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José Manuel Noriega Antuña Decano de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Oviedo

“Aun ganando un aula en Geología, estamos a rebosar, y la solución se ve muy lejana”

“Tenemos clases de Matemáticas con 90 alumnos y eso repercute en una peor calidad de la enseñanza; necesitaríamos hacer desdobles”

José Manuel Noriega, en un laboratorio de la Facultad. | Irma Collín

José Manuel Noriega Antuña (El Entrego, 1964) ha vivido al frente del decanato el gran despegue de la Facultad de Ciencias. Un centro que llegó hace años a bajar de los 300 estudiantes y que ahora supera los 700, debido al auge, principalmente, de las Matemáticas. Tanto es así que en la Facultad del campus de Llamaquique están a “rebosar” y han tenido que extenderse este curso a Geología. “La situación es muy complicada y la solución se ve muy lejana”, admite Noriega, que es profesor titular de Matemática Aplicada y decano desde diciembre de 2016. Los graves problemas de espacio impiden a Ciencias crecer tanto en plazas como en nuevas titulaciones, a pesar de que la sociedad demanda y absorbe a sus egresados.

–Lleva en esta Facultad desde que se creó, ¿cómo ha vivido su evolución hasta hoy?

–En un principio, tuvimos un número de estudiantes que por aquel entonces se veía como normal. Luego vinieron unos años malos, sobre todo, para Matemáticas. Bajó la matrícula y llegó a considerarse que estábamos en una situación de peligro, de riesgo de que cerrasen la titulación. Pero volvimos a crecer. El impulso definitivo lo dieron los dobles grados en el curso 2012-13. Podemos decir que tocamos suelo con 200 y pico alumnos, y ahora tenemos alrededor de 700 (unos 720 si se cuentan los másteres).

–¿Están los estudios de la Facultad de Ciencias de moda?

–Sí, podemos decir que están de moda, pero creo que no es una moda muy pasajera. A lo largo de estos últimos años, ha quedado patente que nuestros estudiantes son bien reconocidos en el mundo laboral. Así que esperamos que esta tendencia sea duradera.

–El doble grado de Matemáticas y Física ha conseguido la nota de corte más alta de la Universidad de Oviedo por segundo curso consecutivo.

–Para nosotros esto es motivo de orgullo y de alegría, porque significa que recibimos a los mejores estudiantes.

–La Facultad de Ciencias es uno de los centros universitarios más saturados de Asturias. ¿Cómo están llevando la vuelta a la presencialidad total?

–Problemas de espacio ya tenemos desde hace tiempo, al menos desde que yo soy decano y también los sufrió el anterior equipo, que terminó hace cinco años. Para paliarlo hemos tomado varias medidas: desde aprovechar los espacios al máximo hasta trasladar a las tardes algún curso. Actualmente, vienen dos por la mañana y otros dos por la tarde. Este año disponemos de un aula más en Geología por las tardes y, aun así, la Facultad está a rebosar. Tenemos también una complicación muy grande con la elaboración de los horarios. Porque son 700 alumnos y una parte de ellos están matriculados en grados dobles, lo cual significa que las asignaturas están cruzadas.

–El Rectorado recomendó para el regreso a los campus que se guardase un asiento libre entre alumnos en las aulas. Sin embargo, eso es imposible en Ciencias...

–Solo se puede guardar esa distancia en el aula de Geología, que tiene una capacidad para más de 200 personas. Pero, claro, ahí solo va un curso de segundo de Matemáticas. La instrucción que sacó el Rectorado recomienda dejar entre estudiantes una fila libre salvo que sea imposible. Y en nuestro centro es imposible. Algunas aulas están al 90% de su capacidad. En las que están menos llenas, a lo mejor al 70%, sí que procuramos que los alumnos están más repartidos por el aula. Por otra parte, lo tenemos todo ventilado, con ventanas y puertas abiertas, y hemos instalados en seis clases medidores de CO2, que se supone que se acabarán colocando en todas las aulas.

