La movilidad sostenible y en concreto, la movilidad eléctrica, tratan de hacer frente a los principales problemas existentes en la sociedad en materia medioambiental y energética. Asturias ha sido pionera con la creación de la Mesa Regional para el Fomento del Vehículo Eléctrico, liderada por la Consejería de Industria, Empleo y Promoción Económica con la asistencia técnica de la Fundación Asturiana de la Energía (FAEN) y la participación de una treintena de empresas, asociaciones y organismos públicos, en la búsqueda de soluciones.

Actualmente, el sector transporte es el que más emisiones de gases de efecto invernadero genera en España (cerca del 30% en 2019), en tanto el paquete legislativo “Fit for 55%” recientemente aprobado por la Unión Europea plantea reducir en un 55% dichas emisiones, antes del 2030, obligando a que todos los vehículos nuevos matriculados a partir de 2035 serán de cero emisiones.

Para avanzar hacia ese modelo de sociedad más descarbonizado, es obligado llevar a cabo políticas activas en el sector transporte. Y dentro de éste, el transporte por carretera genera más del 92% de las emisiones y es, además, el que menos las ha reducido desde 2005, por lo que plantea el principal reto en este contexto.

Dentro de las políticas activas que favorecen este cambio está el impulso de vectores energéticos alternativos en el transporte, como la electricidad renovable o los gases (biometano, hidrógeno o gas natural)...

Este concepto se alinea con diversas iniciativas que se están poniendo en marcha, como la Estrategia Anual de Crecimiento Sostenible 2021 presentada por la Comisión Europea y el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia, que plantea la realización de reformas estructurales en los próximos años, mediante cambios normativos e inversiones.

En ese escenario, las comunidades autónomas de Asturias, Cantabria, Castilla y León, Galicia y País Vasco han apostado por trabajar conjuntamente para definir un marco de actuaciones que avancen hacia un transporte de personas y mercancías con una apuesta decidida hacia la utilización de combustibles alternativos.

Para que esta idea se plasme en realidad es necesario que se disponga de una infraestructura de recarga adecuada en los tres combustibles considerados, electricidad, hidrógeno y gas natural.

Electricidad

Esta propuesta pretende asegurar la interconexión entre las comunidades autónomas firmantes mediante la incorporación de infraestructura de recarga ultra rápida de vehículos eléctricos en las principales vías de circulación por carretera.

El objetivo es disponer de al menos una estación de carga ultra rápida cada 100 km en las autovías. La cuantificación de este objetivo supone instalar 30 estaciones de estas características. Con ello se podrá asegurar la posibilidad de realizar viajes de largo recorrido dentro de las regiones y entre ellas, uniéndolas además a otros corredores planificados como el atlántico y el mediterráneo.

Hidrógeno

El hidrógeno verde (aquel que se obtiene a través de fuentes energéticas renovables) se configura como un combustible de futuro para el transporte. Por ello, es importante comenzar con el despliegue de su infraestructura de recarga.

En este caso, esta infraestructura también ha de contemplar la existencia de nodos logísticos significativos, así como áreas metropolitanas y conurbaciones de alta densidad poblacional, además de las principales vías de circulación ya que los principales usuarios en el corto/medio plazo serán las flotas de transporte de personas y el transporte de mercancías.

El objetivo es disponer de 20 hidrolineras a situar en los principales nodos logísticos, en las inmediaciones de áreas altamente pobladas y en las principales autovías.

Gas natural vehicular

El gas natural vehicular, tanto licuado (GNL) como comprimido (GNC) se configura como un combustible alternativo que, si bien es un combustible fósil, dispone de importantes ventajas medioambientales con respecto a los tradicionalmente usados en el transporte. Si, además, se trata del denominado gas natural renovable (generado a través de los procesos de degradación de materia orgánica), se considera neutro en emisiones de CO2 e intercambiable por el gas natural, lo que le permite distribuirse empleando las redes actuales. Por tanto, también se plantea su uso y el despliegue de la infraestructura de recarga necesaria. El objetivo es cuadriplicar las instalaciones de GNC y duplicar las de GNL existentes en las regiones firmantes, incorporando a la red 100 de GNC y 40 de GNL. Al igual que en el caso del hidrógeno, se situarán en los principales nodos logísticos, en las inmediaciones de áreas altamente pobladas y en las principales autovías.