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La quinta ola juvenil, prueba de la efectividad de las vacunas

Crecen los casos en los asturianos entre 60 y 70 años, a los que se aplicó AstraZeneca y esperan por un pinchazo más

La quinta ola juvenil del covid-19 es la prueba del nueve de la efectividad de las vacunas. Si este ritmo de contagios se hubiese producido sin una amplísima población de mayor edad vacunada, la situación sanitaria sería catastrófica. En las anteriores oleadas, sin el escudo de protección de las vacunas, todas las edades sufrían incidencias en el entorno de la media regional. De no haber estados vacunados, Asturias podría estar enfrentándose hoy a incidencias en todas las edades en torno a los 1.000 casos por cada 100.000 habitantes, que podrían producir más de 50 fallecimientos diarios.

En cambio, la concentración de los casos en los jóvenes (aún sin vacunar) todavía mantiene bajo mínimos los índices hospitalarios, pero las comunidades comienzan a tomar medidas porque ya comienzan a producirse contagios en otras edades, a causa de que existe un porcentaje que no está plenamente inmunizado. Aunque ese repunte de contagios es mucho menor que el que sufre la población entre 15 y 30 años, sí puede volverse significativo.

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Quizás el ejemplo más evidente sea el de la población entre 60 y 70 años. Se trata de una franja de edad que fue vacunada principalmente con Astra Zeneka, cuya segunda dosis se inyecta incluso pasados tres meses. Por tanto, el porcentaje de inmunizados es mucho menor en esa población que entre las personas de más de 70 años o menos de 60. Los asturianos entre 70 y 79 años ha recibido en el 100 por ciento de los casos las dos dosis de la vacuna. Los que tienen entre 50 y 59 ya están inmunizados al 81,84 por ciento. Y entre los 40 y los 49 años ya han recibido la segunda dosis el 61por ciento. Sin embargo, en la franja de edad que va entre los 60 y los 69 años, el porcentaje de inmunización completa aún está en el 51,44 por ciento.

Y ese hecho se comienza a notar ya en la estadística de contagios. En las últimas semanas, la incidencia de contagios en los asturianos de entre 60 y 69 años venía siendo menor que en la franja de edad entre 50 y 59 años, pero el pasado día 2 de julio la situación se invirtió. Aunque todas las edades elevan ligeramente los casos arrastradas por los contagios de los jóvenes, la tendencia es más acusada en las personas que solo tienen una dosis de Astra Zeneka. Aunque las autoridades sanitarias expresan su preocupación por la extensión de los casos en las poblaciones entre 30 y 40, el foco debe ponerse también en los mayores de 60 años, con solo una dosis. Precisamente por ello, la consejería de Salud ha acelerado la aplicación de la segunda dosis de vacunas en esa edad.

Según algunos estudios, el riesgo de que un varón de 35 años infectado termine hospitalizado es del 9% y de que fallezca un 0,21%. En cambio, en un varón de 65 años, el riesgo de ingreso es de un 33% y el de fallecimiento se eleva al 3,5 por ciento; es decir, la probabilidad de que la enfermedad se desarrolle con más gravedad como mínimo se triplica. No obstante, el hecho de tener la defensa de una dosis de vacuna ya reduce la gravedad de los efectos.

Todo parece indicar que las implicaciones hospitalarias de esta quinta ola serán muy inferiores a las de las oleadas precedentes. Pero si no se pone freno a los contagios entre jóvenes, las poblaciones aún no están completamente vacunadas pueden alcanzar incidencias comparables a las de las anteriores olas.

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