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Sandra Velarde Suárez Vicerrectora de Sostenibilidad, Movilidad y Medio Ambiente

“La Universidad tiene 53 edificios; se nos acumulan las necesidades de rehabilitación”

“Por ahora no prevemos dar un cambio radical ni a Psicología ni a Minas” | “Exploramos poner coches eléctricos compartidos en los campus”

Sandra Velarde, en el campus universitario de Viesques. | Juan Plaza

Sandra Velarde Suárez (Mieres, 1968) ha heredado de su predecesora en el Vicerrectorado el “libro gordo” de los 53 edificios que posee la Universidad de Oviedo. De su “compleja” gestión se ocupará durante los próximos cuatro años esta ingeniera industrial, catedrática de Mecánica de Fluidos, casada con un profesor de Secundaria y madre un joven universitario. “Estudia Magisterio por Educación Primaria. Así que los tres no dedicamos a la docencia”, cuenta en su despacho de la Escuela Politécnica de Ingeniería de Gijón. Velarde admite que le gusta la gestión: fue subdirectora de la EPI, directora del Instituto Universitario de Tecnología Industrial de Asturias, directora general de Industria y Telecomunicaciones del Principado, directora del departamento de Energía... Y desde el pasado mes de marzo Vicerrectora de Sostenibilidad, Movilidad y Medio Ambiente. “Esto es de lo más complejo que me ha tocado. Está siendo intenso, pero interesante”, confiesa.

–Su vicerrectorado es de nueva creación, ¿de qué se ocupa exactamente?

–Sobre todo, la idea es extender el concepto de sostenibilidad a todas las actuaciones de la Universidad, como no puede ser de otra forma hoy en día. Es gestionar los espacios y las infraestructuras con criterios de eficiencia energética, de accesibilidad, de respeto al medio ambiente...

–En sus manos están muchos espacios.

–La Universidad de Oviedo tiene 53 edificios en Oviedo, Gijón, Avilés, Mieres y Pajares. Y como dato, un 47% de nuestras infraestructuras son zonas verdes. El presidente de la Conferencia de Consejos Sociales de España (Antonio Abril) decía la semana pasada que prácticamente la financiación de las universidades se iba en un 80% a pagar las nóminas y encender la luz. Pues efectivamente en 53 edificios y sus suministros se nos va gran parte del presupuesto. Por eso, es necesario gestionarlos con criterios de eficiencia y sostenibilidad. Tenemos, además, edificios de siglos protegidos en los que prácticamente no se puede actuar pero que tienen muchas necesidades. Y luego tenemos otros edificios más recientes, pero que fueron construidos sin ningún criterio de sostenibilidad, incluso algunos sin criterio para el clima asturiano. Hemos visto llover en muchos edificios universitarios y a día de hoy todavía lo vemos. La complejidad es tremenda y las necesidades de rehabilitación y mantenimiento se acumulan en el día a día.

–Dejando a un lado esa gestión diaria, ¿qué proyectos tienen en marcha?

–Tenemos un par de iniciativas en fase piloto que están siendo desarrolladas por investigadores de la propia Universidad. Uno de ellos tiene que ver con el excesivo calor que hay en algunas aulas de la Facultad Jovellanos orientadas al sur. Se están monotorizando esas clases y haciendo simulaciones para ensayar distintas soluciones. Otro proyecto es el desarrollo de sensores para medir la calidad del aire en espacios cerrados, que ya probamos durante los exámenes extraordinarios. Si realmente los resultados son buenos –yo estoy convencida de que sí–, la idea es buscar financiación y desarrollar nuestros propios equipos de medida para llevarlos a todas las aulas.

–¿Qué actuaciones están llevando a cabo en materia de infraestructuras?

–Hemos tenido muchas necesidades urgentes, algunas derivadas de la pandemia. Encontrarnos con un presupuesto bastante limitado nos está llevando a casi estar en un modelo urgente. Como ejemplos, dotar a las aulas de sistemas informáticos o adaptar como clases espacios que antes no lo eran. Ese tipo de necesidades son las que estamos priorizando.

–De cara al próximo curso, si se mantiene el escenario naranja actual, ¿habrá sitio suficiente para acoger a todos los alumnos? Por ejemplo, en Facultad de Formación del Profesorado y Educación, que es uno de los centros más saturados.

