La mitificación de las montañas tiene que ver, con frecuencia, con que son una gran fuente de riqueza en agua. Los pueblos con sierra suelen contar con abundantes recursos hídricos. La Sierra de Tineo –calcita, pizarra y areniscas– con la Casa el Puerto, atesora, con mesetas y plataformas entre 800 y 1.000 metros de altitud, la garantía de que los pueblos situados en las laderas no se ven muy afectados por las sequías, por pertinaces que éstas sean. Bien lo percibieron los visitantes hermanados de las Cabezas de San Juan: “¡Qué bien nos vendría este agua en Andalucía!”. “No hay problema” –les contestó un concejal de Tineo–, os cambiamos agua por manzanilla de Sanlúcar pelo a pelo”. El mejor elogio de la Sierra de Tineo se lo oí a Gonzalo Ron, que había mantenido en funcionamiento el batán de Parada (Navelgas) hasta 1965. “Mi padre –recordaba Gonzalo– distinguía la lana procedente de la Casa el Puerto nada más verla, porque era la mejor, la más brillante de toda la comarca; las ovejas que pastaban por allí tenían el mejor herbao y las mejores fuentes”. Por eso, algunos de los pueblos que están considerados entre los mejores del concel.lón beben las aguas de la Casa el Puerto, como Santa Eulalia, el Pedregal y la Millariega. Situada la Sierra de Tineo al nordeste del concejo, limita con Valdés y Salas. Las parroquias de Ayones (Valdés) y de La Espina (Salas), en los bordes de la Sierra, han mantenido siempre una gran vinculación con los pueblos de Tineo. Cuando el medio de locomoción más usado era el caballo, a los vecinos de Ayones les era más fácil asistir a los mercados de Tineo que a los de Luarca.

A lo alto de la Casa el Puerto vino de visita recientemente un oso: hace años “el turista un millón”

Durante mucho tiempo La Espina era el centro donde había que entregar los xatos vendidos de todo el contorno de la Sierra de Tineo. Se llevaban caminando por la Casa el Puerto. En uno de esos viajes vi yo, por primera vez, un autobús de ALSA, de dos pisos, lo que me causó una gran impresión, pues no sabía que existieran ese tipo de vehículos. Acevedo y Huelves consideraba a La Espina como una braña que había perdido la alzada. A la mayoría de la gente este origen les da lo mismo, sin embargo algunos vecinos, como el economista Lorences, consideran un honor tener apellidos vaqueiros. Los de La Espina son los inventores del aire acondicionado natural. Nunca se perdió el mondongo, ni el tocín, ni el jamón, por lo bien que sala la carne a cerca de 700 metros de altitud en uno de los pueblos más fríos de Asturias.

Nada más salir de Tineo hacia la Casa el Puerto se encuentran el campo y la ermita de San Roque, en la ruta del Camino Primitivo, o Camino del Interior de Santiago. Puede que haya en el mundo un espacio mejor para una romería. Si lo hay, yo no lo conozco. Aunque caiga un diluvio ni se embarra ni se encharca el Campo de San Roque. Cuenta, entre otros árboles, con fayas y carbayos admirables. Y está el terreno ligeramente inclinado formando un anfiteatro, en torno a los quioscos de música, donde las grandes orquestas gallegas fueron configurando el gusto musical de los tinetenses. Así, por los años 50 ya presentaron en Tineo Los Trovadores y los Satélites de La Coruña el pasodoble de Joaquín Montañés “Agárrate Saxo”, que ahora, setenta años después, graban bandas municipales de toda España, y los mejores acordeonistas. Del Campo de San Roque parte el hermoso paseo de los frailes, por donde caminaban rezando los franciscanos, llegados a Tineo en el siglo XIV, como a Oviedo y Avilés, y, más tarde, a Villaviciosa. En la semana santa de 1795, en su diario escribe Jovellanos de Tineo: “el convento, muy pobre, mantiene, sin embargo, 30 frailes que arruinan al pueblo”. Los franciscanos trajeron a Tineo los santos de la orden, y afines, como San Francisquín de Paula, de los Mínimos, a Folgueirúa y a Rellanos. San Francisco de Paula, patrono de Calabria, en Italia, recibía de limosnas, el último domingo de cada mayo una camioneta llena de lacones y jamones, una buena parte procedentes de la comarca de Paredes (Valdés). Y sus milagros alcanzaban a los niños de Folgueirúa que, con un alambre, sacaban las monedas del cepillo del santo, con lo que tenían siempre para caramelos de modo sostenible, como se dice ahora.

Si no se mantienen a raya los lobos, puede haber un futuro muy problemático

Un par de kilómetros más arriba de San Roque estaba el bar Casa Fernando, en el Chanolriego. Allí vimos la televisión por primera vez muchos vecinos de la comarca. Fernando había subido un cable de antena sierra arriba y, en aquella pequeña pantalla se veía, sobre todo, como si nevara. La última vez que vi a Fernando, hace unos 30 años, estaba sentado a la puerta de su casa, de traje nuevo, con camisa blanca, inmaculada, totalmente abotonada, sin corbata, con esa sobria elegancia de los campesinos viejos. Dijo: “perdonar que no os atienda, pero estoy esperando que vengan a buscarme porque cásase una nieta”.

