basta con observar que dos terceras partes de los contagios notificados ayer –111 de los 165– corresponden a personas de entre quince y treinta años, o que cuatro de cada diez son veinteañeros…

Este traslado del eje de impacto de la pandemia hacia los jóvenes, o en un sentido más amplio hacia la zona de la pirámide de edades a la que todavía no ha llegado la vacuna, se observa bien con un vistazo a la curva general, que hasta hace unos días marchaba en sostenido descenso a medida que avanzaba la campaña de vacunación, y a su cotejo con la específica de los más jóvenes, que sigue experimentando fuertes oscilaciones, que tuvo un pico significativo en abril, en el entorno de la Semana Santa, y está teniendo otro cuyo alcance está todavía por determinar en este inicio de verano que coincide con el final de curso.

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