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El “hada madrina” asturiana que da la vida a Ángeles y Alberto

“Cuando los descubrí me tocó la lotería”, destaca una usuaria de los servicios de la Confederación de personas con discapacidad que hoy recoge el premio “Ana Casanueva”

La orientadora Isidora Soto, atendiendo a una usuaria, en Gijón. Cocemfe

Ángeles Calvo y Alberto Iglesias no se conocen, aunque los dos residen en Gijón y ambos comparten, por decirlo de alguna manera, “hada madrina”. Esta no es otra que la Confederación Española de Personas con Discapacidad Física y Orgánica del Principado de Asturias (Cocemfe), una entidad que a través de la treintena de asociaciones que aglutina ofrece apoyo en materia laboral, educativa, formativa, sanitaria, entre otros aspectos, a unos 8.500 usuarios y sus familias por toda la región.

Dos de ellos son los citados Ángeles Calvo y Alberto Iglesias, de 66 y 46 años, respectivamente. La primera, que padece esclerosis múltiple, se beneficia del programa de rehabilitación; el segundo, sin visión en un ojo, del de empleo. “Cuando los descubrí, me tocó la lotería”, sentencia ella. “Me dan la vida”, apostilla él. Los dos se congratulan de que Cocemfe haya sido galardonada con el premio “Ana Casanueva”, impulsado por la Asociación Iberoamericana de la Comunicación (Asicom) junto con el filántropo y empresario astur-mexicano Carlos Casanueva –el galardón lleva el nombre y está dedicado a su mujer, fallecida hace unos años– en colaboración con la Universidad de Oviedo.

El mismo, dotado con 50.000 euros, se entrega este jueves (19 horas) en el edificio histórico de la Universidad durante una ceremonia en la que participará la directiva de Cocemfe, presidida por Mónica Oviedo. De la misma estarán pendientes todos sus beneficiarios, felices del galardón tanto por el reconocimiento público como porque los fondos irán destinados a reforzar y mejorar aún más, si cabe, la importante labor de una entidad que se fundó en Asturias en 1994.

Ángeles Calvo, haciendo rehabilitación por videoconferencia con la terapeuta ocupacional Beatriz Félix, durante el confinamiento. Cocemfe

Alberto Iglesias quedó recientemente al paro y está a la espera de encontrar un nuevo empleo. Y lo tiene claro: “Si lo encuentro, será gracias a ellos”. Este llanerense afincando en Gijón desde hace 10 años perdió de chico –a los seis años le detectaron el problema– completamente la visión en el ojo derecho, lo que no fue impedimento para estudiar informática y administración, un campo en el que siempre ha trabajado, porque pocas veces ha estado desempleado. “No tuve problema tras la carrera para trabajar”, sostiene. En 2010 tramitó el reconocimiento de la minusvalía, que en su caso es del 35%, y tuvo su primer contacto con Cocemfe, donde Isidora Soto, la orientadora de empleo con la que trata, le tiene completamente ganado.

“Es una pasada, es mi hada madrina, como si fuera mi familia, me ayuda, me orienta, pero siempre su trato es además cercano, nada frío”, resalta Iglesias. “Llamar e ir allí me da la vida, porque siempre, tanto ella como Luis, otro que está en la oficina en Gijón, tienen buenas palabras y te ayudan, te levantan el ánimo y siempre sales con la idea de que hay una oportunidad”.

Este llanerense valora el servicio de empleo de Cocemfe, que tiene convenios con varias empresas y una bolsa de trabajo propia. Aparte de avisarle de las oportunidades – “una vez sabían que estaba trabajando, pero incluso me avisaron por si quería cambiar para mejorar mis condiciones”–, también le tienen al día de los cursos que hay para mejorar la formación y que él suele hacer cuando tiene tiempo y puede.

Trato humano

Pero ante todo valora el trato “humano y cercano” tanto de Isidora Soto como del resto del personal. “Aquello no es frío ni una oficina de empleo sin más, sino que nos tratan con humanidad, y en nuestras circunstancias se agradece Tendría que haber más ‘cocemfes’ porque son un equipo de primer orden”, sentencia.

Sus palabras son suscritas de principio a fin por Ángeles Calvo, que padece esclerosis múltiple, una enfermedad que le diagnosticaron hace 19 años, pero que empezó a manifestar su peor cara hace diez. “Yo pensaba que la iba a controlar y a hacer vida normal, pero de repente avanzó mucho y a día de hoy estoy en silla de ruedas, si bien puedo caminar algo con un andador”, explica.

A la implacable esclerosis hace frente a diario con una determinación y una fuerza ejemplares – “qué remedio me queda”, explica riéndose–, y con la ayuda de los profesionales del servicio de rehabilitación de Cocemfe. “Empecé con ellos hace 4 años, a través de la Asociación de esclerosis múltiple, de la que me hice socia. Tuve y tengo que hacer mucha rehabilitación. Un día acudí al centro de atención integral de Viesques y salí de allí más que sorprendida porque me dijeron ‘empiezas el lunes y para siempre’”, relata la gijonesa.

“Me tocó la lotería”, resume. En su caso disfruta de sesiones tres días a la semana con el grupo, más una hora con la terapeuta ocupacional. Su “hada madrina” es Beatriz Félix, cuya labor durante el confinamiento nunca olvidará Ángeles. “No faltaron ni un día en cuanto nos organizamos y eso fue fundamental. Se les ocurrió de todo para seguir con la rehabilitación. Yo no me quiero rendir de ninguna manera ante la enfermedad y en ellos tengo un gran apoyo. Son indispensables y lo del premio me alegran un montón, sobre todo por el dinero. ¿Con todo lo que hacen, falta les hace!”, sentencia.

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