El PSOE ya ha pasado página también, igual que el Gobierno. Adriana Lastra, la vicesecretaria general y portavoz parlamentaria, asume todo el poder del partido, sin la compañía de José Luis Ábalos, ya fuera de Organización. Ya era la número dos de Pedro Sánchez desde el 39º Congreso Federal, de 2017, pero desde ahora y hasta el siguiente cónclave, que se celebrará en tres meses, tomará todas las riendas, con el soporte, en el manejo del aparato, del navarro Santos Cerdán, nominalmente secretario de Coordinación Territorial de la ejecutiva y mano derecha, hasta ahora, del propio Ábalos.

Lastra, por tanto, será la nueva jefa total de Ferraz. La que pilotará el puente de mando del PSOE ahora que Ábalos está ya fuera del Ejecutivo y de la poderosa Secretaría de Organización. Así lo confirmaron este lunes fuentes oficiales del partido, que añadieron que el refuerzo de la dirigente asturiana está ya hablado con el presidente y secretario general, Pedro Sánchez.

Cuando el líder socialista arribó a la Moncloa, en 2018, decidió que su número dos, Lastra, se quedara en el partido y asumiera la portavocía parlamentaria en el Congreso, y Ábalos pasaría al Gobierno, a Fomento, cargo que podía compatibilizar con el de secretario de Organización. Asimismo, encargó a Cerdán que asumiera el día a día del aparato. Una tarea no menor para un partido tan grande como el PSOE, con fuegos más o menos controlados en las federaciones. Ábalos ha sido durante estos tres años, por tanto, un peso pesado del Ejecutivo y de la formación, con un pie, como Lastra, en el círculo de confianza del presidente. Una referencia indiscutible.

Pero él y Carmen Calvo cayeron con la remodelación que Sánchez ejecutó el sábado, de la mano de su hoy ministro de la Presidencia, Félix Bolaños. Ambos encarnaban la página que el jefe del Ejecutivo quería cerrar, los que por su mayor exposición pública habían sufrido un mayor desgaste. Pero así como la vicepresidenta asumió el relevo con "tranquilidad" y "contenta" -como ella misma reconoció en el "amoroso" acto de traspaso de carteras-, Ábalos lo digirió peor. En su entorno advertían que decidiría pronto qué hacer con la Secretaría de Organización, pero finalmente deja también esas competencias.

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Los nuevos ministros de Pedro Sánchez prometen sus cargos EFE

Fuentes de la cúpula socialista indicaban que las funciones puramente orgánicas las seguirá llevando Cerdán, pero por encima tendrá a Lastra. No habrá, por tanto, un nuevo responsable de Organización, para lo que se exigiría una ratificación del comité federal, máximo órgano que no se va a convocar. El 40º Congreso Federal está a la vuelta de la esquina y en Ferraz asumen que no tiene sentido hacer ningún nuevo nombramiento ya en tiempo de descuento. La promoción de Lastra y Cerdán, el refuerzo de sus roles, es el paso natural, aunque también puede apuntar su continuidad en la nueva ejecutiva. De hecho, es lo que se espera, como ya contaba EL PERIÓDICO. En el PSOE se tiene la percepción de que habrá un vuelco en las estructuras del partido, pero también se cree que la dirigente asturiana y el responsable navarro seguirán en la sala de máquinas, al haber sufrido una menor erosión.

Ni Lastra ni Cerdán acompañaron a Ábalos en su despedida como ministro de Transportes, Movilidad y Agenda Urbana. Ella marchó al Senado, ya que a mediodía se celebraba el pleno para la designación del nuevo presidente, el burgalés Ander Gil, en sustitución de la nueva titular de Justicia, Pilar Llop. Él, a la toma de posesión de José Manuel Albares como responsable de Exteriores. Dos ausencias muy significativas.

Ábalos se despidió del Ejecutivo sin hacer ninguna mención a Sánchez, prueba de la tirantez que ha presidido su salida. En un tono bastante desganado, el dirigente socialista entregó la cartera a su sucesora, Raquel Sánchez, reivindicando el "ritmo frenético" con el que ha trabajado y dejando claro que deja a la nueva ministra "un escenario totalmente distinto" al que se encontró él. "Han sido tres años en unas circunstancias muy especiales, desde el acceso al Gobierno con la moción de censura, unas cuantas campañas electorales [que él dirigió], una pandemia... Y eso afecta al ministerio", que estaba "infradotado" cuando aterrizó. Manifestó su "orgullo por haber pertenecido al Gobierno de España" y su "agradecimiento", "porque "uno es la cabeza a la que golpear". Otro recado más: se quejaba de haber sido la cabeza de turco, el chivo expiatorio.

El exministro no dijo expresamente que abandona Organización, pero cedió la palabra a Sánchez con un significativo "hasta siempre".