La tendencia es evidente y a cada momento más palpable. Se ha acelerado con la llegada de la pandemia, pero es mucho más profunda y de largo recorrido, y busca cambiar por completo la forma en que actuamos como sociedad. Se trata de la concienciación de que los ciudadanos, como consumidores de productos y servicios, tenemos en nuestra mano potenciar la sostenibilidad a todos los niveles ya sea a través de la forma de moverse y de vestir, de alimentarse, de utilizar la energía y de relacionarse con los vecinos y con el entorno.

Se trata, en definitiva, de promover e impulsar la bioeconomía, el ciclo circular de los recursos y el uso responsable de las materias primas, para frenar la degradación del planeta y vivir de manera sostenible, con el objetivo de dejar un lugar mejor a las generaciones venideras. Un compromiso con la sostenibilidad del que participa y está muy presente en Ence, como compañía que apuesta por los bioproductos y la bioenergía, para una recuperación verde tras la crisis y el impulso al modelo de economía circular.

Así, Ence ya ha lanzado al mercado productos de celulosa especialmente adaptados a las nuevas necesidades de los clientes y de la sociedad. Productos de origen natural, renovable y local, elaborados a partir de madera, y por tanto, biodegradables y reciclables, que sirven para sustituir en numerosas aplicaciones a productos plásticos, con mayor impacto ambiental. Con ellos se elaboran todo tipo de embalajes y bolsas, por ejemplo. También productos de celulosa que requieren menos energía, agua y materia prima en su producción, para minimizar su huella ambiental y contribuir a preservar el planeta. Y los planes de la compañía no se quedan aquí, sino que avanzan hacia nuevos bioproductos, especialmente desde su biofábrica de Navia. Se proyecta, así, la producción de celulosa especial para productos absorbentes (pañales, higiene femenina, etc.) y de celulosa para aplicaciones textiles. Esto permitirá la elaboración de ropa a partir de madera del entorno de la planta, evitando la fabricación con fibras sintéticas.

Así, y mediante las inversiones planeadas por Ence para los próximos años, la biofábrica de Navia se afianzará como referente de la bioeconomía en Asturias, al ser una factoría capaz de utilizar de forma responsable y eficiente los recursos, dentro de un ciclo circular donde todo se aprovecha y apenas se generan residuos. Esto se ha certificado, el pasado año, con la obtención del sello “Residuo Cero”, de AENOR.

Además, Ence genera energía eléctrica renovable tanto en sus plantas de energía, como en sus biofábricas, como es el caso de la de Navia. A partir de la parte de la madera que no se utiliza en la producción de celulosa, la biofábrica es capaz de generar energía renovable en forma de vapor para alimentar sus procesos, y en forma de energía eléctrica que aporta a la red. Con ello, además de ser autosuficiente energéticamente, la biofábrica contribuye a descarbonizar el sistema eléctrico nacional, otra de las metas a las que aspira nuestra sociedad.