Las empresas asturianas del transporte por carretera se suman sin titubeos a las manifestaciones de insatisfacción con la partida que el proyecto de presupuestos del Estado reserva para bonificar el peaje del Huerna. Sostienen que los tres millones de euros más y los nueve en total de la cuantía “no responden al clamor que hay en Asturias” y calculan que faltan por lo menos otros dos. Echando sus propias cuentas, Alejandro García Monjardín, presidente de la patronal Cesintra, entiende que lo presupuestado para 2022 puede dar, como mucho, para elevar en diez puntos el descuento del treinta por ciento que se aplica al tráfico de mercancías y que haría falta llevarlo hasta el cincuenta “para que la rebaja sea realmente atractiva y desincentive el uso de la carretera de Pajares”.
García Monjardín considera imposible alcanzar ese objetivo en las condiciones que insinúa el proyecto de presupuesto recién aprobado y calcula en otros dos millones la aportación adicional necesaria. Mientras espera expectante la concreción de la fórmula que materializará el descuento, el representante empresarial manda por delante su criterio respecto a un mecanismo que, a su juicio, no debe replicar exactamente el de la Autopista del Atlántico gallega, la AP-9, tal y como fue rebajada el pasado verano. El presidente de Cesintra aboga por una reducción de tarifas que para el transporte de mercancías “se aplique ya desde la primera pasada”, sin vincularla con viajes de retorno en un plazo determinado. Como han hecho ya otras voces autorizadas, él distingue el tipo de uso que tiene la AP-9 –una autopista “interior”, de ida y vuelta más frecuente– del que se da en la asturleonesa y resalta que aquí, por norma, “el transportista sabe cuándo sale y por dónde (de Asturias), pero muchas veces no por dónde va a volver…”
Antes de resolver la incógnita sobre el mecanismo de articulación práctica de las bonificaciones, el presidente de Asetra, Ovidio de la Roza, ya coincide en que “este pequeño aumento del presupuesto para rebajar el peaje no responde ni a las expectativas creadas por el Gobierno del Principado ni a las necesidades de nuestro sector”. Dicho con más contundencia, no atiende “al clamor que hay en Asturias” y tiene aspecto de “señuelo” para aplacar los ánimos. De la Roza teme, mientras tanto, lo que pueda suceder con el alza habitual de los peajes en enero, que incluso podría desactivar el efecto de la rebaja, y advierte de que el incremento presupuestario prometido ahora “no está consolidado” y “no sabemos si va a tener continuidad en el futuro”.
