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Un tercer curso sin viajes de estudios “mata” a las agencias: “Es un palo”

Las operadoras, que dependen en un 20% de las excursiones estudiantiles, ven “incongruente” prohibirlas mientras se permiten “conciertos y ferias”

Estudiantes franceses, en viaje de estudios, en una imagen de archivo. LNE

La prohibición de organizar viajes de estudios el próximo curso escolar hunde a las agencias asturianas. “Es un palo, nos mata, representan entre el 15 y el 20 por ciento de nuestra facturación”, asegura el presidente de la Asociación de Operadores Turísticos y Agencias de Viajes de Asturias (OTAVA), Íñigo Fernández, tras conocer los detalles de la vuelta al cole de septiembre.

Según las instrucciones de la Consejería Educación, se recuperarán las actividades complementarias y extraescolares después de un curso y medio de parón, pero no se podrán hacer viajes de estudios ni graduaciones ni “actos institucionales similares mientras dure la crisis sanitaria”. OTAVA, que representa a 85 empresas de la región, considera que la decisión tomada por el Gobierno del Principado es “precipitadísima” y, sobre todo, “incongruente”. “Hay conciertos, hay ferias, hay de todo... ¿Y por qué viajes de estudios no?”, se queja Fernández.

Como consecuencia de la evolución positiva de la pandemia y del avance de la vacunación –ya están inmunizados el 63 por ciento de los alumnos asturianos de 12 a 19 años–, la Consejería que capitanea Lydia Espina flexibilizará algunas medidas para el próximo curso. Entre ellas, está la recuperación de las actividades complementarias y extraescolares, puesto que son, defendieron, “un recurso importante en la formación integral del alumnado”.

De hecho, anteayer la titular de Educación incidió en ello, tras participar en una Conferencia Sectorial en Madrid con la Ministra del ramo, Pilar Alegría: “Las actividades complementarias aportan un punto de vista educativo diferente a los alumnos, y las extraescolares favorecen la conciliación de la vida familiar y laboral y, por supuesto, el desarrollo del alumnado. Así que con todos los protocolos sanitarios, se llevarán a cabo”, añadió. Por ejemplo, para las extraescolares se pide seguir “las medidas de distanciamiento e higiene y programar grupos estables de convivencia” (las llamadas burbujas).

En el apartado concreto de las actividades complementarias, el protocolo regional dice textualmente que “se evitarán las actividades deportivas, lúdicas o colaborativas que implique el acceso a entornos públicos (museos, excursiones, teatros...) o la posibilidad de mezclarse con otros grupos de alumnos/as o centros escolares”.

A continuación, y esto es lo que molesta a los operadores turísticos, se añade que “bajo el principio de cautela y prevención, se evitarán los viajes de estudios, graduaciones y actos instituciones similares mientras dure la crisis sanitaria”.

La prohibición es tan incomprensible para las agencias de viajes que hacen la siguiente reflexión: “Permiten las extraescolares. Es decir, que los chavales van a poder viajar con un equipo deportivo, pero no con los compañeros de clase con los que convive todos los días”. Más aún, agregan, “cuando los viajes de estudio son en muchos centros una herramienta de incentivo, de motivación para los estudiantes”.

Con este curso que está a punto de empezar, el sector sumaría casi tres años sin excursiones de instituto, con el daño económico que eso genera. En el año del estallido del covid, según señala Íñigo Fernández, los centros educativos cancelaron la mayoría de salidas. “Hubo cuatro. El resto se anularon, porque estos viajes se celebran en Semana Santa, en Carnaval o ya a final de curso”, detalla.

Precisamente por ello y teniendo en cuenta estas fechas, a los operadores turísticos les parece “precipitadísimo” prohibir, cuando ni tan si quiera empezaron las clases, los viajes de estudios. “Entendemos que la crisis sanitaria no acompañaba a organizarlos el curso pasado y tampoco el anterior. Pero este... Con los niños vacunados...”, denuncian.

Este tipo de actividades, en palabras del responsable de OTAVA, suponen “entre el 15 y el 20 por ciento” de la facturación total de las empresas del sector, aunque hay algunas que dependen en “un 60 por ciento” de ellas. En especial, las empresas de transporte. En definitiva, concluye Íñigo Fernández, “esto supone otro palo más en las ruedas después de tres años de desastre”.

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