En lo alto de la Casa el Puerto vino de visita recientemente un oso, el equivalente a lo que hace años se llamaba “el turista un millón”. Un poco más abajo de Penafolgueiros, todavía quedan restos de cortinos para defender la miel de los antepasados de este plantígrado visitante. En esta sierra, los lobos, además de comer ovejas, caballos y vacas, se dedicaron a meter sustos a la gente, cuando aún se viajaba con frecuencia a pie. Entre vacas, caballos y reciel.la, L.lomba de las Tabiernas tiene unas 600 cabezas de ganado en esta sierra. Si no se mantienen a raya los lobos, puede haber un futuro muy problemático para los ganaderos de esta montaña, que aún mantiene un buen número de vacas frisonas de leche a mil metros de altura; en contra de las predicciones de algunos economistas asturianos que pronosticaron en los años 60, cuando la revolución de los tractores, vacas roxas, de carne en Bustel.lán y las Tabiernas, y vacas frisonas, de leche, en Posada y Tuña a 200 y 300 metros de altitud. Pero resultó todo lo contrario, porque fueron más determinantes las condiciones de vida de los ganaderos, que las circunstancias climáticas, mientras funcionaba la térmica de Soto de la Barca y estaban abiertas algunas minas. Aunque, ahora mismo, lo más alarmante es el abandono masivo de la ganadería por parte de los más jóvenes, que buscan trabajos mejor remunerados y sin dedicación en los días festivos. Michel Foucault en “Las palabras y las cosas”, con el triedro de los saberes, señala que la economía más que una ciencia plena, va camino de serlo.

Por cierto, la llegada de los tractores y las palas mecánicas, tan beneficiosos para mejorar las condiciones de vida de los labradores, en cambio, resultaron nefastos para la conservación de los restos arqueológicos. Lulo de Folguerúa, buscando un “juego de bolos de oro”, que supuestamente habían dejado los moros, destruyó la “piedra de la mina”, el dolmen más espectacular de cuantos había en Asturias. Ni había oro, ni los moros contribuyeron a nuestra cultura megalítica, que es anterior a la invasión musulmana. Y las huellas de un glaciar, en Piedras Menudas, entre Bustel.lán y los Corros, quedaron totalmente borradas al roturarse aquellos terrenos, y retirar las piedras de las morrenas de la zona. Santiago Fernández Negrete, ministro de Gracia Justicia entre 1858 y 1863, en el llamado gobierno largo de la Unión Liberal de O’Donnell, dejó legalizada la propiedad de una parte de la Sierra de Tineo a los pueblos de la parroquia de Villatresmil, su lugar de nacimiento. Actualmente, sólo Bustel.lán está luchando hoy por el reconocimiento de esa posesión. En la ladera este de la sierra se hallan dos brañas míticas: Cezures por inspirar uno de los cantares vaqueiros más citados de nuestro folclore: baxa l’aire por Cezures, ya a la braña veno a dare… Buspoulín es la cuna de los borriqueiros más famosos de Tineo, comenzando por el Culandro.

En la posguerra hubo un atraco en la Casa el Puerto el día de San José, después de la feria ganadera

En el verano de 1936, las columnas gallegas sublevadas ordenaron a los vecinos de El Fondal y otros pueblos que subieran comida a la tropa, que estaba encima de la Pereda, cerca de la Espina. Después de entregar la comida, Antón de Balbina se entretuvo en mirar unas ametralladoras y otras armas que nunca había visto. Un oficial le preguntó si era un espía, y, ante la falta de respuesta inmediata de Antón, sacó la pistola y lo mató allí mismo. Antón era un personaje único. Probablemente no conocía el significado de la palabra espía, pues nunca había salido de El Fondal. Diseñaba su propia ropa, y había inventado un artilugio para cazar ratones. Ponía colgados en el techo, por las patas, los potes de hierro rotos, y dentro los chorizos y morcillas de la matanza. Los ratones al intentar llegar al embutido se caían, y Antón tenía una estaca preparada para colaborar con el gato en abatir los roedores. Antón llevaba siempre los bolsillos llenos de semillas y migas de pan que repartía a sus animales cada vez que entraba en la cuadra. Había llegado a conseguir que sus animales domésticos lo siguieran con una gran disciplina. Una vez, que se había enemistado con un vecino, tapió la puerta de su casa y abrió otra salida por la pared opuesta para no ver nunca a su odiado vecino. Sólo tenía una gran afición: jugar a los bolos de Tineo, deporte bellísimo que une al pulso y la habilidad, potencia y agilidad del jugador. Antón de Balbina permanece enterrado en la Sierra de Tineo, sin más falta que haber llevado comida a los sublevados. Aunque en la misma montaña, quedan sin rescatar más víctimas de la guerra civil, que esperan un descanso final digno.

En la posguerra hubo un atraco en la Casa el Puerto el día de San José, después de la feria de ganados de Tineo. Esta acción fue atribuida a los “fugaos”, supervivientes del ejército republicano derrotado. No hubo ningún disparo, los atracadores exigían a quienes venían de la feria que dejaran la cartera sobre una manta extendida en el suelo.

Sierra admirable, la de la Casa el Puerto, que mantiene un gran número de cabezas de ganado, por donde primero pasaron los cables de la central eléctrica de Doiras, y ahora sostiene los molinos eólicos, mientras la luz eléctrica sube de precio sin parar en los pueblos de esta hermosa montaña.