–Los centros de Llamaquique y de Catalanes fueron unas de nuestras principales preocupaciones cuando nos incorporamos. Tenemos casi la certeza de que podremos declarar en setiembre el escenario verde –sin asientos libres en las aulas–. Pero sí tenemos un plan B para el escenario naranja. Se pueden hacer obras para adecuar espacios y también hemos hecho un esfuerzo por equipar prácticamente todas las aulas con sistemas que permitan retransmitir las clases o grabarlas con cámaras web y micrófonos. El escenario naranja lo que posibilita es un modelo semipresencial y eso va a ser posible. Por ejemplo, Educación y Ciencias tenemos previsto que ocupen espacios de Geología y Minas.

–El Principado y el Ayuntamiento han reactivado el proyecto del Cristo. Ahí la Universidad tiene una oportunidad...

–Podría serlo. A nosotros nos parece muy positivo que se haya vuelto a hablar de este proyecto y que haya intención de moverlo. Estamos expectantes y muy dispuestos a participar y a darle vida a esa zona. La Universidad se beneficiaría mucho; podría tener un campus en el Cristo más moderno, más integrado, de forma que las facultades no estuviesen desperdigadas por varios sitios de Oviedo.

–¿Qué pasaría en ese futuro macrocampus con Psicología y Minas?

–Respecto a Minas no tenemos ahora mismo encima de la mesa ningún proyecto para darle un cambio integral al edificio y llevarnos la Escuela a otro sitio. Y Psicología es un edificio histórico, que alberga la Facultad con muchos problemas de espacio. Pero, de igual forma, no tenemos ningún proyecto de traslado. No sabemos si estaría mejor integrado en la zona biosanitaria como le podría corresponder por temática. Sin embargo, repito, ahora mismo no tenemos intención de darle ningún cambio radical a ninguno de estos dos centros.

–Hay un plan estratégico para Mieres, pero ¿y Gijón?

–Gijón pensamos que es un campus muy desarrollado y bien dotado. Tenemos aquí muchos laboratorios, muchos departamentos, muchos grupos de investigación... Vemos que se trata, por tanto, de potenciar lo que ya hay. Lo más inmediato es la puesta en marcha del grado de Ingeniería de Datos, que requerirá la dotación de infraestructuras. Esto está perfectamente encaminado.

–El Rector inauguró una aula del futuro en Educación y dijo que su intención es extenderlas al resto de campus.

–En los últimos años se han hecho muchos esfuerzos en nuevas tecnologías en todos los centros. Desde el vicerrectorado que antes era de Recursos Materiales y Tecnológicos y desde los propios centros y departamentos se han cofinanciado muchas actuaciones. La pandemia lo ha acelerado y, a día de hoy, prácticamente todas las aulas están equipadas para retransmitir las clases. Esto aunque lo haya acelerado la pandemia, es importante igual para estudiantes que estén enfermos o de viaje. El siguiente paso es abrir aulas inteligentes. Un problema que tenemos en la Universidad es que muchas aulas tienen sillas y mesas corridas todo atornillado al suelo. Eso supone una falta de flexibilidad para hacer trabajos en equipo. Nuestro objetivo, por tanto, es que las aulas sean polivalentes. Vamos a ir poco a poco. Y habrá que ir dotando también a muchas aulas de pizarras digitales.

–¿Cuáles son los principales retos en materia de movilidad?

–Lo primero que queremos hacer es un estudio de cómo se mueve la comunidad universitaria. Estamos preparando una encuesta, porque somos 24.000 personas y ciertamente influimos en la movilidad de la región. Hay estudios anteriores hechos, pero esto cambia de la noche a la mañana. Por ejemplo ahora tenemos cada vez más demanda de cargadores eléctricos en los campus. Ya los hay, pero estamos viendo que cada vez más gente se compra un coche eléctrico. Por otro lado, intentaremos hacer acciones que fomenten la movilidad sostenible entre campus y dentro de ellos.

–¿Por ejemplo?

–Estamos explorando, pero no sabemos si se puede adaptar bien a la Universidad, modelos de coches eléctricos compartidos. No necesariamente de uso compartido entre varias personas sino de coches que se cogen y se dejan en colaboración con varias empresas.

–Es mujer, ingeniera y en un puesto de alta responsabilidad. ¿Qué mensaje trasladaría a las niñas?

–Que piensen qué es lo que más les gustaría hacer en el futuro y que cuando lo tengan claro que se pongan a ello. Con esfuerzo, dedicación y ayuda de sus familias, lo conseguirán. El mensaje, en verdad, no sería muy diferente al que transmitiría a los niños. Porque, aunque haya poca proporción de mujeres en campos como el mío, el de ingeniería industrial, está demostrado que las mujeres que se han dedicado a ello, han sacado excelentes calificaciones y están por el mundo en puestos de responsabilidad. En el caso de la ingeniería, lo que les diría es que es una profesión creativa e innovadora.

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