alejo sopeña | Empresario asturiano y cazador; ha erradicado la sarna en Castellón

“Viajé mucho, pero en los Alpes encontré el único tratamiento exitoso de la sarna”

“En Morella hemos erradicado la enfermedad al cien por cien, cuando a escasos kilómetros de la finca están los animales muriéndose”

Alejo Sopeña.

Alejo Sopeña. / Víctor DELGADO

Víctor DELGADO

Oviedo

Alejo Sopeña (Campo de Caso, 1966) siempre se ha dedicado al sector de la caza. En 1993 vivió de cerca la sarna de los rebecos del Cantábrico, una enfermedad que se declaró en su pueblo cuatro años antes de que se fuese a vivir a Bilbao. En 2010, adquirió una finca en Morella (Castellón), donde hoy en día viven en torno a mil animales. Sin embargo, la sarna volvió a llamar a su puerta en 2016, cuando avanzaba imparable desde Cataluña. En esta ocasión, el asturiano tomó cartas en el asunto para poner remedio a una enfermedad que mata al 90 por ciento de los animales infectados. ¿Cómo? Con un producto que ingieren los animales y cuya fórmula encontró en los Alpes.

–¿Cómo fue aquella primera epidemia de sarna en 1993? ¿Qué efectos tuvo para el concejo de Caso?–

Yo llevaba a mucha gente a cazar a la reserva de Redes y aquello fue muy malo para todos. Se hicieron las cosas muy mal porque, en aquella época, la población de rebecos era excesiva y en lugar de sacar beneficio de alguna manera, el Principado enviaba a guardas para matar animales sin ningún control. El problema es que la sarna mata al 90 por ciento, pero hay un 10 que es resistente a la enfermedad. Si los matas a todos, distribuyes aún más la enfermedad y, desde entonces, Asturias no se ha recuperado.

– Más de veinte años después, ¿qué sintió al enterarse de que la enfermedad podía volverle a afectar?–

La sarna es una enfermedad endémica, es decir, tienes brotes importantes cada 15 o 20 años. Cuando viene fuerte las consecuencias son irreversibles para la fauna y para diferentes sectores, por lo que yo ya sabía lo que venía. La Comunidad Valenciana nos citó en 2016 para decirnos que el brote ya se había detectado un año antes en Cataluña, que lo habían intentado frenar por ellos mismos pero que no pudieron hacer nada. Se extendió también a Teruel y murieron más de 7000 cabras.

– ¿Cómo surge la idea de buscar una solución? ¿Tocó muchas puertas antes de actuar?

– Estuve 15 años haciendo caza internacional. Viajé a Asia central, a África y a América y viví varios brotes de sarna. Pregunté en muchos sitios, pero el único donde vi un tratamiento exitoso fue en los Alpes. Contacté entonces con un catedrático de allí y, aunque me costó ganarme su confianza, al final me explicó cómo funcionaba su producto y cuál era el protocolo para ponerlo en práctica.

– Para los que no estén muy informados, ¿cuál es la fórmula del éxito de este protocolo?

– El protocolo consiste en aplicar el producto y a partir de ahí generar núcleos pequeños de animales sanos. Inmunizar a todos los animales con sarna es imposible, pero a fuerza de tener animales sanos, la enfermedad acaba desapareciendo. Además, por instinto, acaban aprendiendo “a medicarse”, porque se dan cuenta de que su piel mejora tras consumir el producto y lo convierten en rutina. Incluso cabras de fuera entran a la finca en épocas de celo o de jabalíes se inmunizan también. Sorprendentemente, hemos erradicado la sarna al cien por cien en nuestra finca, cuando a escasos kilómetros están muriendo animales.

– Siempre se habló de los piensos como una forma de proteger a los animales ¿Qué opina usted al respecto?

–Es un producto que se utiliza mucho, pero realmente es complicado que funcione. Por un lado, para que hagan efecto, los animales deben ingerir una cantidad muy alta durante varios días seguidos, pero una cabra a lo mejor lo come un día, pero luego igual tarda seis en volverlo a comer. Otro inconveniente es que viene en polvo, por lo se lo lleva el viento en el campo y hay que peletizarlo, algo que con la humedad y el calor, hace que se puedan estropear las moléculas del medicamento.

– ¿Qué le dice la gente del sector? ¿Y los políticos?

– Todo el mundo está un poco sorprendido, porque muy cerca de aquí ven como las cabras se mueren y entran a los pueblos agonizando, al igual que pasaba en Caso en 1993. Los políticos han mostrado interés, sobre todo los de la Comunidad Valenciana. El otro día tuve en la finca a unos técnicos de la Consejería de Medio Ambiente y puse el protocolo a su disposición. Me dicen que están estudiándolo.

–¿Cuáles son sus perspectivas para el futuro? ¿Ve posibilidades de extender su aplicación?

–Mi idea era utilizarlo para mí, únicamente para cuidar de lo mío, sin ninguna voluntad de hacer negocio. Sí que es verdad que ahora te llaman y yo atiendo a todo el mundo. Si el tratamiento sirve para solucionar el problema de la sarna en otros lugares, yo encantado. Las instituciones pueden contar conmigo, pero dependerá de ellos.

[object Object]

El parque nacional de los Picos de Europa se mantiene como el mejor lugar de Asturias para observar la clásica silueta del rebeco. La especie, que vio recortada su población de manera drástica con la epidemia de sarna de los años noventa –donde murieron casi la mitad de los ejemplares–, se recupera de forma imparable. En 2021 se cuentan unos 5.500 ejemplares.

Los niveles de población están muy lejos de los de antes de la epidemia, pero esto también contiene la incidencia. “A mayor densidad de población, mayor mortandad, por eso es difícil que Asturias registre grandes brotes”, dice el biólogo Borja Palacios. “La sarna viene fuerte de vez en cuando, pero por suerte últimamente no hay nada raro ni anormal, más allá de casos aislados”.

Para quién conoce al animal, la enfermedad es fácil de detectar. “Les hace túneles en la epidermis, lo que acaba derivando en alopecia y grietas ”, señala la veterinaria Gloria González. Los síntomas mortales son daños en boca y ojos, unas heridas que les impiden comer y, por tanto, acaban dejando debilitado al animal.

La importancia de la especie –a la que en 1993 le hubiese venido bien el tratamiento del asturiano Alejo Sopeña– es crucial, ya sea como presa de otras especies o como atractivo natural. “Es importante seguir sumando ejemplares, ya que con la desaparición del ganado de oveja y cabra es necesario un grupo numeroso de rebecos para mantener el equilibrio del ecosistema”, concluye Borja Palacios.

Suscríbete para seguir leyendo

Tracking Pixel Contents