En una de las paredes de la domus romana del castro del Chao Samartín fueron halladas una serie de pinturas murales, entre las que destaca el retrato de un hombre joven que en su mano derecha porta una liebre, se supone que cazada. La pintura, de una calidad excepcional, data del siglo I de nuestra era, cuando el Chao Samartín ya se encontraba en un muy visible proceso de romanización. Hay quien ha visto en este joven de rostro serio y ojos grandes la primera representación de un habitante de lo que hoy conocemos como Asturias. El primer retrato de un “asturiano”.

La historia de estas pinturas y de su proceso de restauración es contada en “Chao Samartín, capital castreña”, el quinto libro de la colección “La Cultura Castreña Asturiana”, que llegará a los lectores de LA NUEVA ESPAÑA mañana, sábado, y pasado mañana, domingo, a los puntos habituales de distribución, donde se podrá adquirir por 4,95 euros más el periódico del día. “Chao Samartín, capital castreña” recorre las profundas tierras asturianas del Suroccidente y se para no solo en el emblemático castro de Grandas de Salime, en la actualidad cerrado al público por obras de consolidación, sino también en el impresionante campamento romano de San Isidro, en el atractivo complejo castreño de Os Castros, en Taramundi, o en el enigmático castro de Pelóu, que de poblado indígena pasó a ser emplazamiento de guardia y punto de vigilancia militar.

Las pinturas murales del Chao son solo una parte del inmenso legado arqueológico que ha dado hasta la fecha el yacimiento, sobre todo en lo referente a la cerámica. El libro elige y explica algunos de los tesoros expuestos en el museo del castro, y recuerda la ejemplar figura de Pepe el Ferreiro, protagonista junto a algunos vecinos más del concejo de los primeros escarceos de investigación en el Chao Samartín, en septiembre de 1977.

El quinto libro de la colección está firmado por el arqueólogo Ángel Villa Valdés y los periodistas de LA NUEVA ESPAÑA Eduardo García y Miki López.