–Si la matrícula sigue subiendo y el proyecto del Cristo no se contempla a corto plazo, ¿podrán aguantar mucho más tiempo en las actuales circunstancias?

–La matrícula no va a seguir creciendo a este ritmo. Creemos que estamos ya cerca de un estado estacionario, en el que el número de alumnos se mantendrá. No obstante, estamos tan al límite que pequeños cambios pueden hacer que el desarrollo de un curso se dificulte mucho. Por ejemplo, hay laboratorios que ya no pueden resistir la creación de un grupo más. Y no poder hacer más desdobles repercute en una peor calidad de las enseñanzas. Estamos en un momento bastante crítico. Y lo reconozco: el crecimiento tan rápido hizo que esto no se pudiese gestionar bien. No resistimos una comparación de tamaño de grupos con otros centros de la rama de ciencias.

–¿Los problemas de espacios afectan a la implantación de nuevas carreras?

–Estamos desde hace tiempo detrás del doble grado de Ingeniería Informática del software y Matemáticas. Si bien esa titulación contemplaría un número de plazas bajo, en torno a diez o quince, nuestra situación actual juega en contra. Habría que hacer compatible que estudiantes de Matemáticas pudiesen cursar a la vez el doble grado con Física y el doble grado con Informática. Con este encorsetamiento que tenemos de las aulas eso se hace bastante difícil. La situación es complicada y la solución se ve muy lejana. No sé si podremos llegar a utilizar más aulas de Geología, porque otros centros, también con problemas de espacio, las demandan. Digamos que Geología tiene ahora muchos novios.

–¿La demanda de los grados simples, de Matemáticas y Física, también está creciendo?

–Sí, en la primera lista de adjudicación de este curso había alrededor de 300 personas en lista de espera. Y no entra más gente porque está limitado a 55 personas en Física y a 35 en Matemáticas.

–¿A qué se debe este auge?

–Al auge sobre todo de las Matemáticas, al buen encaje que tienen la Física y las Matemáticas... Yo creo que son las dos disciplinas que mejor se complementan entre sí y eso hace que tengamos el doble grado más natural que hay. Además, la sociedad cada vez más demanda titulaciones más completas y se ve que la empresa demanda a estos estudiantes. Las nuevas posibilidad de trabajo han sido claves.

–Esto, por contra, puede abrir un agujero en los institutos.

–Sí, hay un poco de problema en eso, porque los graduados de Matemáticas no van a las oposiciones de profesor de instituto. Y eso a la larga, creo yo, repercutirá en la enseñanzas no universitarias. Sería mejor que hubiese más matemáticos con vocación docente. Hay sectores que demandan que se aumente el número de plazas de nuevo ingreso, ya que la sociedad absorbe a los egresados, pero los problemas de espacio que tenemos son los que son. Por lo que es imposible aumentar plazas en este momento.

–¿Qué objetivos se marca para lo que resta de mandato?

–Los grupos de alumnos que tenemos en Física, con alrededor de 40 o 50, me parecen razonables. Pero alrededor de la mitad de los de Matemáticas no me lo parecen. Hay demasiados alumnos, debido a este crecimiento rápido que ha experimentado la Facultad. Tenemos asignaturas en las que hay más de 90 estudiantes. Hacer desdobles aumentaría la calidad de la enseñanza, pero eso implicaría contratar más profesores y eso es dinero, y entiendo que no se puede hacer de la noche a la mañana. Por tanto, hay que hacerlo poco a poco, pero es un objetivo claro de nuestro decanato. En segundo lugar, también me gustaría que se hiciese realidad el doble grado de Informática y Matemáticas. Y por último, querría que la Facultad se proyectase más hacia la empresa. No puede decirse que sea mérito directo nuestro que los estudiantes acaben trabajando en la empresa. Eso se fue produciendo espontáneamente. Nosotros tenemos un contacto muy escaso con el sector privado, a diferencia de las escuelas de ingenieros.

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